Al rescate de la banca
Por Ramón Alberto Garza
26/02/2010 - 1 comentario
Categoría: Política
Carlos Salinas de Gortari empuña una nueva bandera. La recuperación para los mexicanos de su sistema bancario, hoy en manos de extranjeros.
El ex presidente dice que es algo que nunca debió ocurrir. Que el gobierno de su sucesor Ernesto Zedillo fue débil en las negociaciones tras la crisis del 95, pagó muy caro el precio del rescate y terminó entregando el sistema de pagos a los extranjeros.
Pero que la crisis global y las nuevas condiciones de los gobiernos de Estados Unidos, España e Inglaterra, convertidos hoy en socios al rescate de sus bancos, abren la oportunidad para que México recupere el territorio perdido.
Después de todo, no es un mal negocio. La banca mexicana en poder de extranjeros significa el 10 por ciento de las operaciones, pero aporta 25 por ciento de las utilidades globales.
El planteamiento inicial lo hace Carlos Salinas en el foro que sobre la banca organizó el Centro Espinosa Yglesias. Pero en entrevista exclusiva con Reporte Indigo, el ex presidente amplía los conceptos, abunda en los detalles y fija posiciones.
A lo largo de la conversación recuerda que la premier inglesa Margaret Thatcher se lo advirtió a Pedro Aspe cuando se iba a privatizar la banca. “Los bancos son el corazón que le bombea la sangre de los recursos al resto del sistema, y usted no puede dejar en manos de extranjeros la decisión de cómo va a bombear a ese corazón los recursos que requiere la economía”.
El ex presidente es claro cuando revela que los estadounidenses plantearon la propiedad mayoritaria de bancos mexicanos en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. El mensaje de su gobierno fue que se aceptaría, siempre que hubiera reciprocidad. Es decir, que los mexicanos también pudieran ser socios mayoritarios de bancos norteamericanos. Los norteamericanos retiraron la petición.
Carlos Salinas admite que en la privatización de la banca, que se hizo durante su sexenio, se dieron insuficiencias. Y que la exigencia legal de vender al mejor postor no fue, en algunos casos, el mejor camino.
Con singular detalle da los pormenores de las conversaciones del 20 de noviembre de 1994, cuando los equipos de Salinas, el saliente, y Zedillo, el entrante, se reunieron para considerar la devaluación antes del cambio de poderes.
Salinas le propuso a Zedillo que, renuncia en mano, aceptara que Pedro Aspe continuara por tres meses en la transición de gobiernos para garantizar la estabilidad e implementar el ajuste cambiario. El sucesor no aceptó, y la inexperiencia del nuevo equipo provocó el llamado “error de diciembre”.
El ex presidente recurre a libros, textos y biografías de los personajes del mundo financiero de Estados Unidos, como Robert “Bob” Rubin y Larry Summers, para exhibir la ineficacia operativa para enfrentar la crisis del 95.
Y salen a flote las reuniones secretas entre funcionarios del Tesoro y de la Presidencia de México en Los Pinos. La imposición de altas tasas de interés sobre el préstamo estadounidense para el rescate financiero. Y el hecho de que el secretario del Tesoro, Bob Rubin, terminara en el directorio de Citi, el banco beneficiado con Banamex, la joya del sistema financiero mexicano.
Para el ex presidente, la crisis global abrió la oportunidad para que los mexicanos recuperemos el control de la banca. Primero, porque las matrices necesitan recursos para sanear sus deudas, aunque esta oportunidad por ahora se perdió. Y la segunda, mediante la aplicación de la ley que impide que los socios extranjeros de la banca mexicana sean gobiernos. Y hoy son los gobiernos los que en esta crisis global salieron al rescate de sus bancos. Escuchemos..
LA THATCHER LO PRONOSTICÓ
Ramón Alberto Garza: Licenciado Carlos Salinas, gracias por aceptar esta entrevista con Indigo. Sorprendió usted a la opinión pública esta semana con una ponencia, una declaración, una propuesta dentro de este foro del Centro Espinosa Yglesias en torno a la banca, advirtiendo lo que, pues, todo mundo comenta en distintos foros.
