lunes, 13 de julio de 2009

Juanito, entre la fama y las tentaciones




Juanito, entre la fama y las tentaciones
ALEJANDRO SALDíVAR

MEXICO, D.F., 11 de julio (apro).- A su festejo, Rafael Acosta “Juanito”, llegó tarde. Acelerado, con el único testigo de su victoria en un fólder manila, cruzó la pasarela donde Andrés Manuel y Clara Brugada habían repartido abrazos, autógrafos y apretones de mano. En la orilla de la tarima un camarógrafo con grúa ya ensayaba los movimientos que perpetuarían en video la victoria del PRD en Iztapalapa.

Cuando López Obrador lo convirtió en un candidato subrogado, el 16 de junio de 2009, Rafael Acosta Ángeles andaba por ahí sin que nadie le pidiera un autógrafo, ni una valerina tricolor para la cabeza. Incógnito, el candidato por el PT en Iztapalapa presume en las entrevistas sus hazañas: luchador, desnudista, madreador profesional, actor en la época del cine de ficheras, comerciante ambulante, vendedor de nieve.

Mientras Clara Brugada prometía abasto de agua para toda la delegación, “Juanito” posaba con su constancia de jefe delegacional al final de la pasarela. “A ver pinche Juanito, sonríe”, le gritaban de entre el enjambre de fotógrafos. En el micrófono, Clara profetizaba: "nunca más Iztapalapa será el lugar donde se esconde la injusticia".

En lo que Andrés Manuel llamó un “laboratorio de la democracia”, refiriéndose al proceso electoral del 5 de julio, se leían pancartas: “Iztapalapa es de palabra, Juanito cumple la tuya, renuncia”. Frente a las consignas, “Juanito” se homenajeaba: “Viva Juanito”, “Viva el Partido del Trabajo”, “Viva Juanito”.

El copal ya invadía el ambiente. De entre los invitados en el templete, un “grupo de originarios de Iztapalapa” hacían los rituales de purificación a Clara Brugada, quien encumbraba con sus manos el sahumador para luego compartirlo con Andrés Manuel. Junto a ellos, Rafael Acosta sostenía su certificado con ambas manos.

Con el ambiente purificado y las trompetas de caracol a los cuatro puntos cardinales, el excandidato a la presidencia hacía de “Juanito” un personaje épico:

“Estamos seguros que Rafael Acosta sabrá honrar su palabra, que se mantendrá como Ulises, amarrado al mástil de nuestro movimiento escuchando el canto de las sirenas sin caer en tentaciones. Con su ejemplo está demostrando que la dignidad no tiene precio, que la vida es muy breve como para enlodarla”.

El sol sale por el este. En Iztapalapa viven más de un millón 800 mil habitantes, con más de 50 mil votos de ventaja al PRD y las trompetas de caracol al cielo, Clara Brugada llegará a la jefatura de la delegación Iztapalapa después de promover en la Asamblea Legislativa la sustitución de “Juanito”, que con sus listones tricolores sabe que algo es cierto: el sol se oculta por el oeste.

Antes de que el templete se llenara de políticos, en la esquina de Ayuntamiento un viejo terminaba de comer un plato de maíz con patitas de pollo. El hedor del subsuelo acuático que todos los días deja sin agua a miles de habitantes de Teotongo, se mezclaba con el aroma de los tacos de guisado y la arquitectura postelectoral en los puestos callejeros: mantas que hacen las veces de toldos.

Toldos que cubren a los que no entienden porque tienen que regresar a los microbuses que llevan los nombres de los candidatos y sus partidos. Toldos que escuchan la tambora de Los Askis, los “reyes de la cumbia” y bailan al ritmo de una delegación donde según los reportes periodísticos, su reputación se mueve entre el desabasto de agua potable, los altos índices de violencia y el vía crucis que reparte ampollas a los nazarenos en Semana Santa. Y Rafael Acosta “Juanito”.

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