EDITORIAL
Como parte del arraigado pensamiento guadalupano (creyente en milagros y cosas sobrenaturales) hay quienes creen firmemente que los reacomodos políticos son consecuencia de un quehacer ciudadano; e inocentemente esperan un cambio.
Hablar de revueltas ciudadanas y despertar de consciencias, es querer darle a la piñata sin haberse quitado la venda de los ojos (literalmente palos de ciego para ver si le atinan a alguno)
Afirmar que hubo un movimiento del Pueblo, es pasar por alto un abstencionismo superior al 60 %. El show se lo cocinaron entre ellos mismos (entre los políticos) y se lo comieron ellos solos.
Los ciudadanos sin Partido, no votaron. Y si hubo reacomodos, es porque olvidando principios e ideologías (traicionándose a sí mismos sería más explícito) se coludieron y le echaron montón al PRI.
Si hubieran seguido cada cual por su cuenta (sin amafiarse ¡Vaya!) y se sumaran los votos que independientemente tuvieran, el resultado sería más o menos el mismo. El Pueblo, harto de promesas y corruptelas, sabedor de que su voto lo negocian sus honorables “representantes”, no votó. Los Partidos votaron entre ellos mismos.
A eso los políticos llaman democracia; y los honorables medios de comunicación se refieren al 4 de Julio como el súper domingo. Tristes ratones verdes de la política y de la democracia que con tan poco se atragantan.
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