Pero el hecho de que lo diga un hombre como usted, el ex presidente de México, el hombre al que le tocó, de una u otra forma, privatizar la banca mexicana, que venga a tocar la campana para decir que es lamentable que este país haya perdido su sistema de pagos, que esté en manos de extranjeros y que es tiempo de que pensemos en recuperar el sistema para poder tener nuestra estabilidad y manejarlo. ¿Qué motivó a Carlos Salinas a hacer estas reflexiones que realmente tocaron hondo en el corazón económico y político de este país?
Carlos Salinas de Gortari: Ramón Alberto, la fecha de esta reunión fue seleccionada por los organizadores del evento. La Fundación Espinosa Yglesias, dirigida por Amparo Espinosa Rugarcía, había hecho previamente una reunión sobre la nacionalización de la banca, que se dio en 1982, y ellos consideraron que la secuela lógica era hacer una reunión similar a aquella sobre la privatización de la banca.
Al mismo tiempo, los organizadores decidieron no solo tratar el tema de la privatización de la banca, sino también el de la posterior quiebra de la misma y su entrega a los extranjeros al final de los años 90, de la década pasada. Así que el momento fue escogido por ellos. Pero me parece que el tema no es tanto el de la privatización de la banca, sino qué le ha ocurrido al sistema financiero mexicano, y las necesidades de los empresarios y consumidores mexicanos por tener acceso al financiamiento para poder realizar sus transacciones necesarias es lo que le da actualidad, precisamente, a esas reflexiones. Y a mí me pareció que era importante abordar el tema, como usted señala, de nuestro sistema de pagos.
RAG: A ver, ¿y cuál es esta reflexión que usted hace? Usted dice que el sistema de pagos mexicanos, el sistema bancario mexicano, no es momento, o no debería estar, por qué condiciones, en manos extranjeras.
CSG: No es que no sea momento. Yo acompañé mi exposición durante este seminario con una reflexión que me compartió Pedro Aspe, entonces mi secretario de Hacienda, cuando al momento de decidir la privatización de la banca en los años… al inicio de los años 90, se analizaron varias experiencias internacionales. En esa ocasión, Pedro visitó a la señora Thatcher, la entonces primera ministra del Reino Unido, y que es el arquetipo del neoliberalismo.
¿Qué le dijo esta talentosa mujer adalid del neoliberalismo al secretario de Hacienda mexicano? Le dijo: “Secretario Aspe, ustedes van a privatizar sus bancos. Pero recuerde una cosa, ningún país le entrega a los extranjeros sus principales bancos. Y la razón…”, le dijo la señora Thatcher, “es que los bancos son el corazón que le bombea la sangre de los recursos al resto del sistema, y usted no puede dejar en manos de extranjeros la decisión de cómo va a bombear ese corazón los recursos que requiere la economía. Porque si no…”, terminó la señora Thatcher, “imagínese que hay un problema en Nueva York o en Madrid, y ahí, por problemas de ese lugar, toman decisiones que lo van a afectar a usted, en México, sobre el flujo de recursos financieros para toda su economía”.
RAG: Como acaba de pasar en el último trimestre.
CSG: ¡Imagínese! Resultó un poco premonitoria la reflexión de la señora Thatcher, y ahora la crisis ocurrió en Nueva York, en Madrid, en París, en Berlín, en Dusseldorf, y nos mostró la vulnerabilidad de los grandes bancos internacionales y la necesidad de sus gobiernos de intervenirlos, prácticamente nacionalizarlos y convertirlos en propiedad estatal. Así que, ahora, las decisiones sobre los flujos de recursos de crédito a los consumidores e inversionistas mexicanos se toman por los gobiernos extranjeros en relación a sus problemas, y no de nuestras necesidades.
NO A LA RECIPROCIDAD BANCARIA
RAG: Y en ese contexto, licenciado, usted comenta en su ponencia que el hecho de que esos gobiernos hoy tengan control o ciertas acciones sobre esos bancos hace viable que pueda México quitar esas cláusulas donde se hablaba muy claramente de que no pueden ser propiedad de gobiernos estas instituciones bancarias.
CSG: Yo señalo que cuando nosotros decidimos privatizar la banca mexicana, no prohibimos la existencia de bancos extranjeros en México. Tampoco cuando negociamos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Recordaba yo también en la conferencia, un diálogo que tuvo mi secretario de Hacienda con su contraparte norteamericana, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, que lo invitó a conversar en Nueva York.
