México SA
Paquete económico 2010, en medio de las crisis
No se tocarán privilegios de empresas
Carlos Fernández-Vega
Caen con rapidez las hojas del calendario, y al inquilino de Los Pinos le restan 54 días para presentar ante el Congreso su propuesta de paquete económico para 2010 (criterios generales de política económica, iniciativa de Ley de Ingresos y proyecto de Presupuesto de Egresos), en medio de todo tipo de crisis (política, económica, laboral, de seguridad, finanzas públicas y las que se queden en el tintero) y de un escenario en el que el gobierno calderonista ni picha ni cacha ni deja batear.
El armado del paquete económico 2010 resulta vital para intentar sortear el año, aunque su cuadratura se vislumbra por demás complicada, toda vez que el panorama para las finanzas públicas es angustiante. Si a ello se añade la inmovilidad del inquilino de Los Pinos y su muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo (Calderón dixit), entonces el país está frito. Todo indica que no tiene en mente mayor idea que aplicar el impuesto al valor agregado (IVA) a medicinas y alimentos, sin tocar una vez más los privilegios fiscales a las grandes empresas y a sus dueños, a quienes el panismo disfrazado de gobierno federal ha regalado, por medio de los regímenes tributarios especiales, alrededor de 3 billones de pesos en los últimos nueve años, monto similar al saldo de la deuda pública total que registra el país por estas fechas. De ese tamaño es el obsequio.
Ante este triste panorama, el PRI ya pintó su raya y el PRD atrás de él: gravar alimentos y medicinas en condiciones de recesión no es inteligente ni admisible. Si se recuerda, serán los diputados de la 61 Legislatura –los recién electos– quienes aprobarán, modificarán o desecharán el paquete económico 2010 que presente el inquilino de Los Pinos, y los diputados tricolores más sus chamuquitos verdes tienen la mayoría absoluta, de tal suerte que podría descartarse la posibilidad de gravar alimentos y medicinas con IVA. Sólo falta que Beatriz Paredes y sus muchachos cumplan, porque nadie olvida que en 1995 sus heraldos en San Lázaro, con la ayuda de los panistas, aprobaron aumentar de 10 a 15 por ciento la tasa de tal impuesto (recuérdese la famosa roqueseñal) como medida de emergencia.
No sólo el asunto del IVA. Los tricolores también exigen borrar del mapa fiscal uno de los dos impuestos empresariales en (supuesto) funcionamiento, es decir, que la Secretaría de Hacienda defina cuál de ellos subsistirá: el ISR o el IETU (también aprobado por los tricolores), lo mismo que demandan los organismos cúpula del sector privado. Pues bien, según la SHCP el IETU es mínimo y sólo impacta a una de cada cinco empresas, amén que en tiempos de crisis no puede haber carga tributaria cuando el flujo es negativo. Y para rematar, el SAT asegura que no desaparecerá ninguno de los dos gravámenes citados, pues no se ve realmente cómo se puede bajar la carga tributaria en este momento sin hacer un ajuste al gasto; no salen los cálculos”.
Si realmente van a proceder, de siempre una de las soluciones ha estado a la vista, aunque todos fingen ceguera: erradicar los regímenes tributarios especiales, salvo IVA a medicinas y alimentos, y de inmediato la recaudación puede incrementarse sustancialmente. A la par, desaparezcan la consolidación fiscal, incrementen el padrón y fiscalicen a quienes dentro de él no pagan impuestos.
Las rebanadas del pastel
Nutrida ha sido la respuesta de los lectores sobre el desbarajuste en el ISSSTE. Resulta imposible dar cupo a todas las denuncias, pero se intentará: “El problema de atención médica en el ISSSTE, inclusive en el IMSS, es todavía más grave. Me tocó vivir las deficiencias del ISSSTE con un familiar muy cercano, que desgraciadamente murió, dejándonos con gran dolor y la espina de que pudo haberse salvado en otro hospital. Independientemente de la burocracia y de los malos tratos del personal que ahí labora, primero es un calvario para que al fin logren atender y reconozcan la gravedad del enfermo. Después, como en el caso de la científica del IPN, el traslado a otro hospital, debido a que no cuentan con la infraestructura adecuada. Ya en el hospital supuestamente ‘adecuado’ se enfrenta primeramente a la obvia saturación, donde los enfermos graves y los no tan graves están hacinados en sillones, sillas y, en el mejor de los casos, en cama, todos juntos, en espera de que se desocupe un espacio en un cuarto. Aunado a eso te enfrentas a la desatención, mala información, maltrato y regaños. También a que el equipo está ‘descompuesto’, al peloteo para que vean a qué especialista le corresponde y, en el mejor de los casos, atienden por escasos minutos y la mayor parte del tiempo se depende de la atención que le puedan dar las enfermeras. Además de la escasa atención, al parecer escasean los médicos capaces. Se pierde demasiado tiempo, vital para un enfermo grave o a veces no tan grave, por lo que sus posibilidades de sobrevivir disminuyen notablemente. Siempre tienen la presión de la falta de camas, por lo que al parecer evitan recibir más enfermos y los que están buscan despacharlos pronto, aunque se encuentren mal. Porque resulta que cuando hablamos con el subdirector del hospital para solicitarle mejor atención nos llevaron con el jefe de urgencias, quien en respuesta a nuestra solicitud nos dijo que mi familiar estaba mejor y que ya se estaba dando de alta y que seguiría su tratamiento por consulta externa. Yo me indigné y le dije que si había o no médicos capaces en ese hospital, ya que no se necesitaba ser médico para ver la gravedad y le enumeré todos los síntomas, y le dije que cómo era posible que den de alta a un paciente con una hemorragia, a lo cual, entonces, sí pidió el último reporte, y entonces me dijo que iba a continuar en el hospital. Aunque después de lo anterior la atención fue mejor, siguieron las deficiencias, porque a pesar de que mi ser querido se encontraba sumamente débil, lo ponían en ayunos prolongados. Al final tuvieron que hacerle varias transfusiones y finalmente no resistió. Además de todo, nunca nos dieron un diagnóstico de cuál era el problema. Con el IMSS, a un tío no lo recibieron en urgencias porque dijeron que no estaba tan mal y que lo atenderían en consulta externa, dándole una cita para una semana después. Al asistir a la cita, resulto que no estaba el ‘doctor’, que había tenido que salir. Entonces lo citaron para otra semana, a la cual no pudo asistir porque murió. Estoy seguro de que diariamente en estos hospitales se viven tragedias y pérdidas de vidas humanas, donde en muchos casos pudieran evitarse” (Gerardo Sotelo, cyrgerardosotelo@hotmail.com).
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