EDUARDO GONZÁLEZ VELÁZQUEZ
Tres noticias dadas a conocer esta semana nos muestran las nuevas dimensiones del fenómeno migratorio México-Estados Unidos.
1. Nacen más de los que llegan. El Pew Hispanic Center (PHC) afirmó que los nacimientos de personas de origen mexicano en Estados Unidos han superado a la migración como el agente principal de crecimiento de esa población en la Unión Americana. Las cifras indican que entre 2000 y 2010 este segmento de la población aumentó en 7.2 millones de personas sólo como resultado de los nacimientos; al tiempo que llegaron procedentes del sur del río Bravo 4.2 millones de nuevos migrantes. Incluso los 400 mil migrantes del año pasado contrastan con el millón que cruzó la frontera en 2006. Por otro lado, advierte el reporte del PHC, que la edad promedio de 25 años convierte a los estadunidenses de origen mexicano en el estrato de la población más joven, y superan junto a los 12.4 millones de mexicanos de primera generación la línea de los 32 millones, que representa 63 por ciento de la población hispana en ese país (La Opinión, 14 de julio de 2011).
Estas cifras vienen a confirmar la tendencia presente desde mediados de la década pasada cuando uno de cada dos nacimientos entre julio de 2005 y julio de 2006 fue de origen hispano. En ese período se sumaron a la población norteamericana 1.4 millones de latinos, lo que representa un incremento del 3.4 por ciento en ese grupo. Mientras que la población de blancos no hispanos aumentó solamente en 0.3 por ciento. Con lo cual los hispanos no sólo representan poco más del 15 por ciento de la población en Estados Unidos, sino que se significan como la minoría de más rápido crecimiento en el vecino del norte. El crecimiento de los latinos obedece a dos situaciones; la primera, a los nuevos migrantes que no paran de llegar; y la segunda (cada vez con mayor fuerza), a los hijos de estos migrantes que no dejan de nacer, pues su tasa de natalidad es la más alta de toda la nación (Con todo y triques, 2011).
Todo ello cambia cualitativa y cuantitativamente la dinámica de las dos décadas previas, donde el número de extranjeros empataba o excedía los nacimientos. Las causas del menor número de migrantes las podemos encontrar al menos en dos escenarios: a) la alta tasa de desempleo en Estados Unidos que asciende al 9.2 por ciento (en junio pasado apenas se crearon 18 mil nuevos empleos); y b) el aumento en la promulgación de leyes antimigrante en estados como Arizona, Alabama y Georgia (La Opinión, 14 de julio de 2011).
2. Por otro lado, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) informa que en los últimos cinco años se duplicó la fuga de mexicanos altamente capacitados hacia Estados Unidos, como consecuencia del desempleo, los bajos salarios, la inseguridad y la violencia en nuestro país. Las cifras que dan cuenta de la desbandada académica muestran que en 2005 había 411 mil connacionales con instrucción universitaria y de posgrado laborando en Estados Unidos, y para el 2010 la cifra rebasaba el millón de personas con alta preparación escolar, de los cuales 900 mil cuentan con nivel universitario y más de 125 mil con estudios de maestría y doctorado. Estos números colocan a México como el líder en América Latina en fuga de personas académicamente preparadas (El Sol de Tijuana, 14 de julio de 2011).
Desde luego, que las consecuencias que esto genera para nuestro país son de suyo complejas. Por un lado, se traduce en poco crecimiento económico, y por otro, se genera un famélico desarrollo humano para los mexicanos. Además, sólo 75 mil de esos mexicanos altamente capacitados trabajan en actividades ligadas a su área de estudios, lo que ocasiona que se encuentren realizando actividades por debajo de sus capacidades intelectuales. Para romper el círculo vicioso de la migración de mexicanos altamente capacitados y construir un círculo virtuoso donde podamos aprovechar las bondades de la preparación académica de miles de paisanos, se impone elaborar una política pública que ofrezca condiciones de vida dignas no sólo a los egresados de las universidades y de los estudios de posgrado del país, sino a la población en general para detener la sangría poblacional. De lo contrario, estaremos condenados a pagar las consecuencias de no aprovechar eficientemente el bono demográfico con el que hoy cuenta nuestro país.
3. La última nota tiene que ver con el número de viviendas abandonadas por mexicanos que “deciden” perseguir el sueño americano. De acuerdo con el informe sobre la situación inmobiliaria en México elaborado por BBVA, de 2005 a 2010 el número de viviendas abandonadas pasó de 4.3 millones a cinco millones, aunque su proporción respecto al total del parque habitacional se ha mantenido en 14 por ciento. Como desde hace varias décadas el éxodo poblacional es mayor en las zonas rurales, así los municipios de estas características en el país con menos de 15 mil habitantes presentan una proporción de viviendas deshabitadas de 19 por ciento, al tiempo que en las zonas urbanas el porcentaje es de 13.5. Los estados que presentan mayor migración internacional continúan siendo Durango, Guerrero, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, San Luis Potosí, Veracruz, Jalisco y Zacatecas (El Universal en línea, 14 de julio de 2011).
A no dudar, la migración continúa moviéndose. Pero no apunta a la extinción, sólo a una reconfiguración que parece coyuntural. Así, el fenómeno sigue delineando los contornos de México y Estados Unidos. La realidad política, económica, cultural, religiosa y social de ambas naciones se encuentra indisolublemente ligada a la diáspora de los “exiliados económicos” que se mueven del Sur al Norte en busca de un lugar donde vivir.
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Fuente: La Jornada de Jalisco
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