El secretario de Hacienda de México llegó y, para su sorpresa, el secretario del Tesoro norteamericano estaba sentado en la mesa con los presidentes de los principales bancos comerciales de ese país, los grandes nombres que todos conocemos. Y, entonces, el secretario de Hacienda norteamericano le dijo: “Bueno, estamos aquí para decir que si ustedes quieren concesiones comerciales en el Tratado, queremos que acepten propiedad extranjera mayoritaria en los bancos mexicanos”.
¡Bueno…! Este tema lo habíamos platicado con anterioridad el secretario de Hacienda y yo, Pedro Aspe. Y llevaba instrucciones precisas, y Pedro lo manejó magistralmente porque le dijo al secretario Brady de Estados Unidos: “Muy bien, nos parece correcta su propuesta, siempre y cuando haya reciprocidad”.
Y, entonces, el secretario de Hacienda de Norteamérica dijo: “¿Reciprocity?” ¿Qué quiere decir eso? Y la respuesta del secretario de Hacienda de México fue: “Bueno, propiedad mayoritaria de norteamericanos en México en nuestros bancos, propiedad mayoritaria de mexicanos en los bancos que están encabezados por los señores que están sentados en esta mesa”.
Las caras fueron de sorpresa, y en ese momento dijeron: “Retiramos la propuesta norteamericana. No habrá concesiones comerciales. No se tocará el tema de propiedad mayoritaria de extranjeros en los bancos mexicanos”.
Sí abrimos la presencia a bancos extranjeros en México porque queríamos que con su competencia obligaran a nuestros bancos a ser más eficientes y (a dar) un mejor servicio al usuario mexicano.
RAG: Pero con un límite.
CSG: Pero con un límite. Y no podía haber propiedad mayoritaria de estos extranjeros en nuestros principales bancos para evitar que el sistema de pagos mexicano quedara en manos del exterior.
ACUERDOS SECRETOS EN LOS PINOS
RAG: ¿Qué pasa después? ¿Por qué se nos sale de las manos? ¿Por qué se nos van de las manos los bancos?
CSG: Bueno, lo que sucede es que en diciembre de 1994, cuando cambia la administración, termina mi gobierno e inicia el nuevo, sin duda había problemas. Pero no era una situación de crisis. Los bancos tenían unas circunstancia en sus carteras que representaban necesidades por alrededor de 10 mil millones de dólares, 5 por ciento de lo que se llamaba el Índice de Morosidad, pero ocurren varios eventos muy desfavorables en diciembre de 1994. Y estos, que yo los relaté en mi conferencia, no son una revelación que yo haga, sino que está documentado en distintos documentos nacionales e internacionales de instituciones muy prestigiadas. Lo relata incluso Paul Krugman, el premio Nobel de Economía, que en uno de sus libros recientes dice que en diciembre de 1994, el nuevo gobierno mexicano decidió proceder a la devaluación, pero se lo avisó a un pequeño número de empresarios, y usted sabe, Ramón Alberto, que cuando unos pocos saben que va a haber unas modificaciones al tipo de cambio… ¿Qué hicieron? Pues fueron y cambiaron sus pesos por dólares. En unas horas vaciaron la mitad de todas las reservas internacionales del país, entre el 19 y 21 de diciembre de 1994.
RAG: ¿Y las alertas, licenciado? ¿Las alertas dentro del Banco de México? ¿Qué pasó, no funcionaron?
CSG: Pues habría que preguntarlo a quienes tenían la responsabilidad entonces, para que nos explicaran por qué sucedió eso.
Así que vaciaron las reservas internacionales, pero al mismo tiempo, durante ese mes de diciembre, el nuevo gobierno duplicó la emisión de Tesobonos. ¿Usted recuerda la palabra Tesobonos?
RAG: Perfectamente
CSG: ¡Cuánto se dijo que fue la herencia envenenada que el gobierno mío le había dejado al siguiente, y que por eso no tenían recursos! Pero, en realidad, el Tesobono era un instrumento denominado en dólares que se venía emitiendo desde cinco años antes. Se publicaba en todos los informes del Banco de México. Nada más que en diciembre de 94, el nuevo gobierno duplicó la emisión. ¿Y qué sucedió? Sin reservas internacionales, con tantos Tesobonos exigibles a corto plazo, el país entró en una crisis de liquidez financiera.
