La poca accesibilidad a servicios financieros tradicionales ha conducido a una ausencia de servicios de ahorro en el sector agropecuario, a una baja penetración del sistema de pagos y a un sistema de financiamiento caro, poco eficiente y compuesto por una multiplicidad de fuentes, indica un reporte del Banco Interamericano de Desarrollo
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) advierte que en los próximos 10 años habrá en el sector rural unos 17 millones de habitantes que podrían ser bancarizados. Sin embargo, el Estado mexicano no tiene afianzados mecanismos que permitan a la población más pobre del país obtener créditos que les proporcionen una mayor producción.
El Informe de consultoría servicios financieros rurales en México, bajo el proyecto ME-P1033, indica que en México, el sector financiero formal tiene una muy baja penetración en la economía rural. A la fecha, amplios segmentos de la población y, destacadamente, de los productores agropecuarios de ingresos medios y bajos, no cuentan con acceso a servicios sostenibles.
Consecuencia de ello, el BID propone al gobierno mexicano que la oferta de servicios de crédito sea provista por entidades que no pertenecen al sistema financiero regulado, tales como dispersoras de crédito, parafinancieras y entidades financieras populares que todavía no operan bajo la Ley de Ahorro de Crédito Popular.
“Causa especial preocupación que sus clientes no son reportados a los burós de crédito y que por lo tanto quedan incapacitados para construir una historia financiera que les dé acceso a una mayor gama de instituciones financieras y de servicios”, dicen los investigadores Juan Buchenau y Gustavo A. del Ángel, encargados del proyecto.
Entre las principales deficiencias que resalta el BID a la promoción del financiamiento rural del Estado mexicano, están la falta de coordinación entre las entidades y dependencias con programas similares, que resulta en una menor efectividad; carencias en el monitoreo y evaluación de los programas con respecto de los resultados esperados y en especial con respecto de la sostenibilidad de los mismos en el tiempo y su relación costo-beneficio; carencias en el diseño de algunos de los mecanismos, de tal manera que existe duplicidad y se generan distorsiones, incertidumbres y desincentivos a la oferta privada.
“La magnitud de la tarea pendiente queda de manifiesto si se considera que alrededor del 74 por ciento de los municipios mexicanos, en los que habita el 22 por ciento de la población, no cuenta con acceso a una sucursal bancaria”.
Las acciones tendientes a fortalecer la demanda “deja mucho que desear”. Los mecanismos empleados, como garantías líquidas, subsidios a los costos de las entidades y de productores agropecuarios de ingresos medios y bajos, subsidios a las tasas de interés, entre otros, no generan por sí solos las condiciones para el acceso permanente de los campesinos a servicios financieros, dice el informe de consultoría.
Pobreza, sin accesos
De acuerdo con la consultoría del BID, la población ocupada en el sector agropecuario es principalmente de bajo ingreso, y estima que hasta las cifras contabilizadas en 2004 había un total remunerado de 5.13 millones, de los cuales 2.7 millones ganaban menos de un salario mínimo. “Esto ha estado relacionado con la pobreza en la que ha permanecido sumergida la población de este sector.
“Desde hace ya varios años, las actividades agropecuarias representan una parte menos importante de los ingresos, mientras que el ingreso no agropecuario y las remesas han ganado relevancia. Además ha habido una tendencia a obtener ingresos en trabajos no agrícolas, muchos de ellos temporales”, indica.
En la población rural, los bajos niveles de ingreso, así como la pobreza y la marginación van asociados a una alta dispersión de las localidades. Según el BID, el 67.8 por ciento de las localidades rurales registra menos de 50 habitantes.
Precisa: “Esto se explica, en parte, que la mayor parte de la población agropecuaria se concentre en tierras de alto rendimiento. No obstante, hay una proporción importante de la población que vive en comunidades remotas y áreas marginadas. El aislamiento de las comunidades rurales va asociados a altos grados de marginación”. Entre los estados que destacan con estas características, se encuentran: Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz.
Además, menciona que la dispersión y la marginación en la que subsisten las comunidades de estos estados implican una tasa muy baja de bancarización y acceso a los servicios financieros formales o tradicionales. Consecuencia de ello, el 74 por ciento de los municipios que incluyen 22 por ciento de la población nacional no tiene acceso a sucursales bancarias. Y menciona que el crecimiento de las sucursales bancarias de los últimos 10 años ha estado concentrado en poblaciones que no son agropecuarias y que tienen mayor concentración de la población.
“La banca no suele ubicar sucursales en localidades con menos de 2 mil 500 habitantes. En 2006, el país contaba con alrededor de 10 mil 800 sucursales bancarias y de entidades de ahorro y crédito popular, siendo los principales la banca múltiple y las cajas populares y solidarias y Bansefi (Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros)”, dice.
