Ramón Alfonso Sallard
Calderón y el PAN
Una pésima estrategia diseñada en Los Pinos convirtió estos comicios intermedios en un referéndum para Felipe Calderón. Perdió contundentemente.
La megalomanía llevó al michoacano a creer que su presunta popularidad le atraería votos al PAN, en medio del desempleo, la violencia y la impunidad que aquejan al país. Por eso se atrevieron a plantear en sus spots televisivos que votar por el partido en el gobierno significaba votar por Calderón. Era un sufragio en favor de su guerra contra el narcotráfico, que ha dejado más de 13 mil muertos.
El tunante de Germán Martínez, presidente nacional del PAN, fue el encargado de ejecutar el plan diseñado por su jefe y por el español Pedro Solá. ¿Es culpable? Sí, porque podría haberse negado, pero como no lo hizo hoy paga las consecuencias. Su renuncia resulta comprensible, pues la siguiente instancia es Calderón y él no dimitirá.
Martínez ya no es un interlocutor válido para las distintas fuerzas políticas del país, especialmente para el PRI, toda vez que, durante la campaña, dinamitó puentes y quemó naves. Insultó y agredió a diestra y siniestra, siguiendo el guión que le encargó el español experto en guerras sucias. Por eso, en la actualidad, más de uno le mienta la madre o lo escupe si se le cruza en el camino.
Si la primera parte del plan para ganar las elecciones intermedias –exaltar la figura de Calderón y su guerra contra el narcotráfico-- fue un rotundo fracaso, su complemento –acusar de narcotraficantes a sus adversarios-- resultó catastrófico. Eso les pasa a los panistas por querer repetir una fórmula que funcionó en una coyuntura política distinta, pero que en los últimos tiempos ha naufragado una y otra vez. De hecho, y pese a su trabajo constante en diversas partes del orbe, Solá no ha vuelto a ganar una elección importante desde 2006.
La guerra sucia dejó de tener impacto entre los votantes. No la tuvo en México esta vez, ni en El Salvador ni en España, por citar solamente tres de los fracasos recientes del citado personaje, que ya hasta nacionalidad mexicana adquirió, para no incurrir en violaciones a la ley, la cual impide que extranjeros participen en elecciones.
La moraleja es que por más lodo que el PAN aviente a los contrarios, las crisis económica y de seguridad que afectan al país no pueden ser ocultadas. Aunque traten de evadir responsabilidades, atribuyendo todos los males que nos afligen al exterior, ellos saben que son culpables y los votantes también. Por eso la opción panista fue castigada en las urnas.
Perdió Calderón de manera rotunda. Para el PAN fue la peor derrota en muchos años, según reconocieron algunos distinguidos militantes. La pregunta es: ¿permitirán los panistas que su partido siga siendo una opción perdedora en ruta al 2012? Eso se verá con la elección del nuevo jefe nacional. Sobre ese tema escribiré mañana.
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