Y en enero viene la intervención del gobierno norteamericano. En enero del 95, por primera vez en nuestra historia moderna, el gobierno de México solicitó ayuda a un gobierno extranjero, y usted sabe lo que sucedió entonces: pues imponen sus condiciones.
En mi presentación, yo recurro a un texto publicado por Robert Rubin, que en 95 era el secretario del Tesoro de Estados Unidos. En ese texto, el propio señor Rubin relata –lo cual resulta sorprendente– que él le llama al presidente de México y le dice: “quiero que mi subsecretario se entreviste con usted”. Y el presidente de México acepta entrevistarse con el subsecretario del Tesoro de Estados Unidos. Y voy a leer lo que está aquí en el libro. Dice: “En medio de una gran secrecía, hicimos todo lo que fuera necesario para que nadie viera al subsecretario Larry Summers y a su asistente entrar y salir de Los Pinos, la residencia presidencial en la Ciudad de México”.
RAG: ¿Por qué la secrecía?
CSG: Esa es exactamente la pregunta que yo me hago en mi conferencia. ¿Por qué entraban y salían secretamente de Los Pinos dos funcionarios? Pues Rubin lo contesta en sus propias memorias. En la página 28, dice: “El presidente de México estaba comprometido con los cambios que había qué hacer, el aspecto más importante eran las tasas de interés”. Y dice Rubin: “El equipo mexicano, negociando en Washington con el Fondo Monetario, había rechazado tasas de interés más altas”.
Y agrega Rubin: “En su reunión con Zedillo, Larry Summers trató ese problema, y después de 45 minutos de conversación cordial sobre todos los temas relacionados con lo que llaman ‘El Rescate’, el presidente lo pensó solo un instante y respondió: ‘Durante toda mi carrera en el Banco de México escribí artículos afirmando que México debería tener tasas de interés positivas. Ahora no es el momento de abandonar esa idea’”.
Pues después de esa reunión, que se dio en secrecía, las tasas de interés en México pasaron de 7 por ciento a 110 por ciento. Usted puede preguntarle, y además en su experiencia personal también…
RAG: Todos lo vivimos.
CSG: …lo que significó en marzo de 95 tener que ir al banco a pagar por el crédito de su coche, por la lavadora en su casa, para la ampliación de su empresa, por su capital de trabajo, que ya no era 7 por ciento al año, sino 110 por ciento.
UNA VENTA NO TRANSPARENTE
RAG: Yo, teniendo lo que tenía, tuve que vender una finca campestre en aquel entonces, por los intereses de 110 por ciento para cubrir una hipoteca de mi casa. Y eso que era una persona afluente. A todos nos pasó…
CSG: ¿Qué sucedió con esas tasas de interés? Quebraron cientos de miles de familias, miles de empresas y todos los bancos, porque explotó la cartera vencida. ¿Quién podía pagar esos créditos? La gente dijo: “Lo que estás haciendo es expropiarme mi patrimonio, no puedo”. Crecieron, explotaron las carteras vencidas, y los bancos quebraron.
Fue una decisión impuesta desde afuera que aceptó el gobierno mexicano de entonces, pero también yo relato en mi texto lo que el premio Nobel de Economía Stiglitz escribió sobre esa medida de elevar las tasas de interés. Y dice Stiglitz: “Cuando los deudores son las familias y las empresas, como en el caso mexicano de entonces, elevar las tasas excesivamente es como dictar una sentencia de muerte contra esas personas”.
A partir de entonces, por esas quiebras, 5 millones de mexicanos dejaron nuestro país en busca de mejores horizontes en los Estados Unidos. Explotó la migración mexicana. Yo creo que es la migración masiva de un país a otro más alta en la historia en tiempos de paz. Una crisis económica de una dimensión tremenda, más de 10 millones de mexicanos pasaron a formar parte de la pobreza extrema.
Se desplomó la economía, y lo más terrible fue el desencanto nacional, la decepción, la pérdida de la fe en que podíamos con nuestras propias fuerzas salir adelante. Bueno, quebraron los bancos. Vino lo que se le llamó el rescate del gobierno con Fobaproa. Y, de la noche a la mañana, el gobierno asumió una deuda que duplicó la deuda histórica del país. Lo que México se había endeudado en 173 años de historia independiente, se duplicó en solo seis años por el Fobaproa: 1.3 millones de millones de pesos, casi 100 mil millones de dólares, 20 puntos del producto nacional. Setenta años vamos a tardar los mexicanos en pagar esta deuda.
