CNDH, el fiasco
JORGE CARRASCO ARAIZAGA
México D.F., 9 de noviembre (Apro).- La Cámara de senadores, una vez más, demostró su desprecio por los derechos humanos de los mexicanos.
La designación de Raúl Plascencia Villanueva como presidente de la Comisión Nacional de los Derechos (CNDH), el pasado jueves 5, se suma al aval que la mayoría del PRI y el PAN le dieron en septiembre pasado a Felipe Calderón para designar a Arturo Chávez Chávez como procurador General de la República, a pesar de sus antecedentes de indolencia, por decir lo menos, en los feminicidios en Ciudad Juárez.
La designación del candidato del presidente saliente, José Luis Soberanes, es más que la continuidad de un grupo desacreditado al frente del organismo que ha fracasado en la consolidación de un estado de derecho democrático en México.
Más que el indignante gasto oneroso por el que se caracterizó la CNDH con Soberanes, el grupo que ocupa el organismo desde hace ocho años destacó por su pasividad y complicidad ante violaciones a los derechos humanos, agravadas en el gobierno calderonista.
Son numerosos los casos en que la CNDH ha abdicado. Creada en enero 1992, en el gobierno de Carlos Salinas, la Comisión no ha estado a la altura del reto que representa la sistemática violación a los derechos humanos en el país.
Junto con la garantía de dar seguridad a los ciudadanos, la protección de los derechos humanos constituye la razón del Estado. Un Estado que no es capaz de asegurar los bienes e integridad de las personas y de actuar para prevenir y sancionar las violaciones a la dignidad humana es sencillamente un fracaso; y el Estado mexicano lo es, según se constata cada día en todo el país.
La estrategia policiaco-militar desplegada por Calderón ha evidenciado las debilidades de la onerosa CNDH.
El caso de la anciana indígena Ernestina Ascencio, en Veracruz; la detención y proceso penal de la señora Jacinta y otras dos indígenas en Querétaro; el deslinde ante la tortura de los supuestos responsables del atentado con granadas en Morelia la noche del 15 de septiembre de 2008; la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán, del penal de Puente Grande, la fabricación de culpables por parte de la PGR con testigos protegidos, son apenas una muestra de la manera en que ha actuado la gestión a la que el Senado le garantizó cuatro años más.
Las graves violaciones a los derechos humanos en Atenco y Oaxaca, acreditadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, demostraron también la inoperancia de la CNDH.
Soberanes pasó ya como cómplice de Calderón. Ya está registrada su actitud ante el despliegue militar, su silencio ante "los arreglos" económicos del Ejército para acallar a los familiares de las víctimas de violaciones a la dignidad humana por parte de militares o la aplicación del fuero castrense en casos de civiles.
En todo ello lo acompañó su ahora sucesor, así es que nada nuevo se podrá esperar de la CNDH.
El grupo que tiene capturado al organismo tiene una excusa perfecta: el límite legal de sus acciones. Sus recomendaciones, en efecto, carecen de vinculación jurídica. Así es que para las autoridades responsables de violaciones a los derechos humanos, se trata de meros llamados a misa.
Mantener un organismo como la CNDH para resultados tan limitados se convierte así en un gasto inútil; sobre todo, cuando la Suprema Corte tiene que hacer sus propias investigaciones para los casos de graves violaciones a las garantías individuales y que más indignan a la sociedad. La ofensa, claro, ha crecido ante las limitadas resoluciones de los ministros.
Con el Senado como cómplice, se ve lejana una reforma para transformar a la CNDH en un verdadero ombdusman, una figura que se caracteriza por supervisar a la administración pública, con potestad de investigar, criticar y publicar sus actuaciones; si bien carece de la facultad para revocar actos administrativos.
Lo que hoy tenemos en México es apenas un remedo de protección a los derechos humanos. Y ello se sabe bien en las organizaciones y organismos internacionales.
jcarrasco@proceso.com.mx
Fuente: Proceso
Difusión AMLOTV
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