El Chapo en la mira... de la DEA
Ricardo Ravelo
MÉXICO, D.F., 25 de febrero (Proceso).- En México se pasea con total libertad, e incluso públicamente, pero las autoridades de Estados Unidos lo siguen en varios países. A la inacción de México para lograr la captura de El Chapo Guzmán se antepone el trabajo de inteligencia de la DEA, que ha permitido desmantelar laboratorios de droga y capturar a varios de sus operadores en México y Colombia.
El entorno criminal de Joaquín El Chapo Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, está en crisis: nueve años después de su fuga del penal de Puente Grande, Jalisco, enfrenta denuncias, detenciones, decomisos cuantiosos y un seguimiento constante de sus actividades. La información proviene de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, las cuales parecen tender un cerco que, por lo pronto, encendió los reflectores en Colombia, el principal país proveedor de droga de los cárteles mexicanos.
Tan pronto se fugó de Puente Grande la tarde del 19 de enero de 2001, El Chapo se refugió con los hermanos Beltrán Leyva (hoy sus acérrimos rivales) y recibió el respaldo de Ismael El Mayo Zambada.
Meses después fraguó uno de sus planes más ambiciosos con miras a la consolidación de su proyecto narco-empresarial, aunque para lograrlo tuvo que romper sus viejos vínculos con el cártel de Juárez y con Vicente Carrillo Fuentes, jefe de esa organización con sede en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Según una carta firmada por un lugarteniente de los hermanos Beltrán Leyva (enviada a la Presidencia de la República en octubre de 2004 e integrada a la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/013/2005), El Chapo convocó a una reunión en Monterrey, Nuevo León, a sus socios Ismael Zambada García, El Mayo; Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, y Arturo Beltrán Leyva, El Barbas.
El motivo del encuentro, indica la carta, era “planear el crimen de Rodolfo Carrillo Fuentes”. El propósito: culpar a Los Zetas para “terminar con la hegemonía que la familia Carrillo Fuentes tenía sobre este cártel u organización”.
Guzmán Loera pretendía también exterminar a Los Zetas y declararle la guerra al cártel de Tijuana.
En septiembre de 2004 fue ejecutado Rodolfo Carrillo, El Niño de Oro; se emprendieron fuertes acometidas contra Los Zetas y, de acuerdo con fuentes de inteligencia consultadas, El Chapo ofreció información “clave” a las autoridades federales para detener a Benjamín Arellano Félix y, de esta manera, “descabezar” al grupo criminal más temible de la época.
Desde que se fugó, en enero de 2001, el capo no sólo ha consolidado al cártel de Sinaloa, su organización, como la más boyante del país, sino que no se le ha podido detener a pesar de que la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública federal sostienen que no lo han dejado de perseguir.
No obstante, él se pasea públicamente, y desde finales del sexenio de Vicente Fox existen referencias públicas de que suele acudir a restaurantes de lujo en Jalisco, Sinaloa, Coahuila y Chihuahua. Cuando eso ocurre, los comensales son despojados de sus celulares para evitar que den aviso a la policía.
A mediados de 2006, las cámaras del sistema de seguridad de la ciudad de Durango lo detectaron cuando conducía una cuatrimoto. Según el parte informativo de las autoridades municipales, vestía ropa deportiva. En esa ocasión se inició una persecución supuestamente para detenerlo, pero el capo se perdió entre el caos automovilístico.
A finales de ese año, El Chapo se estableció en La Angostura, una localidad del municipio Canelas, Durango, donde el 20 de noviembre se enamoró de Emma Coronel Aispuro, una joven de 18 años oriunda de esa comunidad, con la que terminó casándose el 2 de julio de 2007 en una ceremonia que no pasó inadvertida para los lugareños.
El 2 de septiembre de ese año (edición No. 1609), Proceso informó sobre el enlace. La fiesta se realizó en una ranchería de La Angostura, a la que se llega sólo por caminos accidentados. En ese convivio, además de autoridades locales, acudieron exfuncionarios del gobierno de Sinaloa, tierra natal de Guzmán Loera.
Meses antes, el 6 de enero, para halagar a su novia, el capo prácticamente se apropió de la cabecera municipal durante todo un día para ofrecer un baile en honor a Emma en la plaza municipal. Unas 200 motonetas con asientos para dos personas llegaron a Canelas para la ocasión. Eran conducidas por hombres con vestimenta y pasamontañas negros, con metralletas colgadas al hombro y pistolas de grueso calibre en los cinturones. Poco a poco se distribuyeron en las 10 entradas del pueblo, incluyendo las de herradura (a caballo). Se apostaron en todas las calles.
Luego arribaron a la pista de aterrizaje, en avionetas de cinco plazas, los integrantes del grupo musical Los Canelos de Durango, con la misión de amenizar el baile. Pero también iban armados: presumían sus pistolas con cachas de oro.
Por la tarde llegaron seis avionetas de ala fija. El Chapo bajó de una de ellas. Después de él, de la misma aeronave descendió su brazo derecho, Nacho Coronel, originario de Canelas. De otras tres avionetas bajaron hombres vestidos con uniforme verde, semejante al de los militares; portaban chalecos y radios fijos en el pecho. El operativo fue más ostentoso que los que se ven en las giras presidenciales.
Las imágenes de El Chapo obtenidas durante su paseo en cuatrimoto permitieron a la PGR conocer su nuevo rostro tras una cirugía plástica: le recortaron las mejillas, le estiraron la piel y le desaparecieron las arrugas de los párpados.
Los reflectores sobre el llamado “capo del sexenio” se encendieron a raíz de su inclusión en la lista de las mayores riquezas del mundo publicada en marzo de 2009 por la revista Forbes, que ubicó al narcotraficante mexicano en el lugar 701, con una fortuna estimada en mil millones de dólares.