Sobre el insulto, el agravio. No solo se hizo el Fobaproa y se endeudó a los mexicanos, sino que el gobierno de entonces procedió a entregar los bancos a los extranjeros. No hubo subasta pública, no hubo informe al Congreso, no hubo detalle a los mexicanos. No supimos en cuánto se vendieron, no supimos qué condiciones de ventaja para México, que habíamos rechazado en la negociación del TLC, se obtuvieron por entregar los bancos a los extranjeros. Todavía no sabemos ni cuánto se pagó, ni a dónde se ingresaron esos recursos sobre la extranjerización de la banca que se dio en 1998.
¿QUÉ PASÓ EL 20 DE NOVIEMBRE?
RAG: A ver, licenciado, hay tres puntos fundamentales que a mí me gustaría que clarificara de la historia que está diciendo aquí con tanta claridad, y dicha por otras personas…
CSG: Exactamente.
RAG: Es lo importante, no es su versión, es la versión que dan otros personajes que estuvieron involucrados en el proceso.
CSG: Y también documentos de instituciones internacionales, como el Banco Mundial, el Banco de México, el Fondo Monetario.
RAG: A ver, uno de los pecados que se le endosan al final de su sexenio es que en medio de toda esta crisis que se vino desde el asesinato del cardenal hasta su salida del gobierno, incluyendo las muertes de Luis Donaldo Colosio y (Francisco) Ruiz Massieu, y todo lo que se vino en esa época turbulenta que se vivió el zapatismo, etcétera, había condiciones, o se estaban dando las presiones suficientes, para que el tipo de cambio fuera modificado, y se habla de aquella famosa reunión de noviembre, del 20 de noviembre, en la que aparentemente tanto Pedro Aspe como usted habían rechazado la propuesta del equipo que entraría para hacer un ajuste cambiario antes de que ustedes salieran, y dijeron que no lo harían. ¿Cómo se da esa reunión? ¿Y por qué usted decide tomar la decisión de esa manera? ¿Porque usted consideraba que en ese momento no daba lugar ese ajuste?
CSG: Qué bueno que toca usted ese tema, Ramón Alberto, porque se ha convertido en un estereotipo, y se utilizó como una excusa para disculpar los terribles errores de diciembre y posteriores que se cometieron en el 95 y decir: “No, estos problemas tan terribles de aumento de tasas y de quiebras son producto de malas decisiones anteriores”. En este lugar donde estamos conversando y teniendo esta entrevista, y son bienvenidos todos aquellos que la están escuchando, se realizó precisamente esa reunión el 20 de noviembre de 1994.
En este salón estuvimos presentes el presidente de la República, el presidente electo, el Dr. Zedillo; el secretario de Hacienda Pedro Aspe; el secretario de Comercio Jaime Serra, quien iba a ser el próximo secretario de Hacienda; el responsable de las relaciones del pacto y laborales, Arsenio Farell; el director del Banco de México Miguel Mancera; el jefe de asesores del presidente electo, Luis Téllez.
Y ahí, el nuevo gobierno planteó que se iba a iniciar unos pocos días después la conveniencia de proceder a una macrodevaluación. Mi respuesta inmediata fue: “Si ustedes consideran que esa es la decisión adecuada, yo estoy dispuesto a tomarla. Nada más me parece que es importante escuchar dos opiniones sobre lo que ustedes plantean”. Y querían una macrodevaluación porque decían que había que frenar el movimiento de capitales con la macrodevaluación.
Tomó la palabra el secretario de Hacienda Pedro Aspe, y dijo algo que a mí me pareció fundamental: “Para que una devaluación sea exitosa, el gobierno que la toma debe tener credibilidad”. Un gobierno que tiene 10 días para terminar no va a tener credibilidad en los mercados financieros internacionales de las medidas que complementan toda devaluación, porque no solo es modificar el tipo de cambio, la parte financiera de tasas de interés, y precios y tarifas de cuestiones salariales, es todo un paquete el que acompaña a una macrodevaluación.
