Profecía siniestra
Una vidente vaticinó que seis políticos de Atlacomulco serían gobernadores, uno presidente; el Opus Dei ve en el mandatario actual esa posibilidad
Lydiette Carrión
El gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, se ha convertido en el personaje central para que la Obra de Dios –el Opus Dei– alcance la Presidencia de México en 2012 y para que la gran familia política de Atlacomulco controle la política mexicana, dominio que busca desde principios de la década de 1940.
De acuerdo con el libro Negocios de familia. Biografía no autorizada de Enrique Peña Nieto y el grupo Atlacomulco –que por varias semanas se ubicó como el libro más vendido en las librerías de El Sótano y el tercero en las Ghandi– la llegada de Peña Nieto a la gubernatura no fue una maniobra al azar ni caprichosa de su tío y antecesor –el también atlacomulquense– Arturo Montiel.
El acercamiento de Peña con el Opus Dei –la secta con más poder en la iglesia Católica, desde el papado de Juan Pablo II– no es nuevo si se toma en cuenta que dos de los antepasados más ilustres de Atlacomulco, el tres veces obispo Maximino Ruiz y Flores y el primer obispo de Toluca, Arturo Vélez Martínez abrazaron la causa Guadalupana, la misma que san José María Escrivá de Balaguer.
Escrito por Francisco Cruz, editor general de El Periódico, y Toribio Montiel, sobrino de Arturo Montiel, el libro –que circula en su segunda reimpresión desde que a fines de junio salió a la venta– tiene la cualidad de parecer una novela no ficción de la Revolución Mexicana y desentraña el lado oscuro de la familia que por casi seis décadas ha controlado la política del estado de México, y ahora maneja un presupuesto sexenal cercano a un billón de pesos para impulsar la candidatura presidencial de Peña Nieto.
Negocios de Familia relata cómo todo este poder encumbra a Peña, un celebrity, que está apunto de cumplir la vieja profecía de una vidente atlacomulquense –Francisca Castro– quien le dio cohesión a los políticos de Atlacomulco cuando a principios de los 40 advirtió que seis gobernadores saldrían de ese pueblo y uno llegaría a la Presidencia de la República.
Desde entonces, todos le apuestan a cumplir la profecía.
El texto viaja del origen del grupo, cuyo prototipo se halla en la figura del diplomático Isidro Fabela como gobernador del estado de México.
Aunque este personaje está considerado el creador de la tradición de la política
exterior y héroe del México posrevolucionario, su llegada al estado de México está marcada por el crimen –político– de su antecesor, Alfredo Zárate, en 1942.
La llegada de los Hank
Negocios de familia desentraña también el dudoso origen del profesor Carlos Hank González. Su llegada a Atlacomulco para buscar, entre otros datos, las pistas sobre la verdadera identidad de su padre, sospecha que recae en dos curas católicos: Cardencio González Tenorio y Fermín de Jesús Villaloz, además de descartar a su supuesto padre, el alemán Jorge Hank Weber.
Si bien Carlos Hank nació en Santiago Tianguistenco y allá edificó su fortaleza,
Atlacomulco fue la cuna de su poder, a través de los Montiel y, luego, de Isidro Fabela. Allí también puso los cimientos de su gran fortuna.
Por primera vez se cuenta por qué este maestro de escuelas primarias y secundarias no hizo nada, cuando fungió como regente del DF, contra el jefe de policía Arturo Durazo, quien controlaba la delincuencia organizada en gran parte del centro del país. De los cuerpos policíacos de esta época surgieron criminales como Nicolás Caletri, El Mochadedos y Daniel Arizmendi, El Mochaorejas.
Finalmente, el hilo conductor de Negocios de Familia es la apuesta del grupo Atlacomulco: Enrique Peña Nieto, un personaje cuyo presente y pasado inmediato está lleno de incógnitas y escándalos. Desde la muerte de su esposa, su relación con las televisoras, el poder detrás de su poder (Carlos Salinas), y como corolario, su carencia de pensamiento propio.
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