Riesgo en el senado

Riesgo en el senado

El Ombudsman o presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos no sería, ni con mucho necesario, si los mecanismos de procuración e impartición de justicia previstos en la Constitución (y que paga el pueblo precisamente para que no se violen los derechos humanos de ningún mexicano) verdaderamente funcionaran y cumplieran con su responsabilidad para que ninguna autoridad violentara las garantías individuales de los ciudadanos.

La realidad ha sido distinta, los mexicanos vivimos amenazados por excesos, abusos y agresiones de quienes debían cuidarnos y respetarnos persiguiendo, en cambio, solo a quienes cometieran delitos y atentaran contra la convivencia en el orden y el respeto a la Ley.

Por eso resulta un tanto absurdo el que además de los costosos aparatos de prevención y enjuiciamiento que existen y se han creado en México, se haya tenido que abrir un nuevo organismo que es el defensor de los derechos humanos para que les este diciendo a las autoridades en funciones que no agredan a los ciudadanos porque cada mexicano es titular de derechos humanos inviolables.

Pero, por si fuera poco, en la Cámara de Senadores priistas y panistas quieren atropellar el derecho que corresponde en exclusiva a la titular de la Comisión de Derechos Humanos de ese organismo de representación, doña Rosario Ibarra para valorar y proponer a quien debe suceder al actual ombudsman José Luís Soberanes. En franca conclusión ambos partidos quieren meter la mano para imponer a alguien a modo del gobierno calderonista.

Nadie con la autoridad moral y digna trayectoria que doña Rosario tiene para cumplir con la facultad que la ley le confiere para la selección del próximo Presidente de la CNDH. Si alguien ha sido defensora de los derechos humanos, sobre todo de los que desde hace ya muchos sexenios se violan sistemáticamente por los gobiernos con el Ejército y policías, secuestrando y desapareciendo a hombres y mujeres, ha sido la dirigente del grupo “Eureka”. Su vida ha sido un ejemplo de solidaridad con las madres de los jóvenes desaparecidos en defensa del derecho de sus hijos a vivir y, el de las propias “doñas” que tienen derecho a tenerlos junto a ellas.