Y Pedro Aspe dijo con razón: “Un gobierno al que le quedan 10 días no tiene la credibilidad ante los mercados financieros internacionales de que va a tomar todas las medidas. En todo caso, que lo asuma el equipo que viene”. Y yo dije: “Estoy dispuesto a remover mi equipo y que entre el nuevo ahorita, durante mi mandato, para instrumentar la decisión”.
A continuación, el ciudadano Farell, responsable de las concertaciones dentro del pacto, dijo: “Es imposible reunir a los integrantes del pacto para poder armar esta decisión y evitar los aumentos desbordados de precios que ocurren cuando no se maneja adecuadamente una macrodevaluación”.
Y finalmente, Aspe dijo: “Bueno, denme la oportunidad de frenar estos movimientos de capitales en las siguientes horas del lunes, y ahí tómese la decisión”. Se procedió, estuvo de acuerdo el presidente electo y su equipo. Y al lunes siguiente, estaba detenida la inquietud que había generado esos movimientos de capitales.
Terminó el gobierno, y al final, al iniciar la nueva administración en diciembre de 1994, envió al Congreso de la Unión su propuesta económica para el año siguiente. Y si ustedes leen el documento de criterio de política económica del nuevo gobierno en diciembre de ese año, verán que no apuntaba a una situación de crisis. Proponía 4 por ciento de crecimiento, 4 por ciento de desliz del peso, 4 por ciento de inflación, y señalaba que tenía las reservas suficientes para enfrentarlos. ¿Por qué? Porque al terminar mi administración, aun sumando los Tesobonos y todas las obligaciones que había en divisas, en las reservas internacionales del Banco de México y en los apoyos financieros internacionales, superaba las obligaciones que tenía el país. Fue durante diciembre cuando, por ese aviso a los empresarios, que vaciaron las reservas, y al haber duplicado los Tesobonos, el país se quedó en la falta de liquidez.
DEL TESORO A CITIGROUP
RAG: Eso es lo que siempre usted ha definido popularmente como “el error de diciembre”, así lo definió.
CSG: Bueno, en realidad el tema del error de diciembre se acuñó por un miembro del gabinete del presidente Zedillo que se lo dijo al New York Times, y de ahí se salió. Y esto que le acabo de relatar está publicado en el libro “México: Un Paso Difícil a la Modernidad”, está explicado con detalle y no ha sido refutado por los participantes porque hay suficientes testigos para probar la veracidad del dicho.
RAG: A ver, regresando a la parte bancaria.
CSG: Por último, nada más déjeme decir unas cosas. Se dijo después que no habíamos querido mover el peso durante todo 94, el peso mexicano se devaluó casi 15 por ciento durante enero y noviembre de 94. No lo mantuvimos fijo, no había una obsesión por mantenerlo fijo, sencillamente se deslizó con orden, sin macrodevaluación y sin macrocrisis, casi 15 por ciento ese año.
RAG: Yo le voy a hacer una referencia que nunca he hecho en público, lo he hecho en privado, pero a mí me tocó accidentalmente participar como testigo, ni siquiera silencioso, activo, de esto del “error de diciembre”. Y le refiero por qué. El día de la gran crisis de diciembre, me llama un amigo que manejaba un importante fondo de inversión que tenía Tesobonos, en Nueva York, de las grandes firmas. Y me dice: “Oye, Ramón Alberto, ¿tienes tú algún amigo en Hacienda con el que le pueda mandar un recado al secretario Serra?”. Le digo: “¿Y ustedes por qué no le hablan?”… “No nos levanta el teléfono”. Y en ese momento le digo que qué quieren que le diga… “Acaba de salir un grupo de inversionistas con una posición muy importante”, un porcentaje muy muy grande de los Tesobonos era de ellos, “y solamente queríamos decirle que aumente 2 ó 3 puntos la tasa del Tesobono, y que mantenemos las posturas sin ningún problema”.
Hice una llamada a una persona, también amiga dentro de la Secretaría de Hacienda, cercanísima al secretario Serra, y le dije que el límite era tres horas, porque tenían que cerrar posiciones creo que a las 3 de la tarde. Cuando volví a hablar por teléfono para preguntar cuál había sido la respuesta, era que la Secretaría determinaba que estábamos ante una burbuja especulativa y que no daba a lugar ese aumento de 2 ó 3 puntos.
