lunes, 15 de marzo de 2010

Jesús Reyes Heroles o el estadista



Manuel Camacho Solís
Jesús Reyes Heroles o el estadista
15 de marzo de 2010


2010-03-15




A 25 años de su muerte, el perfil de estadista del mexicano Jesús Reyes Heroles cobra mayor nitidez. Hizo. Lo que hizo, quedó. Y su obra es hoy tan relevante o más que cuando la emprendió. Fue un estadista: tuvo la visión para reconocer lo que era importante, la habilidad para impulsarlo y el carácter para defenderlo.

Se le podría recordar por muy diversas acciones, pero hay tres que lo levantan sobre la mayoría de los políticos de su generación: su paso por Petróleos Mexicanos (Pemex) por el impulso que dio, con Javier Barros Sierra, al desarrollo tecnológico y por la cancelación de los contratos de riesgo; la reforma política de 1977 que abrió el pluralismo y dio paz a nuestro país; y su fortaleza interna para no haberse dejado confundir y arrastrar por los espejitos del patrimonialismo.

El mayor mérito de don Jesús Reyes Heroles no fue redactar una nueva Ley Electoral (con José Luis Lamadrid) y lograr su aprobación. Su mayor mérito fue imaginar que esa Ley y la amnistía de los presos políticos serían mucho más eficaces para fortalecer al Estado mexicano que las policías antimotines, las brigadas blancas, los halcones y la censura. Su mérito fue correr los riesgos que en ese momento significó optar por un cambio.

Lo primero fue convencer al presidente. Le ofreció una idea que le resultó atrayente. Pero sobre todo le ofreció una operación política para liberarlo de su antecesor.

Ante la tormenta definió el rumbo y aguantó el timón por un tiempo suficiente como para sacar la nave del Estado del ojo del tifón. En medio de la turbulencia económica, Don Jesús marcó la distancia respecto al Presidente anterior y su diseño de maximato. Tomó el control del gabinete y lo recompuso para ganar autonomía. Tomó el control de las cámaras. Hizo sentir su presencia con los gobernadores. Se sentó con los medios para darles confianza y también para recordarles que existía la autoridad. Se sentó con la jerarquía de la Iglesia católica sin debilitar al Estado laico.

La reforma política fue su momento estelar. Abrió el diálogo con la oposición e hizo política, mucha política, para bajar el peso de la coerción, sin dejar de mantener la cuerda tensa. Cautivó a los intelectuales para que legitimaran su reforma. Se acercó a la nueva generación de políticos y periodistas y les abrió espacios: el más importante, el de compartir la información y entusiasmarlos con un proyecto de apertura democrática.

Don Jesús tuvo la cabeza y el carácter necesarios para ser un político diferente. Su liderazgo en la reforma política lo puso en su punto más alto: frenó la descomposición del Estado con una bocanada de libertad. Cuando sus enemigos internos lo acusaban de ser un traidor a su partido y al presidente: primero, se encorajinaba y dudaba por un momento; después se burlaba; terminaba por disfrutar el combate con la pasión de un partidario y la serenidad de quien había dedicado años de reflexión y ejercicio político para poner en perspectiva los riesgos que acechaban a México y concebir cómo reformar a un Estado decadente.

Coordinador del diálogo para la reconstrucción de México (DIA)


Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV

No hay comentarios: