Juárez: el terrorismo del Ejército
SABINA BERMAN
Algo no funciona en la guerra contra el narco. Algo o muchas cosas. Algo está torcido y cruzado en el mecanismo de una ametralladora que dispara a donde no debe disparar y aun cuando sí da en el blanco previsto no merma al enemigo, lo fortalece.
Ahora lo dicen unos cuantos legisladores y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México y el Human Rights Watch de Washington, pero eso ya lo sabían los habitantes de Juárez, la ciudad más militarizada del país. Lo sabían desde hace un año: algo muy terrible no funciona en esta guerra.
Hace dos años y medio, asolados entonces por un crimen rampante en la ciudad (el robo, el secuestro, los levantones de personas, el asesinato de mujeres luego de ser violadas, el fuego cruzado de los cárteles y sus muertos premeditados y sus muertos accidentales), los juarenses recibieron al Ejército eufóricos. Ahora, quieren que se vayan los soldados. Cada semana hay marchas pacíficas que lo reclaman. Marchas pacíficas pero de gente desesperada.
¿Qué demonios pasó en Juárez? En una ciudad relativamente pequeña, de un millón de habitantes, hoy existen cerca de 10 mil soldados, más 2 mil efectivos de la PGR, y en lugar de que tanta fuerza pública imponga por fin la ley, han aumentado los robos y los secuestros y los asesinatos y el fuego cruzado de los cárteles y sí, también, han aumentado las mujeres levantadas.
Lo que pasó es que más allá de lo que en un principio los juarenses pudieron suponer, el hecho es que el Ejército no salió a las calles para defender a la población civil ni para combatir al narco.
Voluntad o no del presidente Calderón, la acción real del Ejército ha sido la represión de los ciudadanos de bien: los trabajadores, los universitarios, las amas de casa: la gente pacífica. A esos son a los que los soldados detienen en retenes, en cuyas casas se meten con las armas en ristre y donde de pasada cometen todos los abusos, abusos que se les permiten, desde robo hasta la desaparición de personas.
¿Y a la hora que cruza una caravana de automóviles con los cristales polarizados (que están prohibidos en Juárez y son la señal de que se trata de vehículos del narco)?; ¿y a la hora de que sucede un crimen en vía pública, a plena luz del sol?; ¿en ese momento, qué hacen los soldados?
Se lo pregunto a X, que no quiere que publique su nombre. Ya ha tenido enfrentamientos con la PGR por andar organizando marchas pacíficas. Ya “la andan buscando” por dar voz en otros eventos públicos, plantones, desplegados, pronunciamientos, a la desesperación de la gente. Ya 15 soldados se apersonaron en su casa para saludarla.
–¿Qué pasa entonces? –le pregunto.
–A la hora de los asaltos, secuestros o ejecuciones, brillan por su ausencia, y si la casualidad los puso, como nos pone a todos, en el momento de un acontecimiento (criminal), se dan la vuelta para no entorpecer los “trabajitos” de los sicarios.
–¿Pero por qué se dan vuelta? ¿No quieren o no pueden enfrentarlos?
–Ambas cosas. Se dan la vuelta por falta de capacidad y de voluntad.
–Una pregunta corta: ¿Cuánto han aumentado los levantones de mujeres jóvenes?
–El Diario de Juárez hizo recientemente un recuento: van 50 desaparecidas desde finales del año pasado hasta hoy.
Es decir, si se compara con números de hace tres años, cuando no estaba el Ejército, su número se ha triplicado.
Pero vuelvo a las preguntas sobre el Ejército:
–¿Qué ha pasado entonces dentro de las filas del Ejército? Creíamos hasta ahora que el Ejército es la única fuerza armada disciplinada y honorable.
–Pues se han corrompido al existir en un estado de impunidad, una impunidad inimaginable aún para ellos antes (de su estancia en Juárez). Este gobierno abrió la caja de Pandora, a ver después quién regresa al Ejército a su papel original, luego de que están probando las mieles de los botines que arrebatan a los ciudadanos, luego de que gozan de un permiso irrestricto para matar y luego de haber sido convidados a la mesa del poder. Premeditadamente o no, acá en Juárez se ensaya un terrorismo de Estado. Nos han metido el miedo hasta los huesos.
Me explica con más detalle: “Un terrorismo de Estado: el Ejército se conforma con mantener el control de la población civil de una zona cada vez más vulnerada en sus instituciones y en su estado de derecho. Cada vez con mayores problemas de convivencia social, con graves rezagos y sin una salida económica ni política en el panorama”.
Es decir, la “estrategia” (por llamar de alguna forma a este quehacer sin porvenir positivo) es suplir la anarquía (la ausencia de Estado) con el control del terror, pero de la población desarmada.
¿Hasta cuándo se le permitirá al Ejército esto en Juárez? ¿Y de Juárez hasta dónde más puede expandirse esta “estrategia”?
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