Yo hablé con mis amigos y les pasé el comentario. Y el comentario, que por ser obviamente de las personas no digo los nombres, pero ahí están, fue: “ellos se van a arrepentir”. No van a ser 2 ó 3 puntos, van a ser 20 puntos. Y así pasó. Entonces, ratifico, porque me tocó participar un poquito de correo, de cartero, de algo en esa situación, entonces, ratifico esa posición.
CSG: Confirma lo que ya se ha estado publicando. Han pasado ya muchos años, ya han salido suficientes investigaciones, documentos, y este texto sorprendente de Bob Rubin, que nos viene a decir en un tono de éxito, y claro, para los norteamericanos fue un éxito. Imagínese, dos cosas lograron. Una, Greenspan en sus memorias dice que Larry Summers era muy imaginativo y dice: “Fue idea suya la de poner una tasa de interés tan alta en el préstamo a México para que los mexicanos se vean obligados a pagarnos rápidamente”.
O sea, se ganaron 500 millones de dólares de utilidad en el famoso préstamo, y el propio Stiglitz dice que la recuperación no fue por el préstamo, sino por las exportaciones y las inversiones ligadas a las exportaciones. Gran negocio hicieron con eso. Y luego resulta que al quebrar los bancos, el gobierno mexicano acepta extranjerizarlos en lugar de recapitalizarlos con recursos de los propios mexicanos. Los extranjeriza, y nos encontramos que a finales del año 2000, el arquitecto de estas alzas en tasas de interés, el señor Bob Rubin, deja el Departamento del Tesoro y pasa a formar parte de Citigroup, que, curiosamente, es uno de los beneficiarios de esta política al quedarse con lo que le llamaron “la joya” del sistema, el banco mexicano que se llevaron.
UNA PRIVATIZACIÓN INSUFICIENTE
RAG: A ver, licenciado, llévenos un poco hacia atrás, en el momento en que hay otra crítica que se hace dentro de su régimen, y creo también que dentro de esos días estuvo sacándose a flote, y se dio una explicación, creo, por parte de usted y por parte de Pedro Aspe, que es el hecho de que había habido ciertas equivocaciones al asignar o permitir que ciertos bancos los tomaran, en la privatización, los tomaran grupos o personajes que no estaban del todo capacitados o listos para enfrentar lo que esos bancos necesitaban para capitalizar, para hacerse hacia adelante, que gastaron su capital en la compra y no había con qué apuntalar... aquel famoso debate de que si era correcto que se hubieran vendido en lugar de buscar el fortalecimiento del sistema bancario, ¿cómo responde usted ante esto?
CSG: Yo abordé lo que llamé los cinco puntos de crítica al proceso de privatización. Primero, déjeme decirle que nosotros reconocimos que en la privatización se dieron insuficiencias. Sí, se requería de una mayor capitalización. Sí, se requería de una mejor regulación. Sí, hubo prácticas indebidas de algunos que participaron en la privatización, pero en todas se actuó durante los meses finales de mi administración en la regulación prudencial, como lo señaló Guillermo Ortiz, entonces subsecretario de Hacienda de mi gobierno, ante la Convención Bancaria en octubre del 94. Sí, también se actuó sobre las cuestiones de capitalización, y Ortiz señaló en su intervención que se estaba viendo y que se estaba teniendo un nivel adecuado de capitalización de los nuevos bancos. Y, finalmente, Ortiz mismo apuntó que aquellos que habían actuado indebidamente estaban siendo castigados. Pero, ¿cuál es la realidad? Los precios a los que se vendieron los bancos. Primero, la Constitución mexicana establece que todo bien público que se vende tiene que hacerse por subasta. Y segundo, obteniendo el máximo beneficio para el Estado, que es el representante del pueblo mexicano, es decir, al mayor precio posible. Así cumplimos el mandato constitucional.
RAG: Eso no garantiza que vayan los mejores…
CSG: Ahí voy yo. Privatizamos mediante subasta pública y buscando obtener el mayor precio, pero el comité de privatización –que por cierto encabezaba el subsecretario Guillermo Ortiz– hizo una precalificación de los participantes. Y déjeme decirle, cuando quebraron los bancos, y dicen que porque los habían adquirido quienes no sabían manejarlos, lo que se les olvida es que quebraron también los bancos del gobierno, no solo los privados. Con esas tasas de interés quebraron todos. No era de talento o carencia de este de quienes los habían adquirido, es que era posible enfrentar esos niveles de tasas de interés.