Los investigadores explican que la demanda de servicios financieros en el medio rural, tanto para empresas e individuos, es distinta de su contraparte urbana. En primer lugar, por la naturaleza de los riesgos de la actividad agropecuaria y por la estacionalidad de las actividades. En segundo lugar, por la diversificación de fuentes de ingreso de los hogares rurales. En ese sentido se considera que hay un desfase en los servicios financieros que se ofrecen en el país, tradicionalmente de corte urbano, con las necesidades del sector rural.
Las condiciones generadas por ingresos estacionales, ausencia de salario fijo, altos riesgos de salud y exposición a riesgos naturales hacen a esta población particularmente vulnerable. Esto incrementa la necesidad de mecanismos de ahorro y aseguramiento adecuados a esta población.
El BID estima que en los próximos 10 años habrá en el país 17 millones de personas por bancarizar, la mayoría de éstas estará en zonas urbanas y semiurbanas.
Estructura de servicios
Según las investigaciones de Buchenau y Del Ángel, la estructura de servicios financieros al sector agropecuario y rural está caracterizada por bajos niveles de penetración de la banca comercial, una alta multiplicidad de organizaciones y mecanismos de financiamiento, y una fuerte presencia de programas del Estado que inciden sobre los mecanismos de financiamiento.
En el caso de las economías rurales, éstas continúan con niveles de bancarización bajos o nulos, poco acceso a servicios financieros y un panorama futuro incierto sobre este tema.
La principal fuente de crédito de las empresas agropecuarias son las compras a crédito; éstas representan alrededor del 80 por ciento de las transacciones crediticias y alrededor del 45 por ciento de los montos otorgados.
Otras fuentes relevantes son los socios o accionistas, la banca comercial y la banca de desarrollo. En el caso de los individuos empresariales, las compras a crédito representan aproximadamente el 60 por ciento de las transacciones de crédito y alrededor del 45 por ciento de los montos otorgados. Otras fuentes relevantes son los préstamos de amigos y parientes y de intermediarios financieros no regulados.
En cuanto a la banca comercial, el financiamiento al sector agropecuario ha disminuido como proporción de la cartera total de la banca comercial, tanto de la cartera total, como de la cartera del sector privado.
La poca bancarización del sector rural y la baja participación del crédito agropecuario en la cartera de la banca comercial en México han sido tendencias seculares a lo largo del siglo XX, explicadas en parte por la menor participación del sector agropecuario del Producto Interno Bruto, pero también por el historial de riesgos del sector (las gráficas siguientes muestran esta tendencia). El financiamiento otorgado por la banca privada ha caído por debajo del 2 por ciento del financiamiento bancario total.
Los riesgos de la banca
Uno de los aspectos más importantes para explicar la tendencia decreciente de la cartera agropecuaria de la banca es la covarianza de riesgos que enfrentan los intermediarios financieros en el sector agropecuario, dice el organismo financiero.
Ello aunado a un conjunto de inhibidores del financiamiento bancario y, en general, del financiamiento por intermediarios tradicionales, así como factores que elevan el costo de financiamiento.
“Un aspecto fundamental para explicar este fenómeno ha sido la historia reciente de crisis en el sector bancario. Esto, combinado con los problemas del sector agropecuario, ha generado altos niveles de cartera vencida en el sector. No obstante, la ausencia de financiamiento al sector en México es un problema que siempre ha estado presente.
“Esto se debe a la existencia de mercados más atractivos como el de consumo y vivienda, así como una serie de factores que incrementan el riesgo y que son inhibidores del financiamiento”, concluye.
Factores de riesgo:
Riesgos inherentes al sector | Meteorológicos, biológicos y desastres naturales. Estacionalidad. Riesgos de mercado. |
Factores que incrementan el riesgo y que son inhibidores del financiamiento | Entorno legal incierto. Poca estabilidad y previsibilidad en subsidios y programas de gobierno. Carencia de padrón confiable de sujetos de crédito. Problemas de definición de derechos de propiedad de las tierras. Dificultad para ejecución de garantías reales. Bajo nivel de educación formal de los sujetos de crédito. Institucionalidad pobre de procedimientos públicos y privados. Politización histórica del sector. Incremento en niveles de inseguridad local. |
Factores que tienen un efecto negativo sobre el financiamiento | Apalancamiento excesivo de productores, así como de agentes dispersores de financiamiento. Minifundismo: cultura de los productores de negocios individuales. En algunos lugares, ausencia de un mercado efectivo de tierras. Condiciones de marginación y trampas de pobreza. Existencia de una cultura de no pago en algunas zonas. |
Fuente: Servicios Financieros Rurales en México, BID.
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