Fuerza y Luz

Fuerza y Luz

La condición sindical beneficia a menos del 12 por ciento del total de la población económicamente activa. La mayoría forma parte de los llamados sindicatos blancos, un número muy menor se presenta como “democrático” y un porcentaje ínfimo vive efectivamente la democracia como actualización, servicio equilibrio y transparencia.

Es posible que el destino del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) esté sellado. Coloco a este sindicato en la segunda de las tres categorías mencionadas. En los escritorios de quienes parecen inclinarse por su asfixia financiera y la confrontación política, ambos detonados por un proceso de reelección interna que se presenta como muy cuestionable no hay ya que discutir. Ahora el SME es para sus aspirantes a liquidadores “un monstruo burocrático de resultados mediocres”.

Después de la crisis de 1995 algunos sindicatos tomaron una decisión al mismo tiempo moderna y respetuosa de los derechos de sus integrantes. Propusieron que era necesario que los sindicatos y las empresas se modernizaran, aceptaron reducir momentáneamente salarios, generalizar capacitación, generar nuevos servicios, productos y mejorar la calidad de estos y consiguieron estabilidad laboral, espacios en los consejos de administración donde podían hacerse escuchar e incluso, lo extraordinario: indexación del salario a la inflación. Fue el caso, por ejemplo, del Sindicato Independiente de Trabajadores de La Jornada (Sitrajor).

Otros sindicatos tienen estructuras cuya intocabilidad le garantiza a sus dirigencias privilegios desconocidos y onerosos para el erario público. Pero lo inaceptable es que sean contestatarios de un discurso hegemónico.

Porque, de no ser así, ¿a qué se debe que los sindicatos Nacional de Trabajadores de la Educación o el Petrolero no sean sujetos a la misma revisión y determinación de la autoridad federal para evidenciar los que parece que son datos duros respecto a la ausencia de democracia y transparencia sindical?

Comisionado Ciudadano del InfoDF