RAG: Insolvencia…
CSG: Era un problema de insolvencia el que se tenía. Segundo, sobrevivieron varios que no tenían ninguna experiencia en el manejo de los bancos, y todavía hoy tienen uno de los pocos bancos mexicanos aquellos que no tenían ninguna experiencia en el manejo de los mismos y supieron enfrentar la crisis.
Y, tercero, sí obtuvimos precios elevados, pero no fuera de proporción de lo que en ese momento se estaba dando en la privatización en otros países. Tres veces precio/utilidad.
RAG: Los múltiplos eran iguales…
CSG: Los múltiplos eran similares. No hubo precios excesivos, pero cumplimos el mandato constitucional. Y déjeme decirle, le informamos al Congreso de cada una de las privatizaciones, de cada uno de los 18 bancos que se vendieron. Informamos al Congreso también a dónde se fue cada peso que se obtuvo de la privatización. Y como eran ingresos de una sola vez, en lugar de destinarlos a gasto corriente, que ese se vuelve permanente, y usted tiene el ingreso una sola vez, decidimos hacerlo a reducir la deuda interna. ¿Por qué? Porque nos dio ahorros, ahora sí permanentes, en el pago de intereses. Y pudimos tener gasto social sin déficit fiscal.
LA RECETA DE SALINAS
RAG: Otra duda en este procedimiento. Si hubiera estado en sus manos, imagínese que su periodo se extendiera hasta diciembre y a usted le hubiera tocado enfrentar el problema de diciembre. ¿Cuál sería la receta que Carlos Salinas de Gortari y su equipo hubieran aplicado, distinta de la que aplicó el equipo en ese momento?
CSG: Mire, Ramón Alberto, cada quien enfrenta una circunstancia diferente. Yo respondo por las decisiones tomadas en mi circunstancia. Sí quiero decirle una cosa: después de aquella famosa reunión del 20 de noviembre en esta sala, en esta biblioteca en la que estamos ahorita, salimos a caminar al jardín el presidente electo y yo. Y ahí le comenté al Dr. Zedillo que el secretario Aspe comprendía la preocupación que tenía y estaba dispuesto a presentar su renuncia por anticipado y quedarse tres meses en la Secretaría de Hacienda para ordenar el proceso financiero que estaba llevándose a cabo, con la renuncia por delante para que no pareciera una imposición al nuevo gobierno. Desafortunadamente, esta propuesta fue rechazada por el presidente electo. Pero, además, al iniciar su gobierno en diciembre del 94, hubo un nuevo titular en Hacienda y quitaron a todo el equipo.
RAG: Se desmanteló Hacienda. Se fueron a muchas dependencias.
CSG: Y algunos a su casa. Se desmanteló el equipo de Hacienda, y usted me pregunta qué hubiera hecho mi equipo. Pues ojalá mi equipo hubiera estado allí, con la experiencia que tenía, para no cometer errores como el de diciembre del 94 y el tan terrible de los primeros meses del 95, de esas alzas descomunales de tasas de interés cuyas consecuencias todavía hoy los mexicanos las están pagando.
HAY QUE RECUPERAR LA BANCA
RAG: Finalmente, licenciado, usted dice: “Tenemos que recuperar como mexicanos nuestro sistema de pagos, y los bancos deben volver a ser mayoritariamente mexicanos”. ¿Cuál sería un procedimiento no disruptivo, en el sentido de que fuera institucional? (...) Porque, finalmente, están los elementos legales que permiten hacer lo que tenga que hacerse, pero, bueno, esto sería una sacudida mayor en los mercados mundiales por un cambio de reglas, ¿qué haría usted?
CSG: Depende de las circunstancias. La crisis financiera mundial de septiembre de 2008, con la quiebra de Lehman Brothers y toda su secuela en 2009, llevó a lo que se ha llamado “nacionalizar para salvar al mercado”. Eso es lo que los expertos internacionales han llamado el paquete de salvamento, es decir, (…) en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, los gobiernos se quedaron con los bancos para salvar a los ahorradores, y al mismo tiempo, decidieron desplomar las tasas de interés para que fluyera el financiamiento a la economía y no la ahorcara. Exactamente al revés de lo que pasó aquí en México.
Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV
No hay comentarios:
Publicar un comentario