Laura Itzel Castillo
Frente al desastre ecológico derivado de la explosión de la plataforma marina en las costas de Lousiana, Deep water horizon, el papel de nuestro país fue extremadamente débil. La crisis ambiental del Golfo de México fue soslayada y atendida mediante la simulación.
Nancy Pelosi, líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Estados Unidos, dijo que British Petroleum mintió sobre la magnitud del derrame. Recordemos que empezaron diciendo que eran mil barriles diarios, luego 5 mil, después 16 mil y finalmente más de 40 mil barriles diarios, equivalentes a 100 albercas olímpicas diarias.
El 3 de junio de 1979, frente a las costas de México, en aguas del golfo cercanas a Campeche, se produjo un accidente: la explosión del pozo Ixtoc 1. En aquella ocasión el derrame duró 10 meses. Estados Unidos se apresuró a demandar a Pemex y a las empresas contratistas que se encontraban perforando.
SEDCO era una de las empresas participantes. Se sabe que en la actualidad está fusionada con Transocean, que es la contratista de British Petroleum (BP) en el Deep water horizon. Transocean estaría ligada a Schlumberger, donde Adrián Lajous, ex director de Pemex, “casualmente” es socio y directivo.
En el accidente, según las agencias norteamericanas, murió una gran cantidad de especies. Entre ellas, tortugas marinas, delfines, aves migratorias, gran variedad de peces y ballenas. Pero aún más grande es la contaminación del plancton y los microorganismos, con graves consecuencias a largo plazo. Estos microorganismos son la cabeza de la cadena alimentaria, que igualmente fueron afectados por los químicos dispersantes utilizados, cuyos daños pueden ser aún más nocivos que el mismo aceite derramado.
Debido a la enorme demanda de petróleo de nuestro vecino país, las transnacionales se han abocado a reducir costos. Eso significa un riesgo en la operación debido a que, a menor tiempo, mayor es la ganancia.
Durante la reforma energética en 2008, quienes finalmente la aprobaron mintieron, y siguen mintiendo, al afirmar que la tecnología no se podía rentar o comprar. Es evidente que BP, el responsable del desastre, contrató tecnología de Transocean y de Halliburton.
Pero ahora con información oficial también sabemos que en aguas profundas mexicanas se han perforado 14 pozos, en los cuales no se ha encontrado una sola gota de petróleo, a pesar de que se invirtieron 17 mil millones de pesos; 13 pozos secos y uno sólo con gas, pero ninguno con aceite. Podríamos decir que no sólo tenemos explotación irracional, sino exploración irracional.
Pero mientras eso pasa en México, EU decretó una moratoria sobre la perforación de nuevos pozos profundos y suspendió por seis meses la autorización de nuevos permisos. Noruega actuó en igual forma.
Las normas técnicas en nuestro país no establecen nada sobre derrames ni planes de contingencia, y tampoco dicen nada sobre pruebas de preventores, capacitación de personal o pruebas de cimentación. En EU, sí. La explotación en aguas profundas mexicanas es innecesaria porque existen otros yacimientos, también porque no sería rentable, y finalmente porque no existe tecnología segura.
Se debe contemplar que hay otras alternativas para producir energía: debemos voltear hacia las nuevas energías renovables.
No es posible que Estados Unidos asesine a migrantes, mate a niños mexicanos en la línea fronteriza y además contamine impunemente nuestros mares. El colmo es que, a cambio, sólo reciba una abierta sumisión con un fuerte apretón de manos.
México debe proteger su ambiente, exigir la reparación del daño, mitigar las afectaciones, racionalizar su política energética y asumir que la tecnología actual es contraria al principio precautorio en medio ambiente. En pocas palabras, un papel digno a nivel internacional.
Fuente: El Universal
Difusión: Soberanía Popular
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