José Antonio Crespo
La semana pasada, múltiples cartonistas, a iniciativa de Rius, impulsaron una campaña de protesta ante la violencia desatada como consecuencia de la guerra contra el crimen organizado. Es un reclamo específico a la estrategia de Felipe Calderón, que no sólo parece haber sido inútil, sino contraproducente. Dice Calderón que la mayoría de las muertes son provocadas por los criminales, no por el gobierno (aunque no pocos han caído por abusos, negligencia o errores de la policía y el Ejército). Pero si las muertes fuesen provocadas en parte por la estrategia misma, entonces el reclamo sería válido. La objeción de Calderón equivale a decir que quienes provocan las picaduras por toda la casa son las avispas; sí, pero el reclamo es también a quien se le ocurrió darle de escobazos al panal a diestra y siniestra, sin ton ni son. El gobierno y sus intelectuales y comunicadores orgánicos insisten en que la protesta debe hacerse a los criminales. Todos lo hemos hecho así desde el principio; la condena a la delincuencia es punto de partida, pero no podemos quedarnos ahí. Debe pasarse a la discusión de cómo enfrentarla con más eficacia, y evaluar la estrategia calderonista, sea para profundizarla, modificarla o desecharla. En eso estamos hace ya buen tiempo, pero por lo visto no todos se han percatado de ello (el propio Calderón ya ni siquiera recuerda cómo denominó su estrategia y, dados los resultados, probablemente tampoco recuerda en qué consistía).
La pregunta clave es, desde luego, si la narcoviolencia es originada esencialmente por la guerra entre cárteles —en cuyo caso el reclamo a Calderón estaría fuera de lugar— o debido a la estrategia seguida por el gobierno —y entonces estaría justificada la protesta contra esa política—. El gobierno insiste en lo primero; la violencia tiene como principal origen la guerra entre cárteles. Pero la información divulgada y analizada por Fernando Escalante en la revista Nexos (enero, 2011) permite inferir que si bien la criminalidad en general había venido disminuyendo desde 1997 en caída libre, a partir de 2008 se disparó exponencialmente (subió 50% ese año, y otro 50% en 2009). Algo debe haber tenido que ver la aplicación de la estrategia contra el crimen por parte de Calderón. Escalante opina que no es la guerra entre cárteles lo que desata la violencia, pues en los estados donde ésta se dispara son donde “se realizaron los primeros operativos conjuntos y donde se desplegó el Ejército para ocuparse de la seguridad pública”. Y justo son estos operativos policiaco-militares los que distinguen la política contra el crimen organizado de Calderón respecto de la aplicada por sus antecesores. Por ello no es casual que el punto de inflexión ocurra en 2008 y continúe en 2009 (y también en 2010). El gobierno replica que primero fue la violencia, luego los operativos. Suena lógico. Pero Escalante demuestra que primero fue la violencia, luego los operativos, luego una pequeña disminución de la violencia, y poco después, su disparo exponencial.
De ahí la explosión de violencia en los últimos años. Si se toman las cifras oficiales de muertes vinculadas a la guerra contra el narco de 2007, 2008 y 2009, la proyección hacia 2010 era de 13 mil (oficialmente fueron 15,273), y la suma de esos cuatro años sería de 32 mil (fueron 35 mil). Según la misma proyección, si no disminuye significativamente la narcoviolencia habrá cerca de 17 mil nuevas muertes en 2011, y 21 mil en 2012. El sexenio cerraría con alrededor de 70 mil asesinatos (siete veces más que bajo Vicente Fox, y el doble de lo que llevamos hasta ahora del actual gobierno). Y precisamente por eso, la estrategia de Calderón, que le arrojó popularidad política en los primeros años, se ha convertido en un pesado lastre de cara a la sucesión presidencial. Según el INEGI, 71% de los mexicanos piensa que el país es hoy más inseguro que hace un año, y México está ya clasificado entre los seis países más violentos. El gobierno dice que ha aprendido o eliminado la mitad de los grandes capos, lo cual debilitará a los cárteles. Pero, incluso de ser cierto eso último, sabemos que implica también un incremento brutal de la violencia dentro y entre cárteles. Calderón no cambiará su estrategia, pese a los Diálogos para la Seguridad, en los que no oye lo que no le conviene. ¿No más sangre?
cres5501@hotmail.com
Investigador del CIDE
Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV
No hay comentarios:
Publicar un comentario