lunes, 14 de diciembre de 2009

El inquilino se aplaude a sí mismo



México SA
El inquilino se aplaude a sí mismo
Fracasó el presidente del empleo
Carlos Fernández-Vega

Muy contentos andan en Los Pinos por lo que llaman signos de recuperación en el empleo. Tanto, que el inquilino de la residencia oficial se aplaude a sí mismo, porque, dice, no sólo no se perdieron (plazas laborales de enero a noviembre del presente año), sino que hubo un saldo positivo de 24 mil puestos de trabajo. Qué bueno que sea feliz con las migajas, pero su propia alegría devela que si ése es el saldo positivo, entonces cuando menos otros 976 mil mexicanos quedaron totalmente relegados de la fiesta calderonista, porque anualmente alrededor de un millón de paisanos se incorpora por primera vez al mercado laboral en demanda, precisamente, de empleo.

¿Realmente se recupera el empleo? Y de ser correcta la versión, ¿en qué condiciones? Va un paseo por este delicado asunto, por cortesía del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del ITESM, campus Estado de México (2009: la crisis del modelo económico): de acuerdo con la última publicación trimestral de los indicadores estratégicos de la encuesta nacional de ocupación y empleo (Inegi), si se compara el número de personas desocupadas en el tercer trimestre de 2009 con lo observado en el mismo periodo de 2006 puede afirmarse que el saldo de la pérdida de empleo es de 1.1 millones de personas. Al mismo tiempo el incremento en el número de gente que ha pasado a la informalidad se encuentra estimado en cerca de 970 mil. Derivado de lo anterior no es de sorprender que exista un aumento de 793 mil trabajadores en situación de tener un empleo que no les da acceso a un sistema de seguridad social. A lo anterior debe agregarse que en el mismo lapso 1.4 millones de empleados vieron perder prestaciones laborales adicionales a las de los servicios de salud.

Ésos parecen ser los referidos signos de recuperación en materia laboral. El CIEN detalla que el fin de 2009 “marca la culminación de la primera parte del sexenio, y con ello se tiene material suficiente para evaluar el desempeño económico, político y social del mismo. Durante la campaña política de 2006 una de las frases que más caracterizaron la oferta de la actual estructura gobernante fue la de convertir al Poder Ejecutivo en el ‘presidente del empleo’, razón por la cual parece oportuno iniciar las reflexiones justamente en esta materia”.

Lo previamente descrito se registra al mismo tiempo que se incrementan las relaciones laborales sin contrato escrito entre trabajadores y empresas: al cierre de septiembre del presente año 13.2 millones de personas se encontraban en dicha situación, es decir 386 mil más que a finales del mismo mes de 2006. “La evidencia estadística permite establecer que la situación del mercado laboral se ha deteriorado de manera significativa durante la primera mitad del sexenio, algo todavía más preocupante cuando se toma en cuenta que cada año se debieron generar un millón de empleos para cubrir los requerimientos que por crecimiento poblacional tiene el país. Dado que los incrementos salariales en términos reales reflejan una marcada pérdida del poder adquisitivo de las personas que aún conservan su empleo, como conclusión puede plantearse que el objetivo de generar una ‘presidencia del empleo’ ha fracasado”.

La raíz del problema se encuentra en la falta de crecimiento económico, aspecto donde no existe una iniciativa oficial bajo la cual se pueda estimar que a corto plazo se dará solución a una complicación mucho más grave que la acontecida durante la crisis de 1995. La negación de los problemas y ver el vaso medio lleno no sirven para solventar las necesidades de un país que cuenta con recursos naturales y gente preparada, pero que no tiene una estrategia económica y social bien estructurada. Ante la falta de un proyecto que desarrolle al mercado interno no es de extrañar que la recesión de Estados Unidos haya afectado la actividad industrial mexicana, hecho que se dio mediante el colapso de las exportaciones. A mitad del sexenio la economía mexicana tiene una numeralia que en el mejor de los casos remite a la nación a finales de 2006, y en la mayor parte a años previos o, todavía más grave, a la década pasada, principalmente en materia de empleo.

El desafío que esto representa para México hace patente la necesidad de rescribir los objetivos del país, de replantear el papel de las instituciones y de los liderazgos que son requeridos para hacer frente de manera exitosa a la realidad económica, política y social. La eficiencia en la aplicación de los recursos y el fin de la retórica son imprescindibles para comenzar a reformar al Estado, donde el actual gobierno no ha tenido el éxito deseado. Todo lo anterior sin lugar a dudas resume que el objetivo de empleo no únicamente no fue alcanzado, sino que en realidad lo que ha pasado es un severo retroceso en las condiciones laborales y, como consecuencia natural, en la calidad de vida de la población. Ante este contexto no es de extrañar que a corto plazo exista un sustancial incremento en los niveles de pobreza, hecho que no se podrá resolver si no existe generación de empleo con salarios dignos.

A diferencia de otros países, incluso en Latinoamérica, el gobierno calderonista no ha podido establecer políticas anticíclicas con la eficacia necesaria, tal y como demuestran los pobres resultados en materia de empleo, crecimiento económico, pobreza, inversión nacional y extranjera, comercio exterior y competitividad, entre otros. Más aún, de acuerdo con las intenciones manifiestas en la presentación del paquete económico 2010, el énfasis del gobierno federal pareciera más bien recaudatorio que de estímulo al crecimiento, en momentos que requerimos detonar la actividad productiva. En este contexto hay que subrayar que una vez alcanzado, aparentemente, el nivel más bajo en la actividad económica el proceso de recuperación será todavía muy complejo, tanto por el menor número de empresas como por el hecho de que las restantes habrán de ocupar su capacidad ociosa antes de pensar en reactivar las contrataciones. El diagnóstico indica que en tres años –los de Calderón en Los Pinos– destaca la nula generación de empleo: apenas 83 mil trabajos, es decir, poco menos de 28 mil por año, a todas luces insuficiente para una economía que reclama un millón de plazas nuevas sólo por el ritmo de crecimiento de la población, amén del constante deterioro en la calidad del empleo.

Las rebanadas del pastel

Qué bueno, pues, que, según el inquilino de Los Pinos se registren signos de recuperación en el empleo, o lo que es lo mismo, México apenas tiene un catarrito en materia laboral.

cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx

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Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV

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