No es la primera vez que Forbes menciona en sus listas a un capo de las drogas: en 1989 dedicó unas líneas a Pablo Escobar Gaviria, cabeza del cártel de Medellín. Ahora, Joaquín Guzmán Loera apareció entre otros magnates mexicanos, como Carlos Slim, dueño de Grupo Carso, y Emilio Azcárraga Jean, heredero de Televisa.
La difusión en torno de la fortuna del jefe del cártel de Sinaloa tuvo fuerte impacto en México. Expertos en materia de seguridad nacional y narcotráfico, entre ellos Edgardo Buscaglia, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), interpretaron la publicación de Forbes como “un golpe mediático”, pero sobre todo como un mensaje “muy claro” de las agencias de inteligencia de Estados Unidos al presidente Felipe Calderón: “debe emprender una investigación seria contra el cártel de Sinaloa y desmantelar la red de testaferros que están detrás del capital que mueve este grupo criminal. Los estadunidenses quieren que se canalicen las investigaciones patrimoniales en ambos lados de la frontera” (Proceso 1689).
Desde entonces, el entorno de Guzmán Loera se ha sacudido en México y en Centro y Sudamérica, donde mantiene una sólida presencia mediante sus redes financieras y las que se encargan del trasiego de droga desde Colombia.
En abril de 2009, un mes después de la publicación de Forbes, Héctor González Martínez, arzobispo de Durango, prendió otro reflector en torno de El Chapo. Sin vacilar, reveló que el capo vive en Durango, “más adelante de Guanaceví”.
Los reporteros habían pedido la opinión de González Martínez sobre la inseguridad en los municipios duranguenses de Cuencamé y Guadalupe Victoria. Respondió:
“Sí. No sólo (hay inseguridad) en esos pueblos, sino (en) todos los pueblos de la franja que va desde San Andrés del Teúl, en Calchihuites, Súchil, Vicente Guerrero, Villa Unión, Ramón Corona, Cuauhtémoc, Allende, Guadalupe Victoria… En toda esa franja.
“Y también otro grupo que anda por el norte, en San Bernardo, Santa María del Oro, Guanaceví. Ahí están asentados de plano. Más delante de Guanaceví, por ahí está El Chapo, por ahí vive, pero, bueno, todos lo sabemos, menos la autoridad.”
Al día siguiente, ningún periódico local publicó las declaraciones del arzobispo y los diarios nacionales no circularon en el estado de Durango. Después de eso, González Martínez simplemente no quiso hablar más del tema.
Reveses
El capo sinaloense es objeto de persecución dentro y fuera de México. En marzo de 2008, autoridades de Guatemala –uno de sus principales refugios antes de su captura, en 1993– lo responsabilizaron de un enfrentamiento en el que murieron varios kaibiles y miembros del grupo armado Los Zetas, sus rivales, cuyos cuerpos fueron encontrados completamente calcinados.
En la lista de 11 fallecidos se quiso incluir a El Chapo. Al menos Geovanny Castro, jefe de la Fiscalía Antidrogas de Guatemala, declaró que no lo descartaban.
La PGR envió sus huellas a Guatemala para que fueran cotejadas con los cadáveres. Días después, el entonces procurador Eduardo Medina Mora dijo: “No tenemos ninguna información, por lo que resulta una especulación solamente, de que haya un líder relevante de las organizaciones del narcotráfico mexicano detenido o fallecido en esos hechos”.
Uno de los mayores golpes contra la infraestructura del cártel de Sinaloa fue asestado por el Ejército en agosto pasado, gracias a información de la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antidrogas estadunidense, que le sigue los pasos desde enero de 2001.
En la comunidad El Rodeo, municipio de Tamazula (a unos 330 kilómetros de la capital de Durango), los militares aseguraron el laboratorio de drogas sintéticas más importante de América Latina.
El inmenso laboratorio fue llamado “Ciudad Cristal”. No es para menos: el complejo contaba con 22 módulos distribuidos en 240 hectáreas, cinco laboratorios, áreas de hospedaje, cascadas artificiales, aeropista, tres plantas de luz, sistemas de drenaje y agua potable.
Disponían de 10 antenas de Sky, tres de red satelital, 18 vehículos de todo tipo y dos excavadoras, bodegas, lavanderías, cocinas y área de enfermería. También se encontraron 164 tambos de 200 litros con acetona, tolueno, sosa cáustica y otros precursores químicos; tanques de gas y oxígeno, así como 10 toneladas de mariguana, 20 kilos de cocaína pura, 12 armas largas, 500 cartuchos, 20 mil dólares en efectivo y equipo de radiocomunicación..
Los militares hallaron asimismo catálogos de prostitutas con tarifas de hasta 22 mil dólares. En el lugar trabajaban alrededor de 120 personas, entre vigilantes, laboratoristas, cocineros y personal de enfermería, pero no hubo detenidos: cuando el Ejército se acercaba, todos pudieron escapar.
La más reciente andanada contra El Chapo ocurrió en Colombia, de la mano del gobierno estadunidense: el pasado lunes 8, la Policía Nacional detuvo a 21 presuntos narcotraficantes, incluida una mujer, considerada como el enlace entre los cárteles colombianos y el capo mexicano. Según el general Óscar Naranjo, jefe de la Policía Nacional colombiana, el rastreo de las células del cártel de Sinaloa se inició hace dos años como parte de la Operación Fronteras.
La red financiera
Si bien las autoridades mexicanas y estadunidenses no han podido cuantificar las ganancias reales de los cárteles mexicanos, sí han identificado parte de la estructura financiera que sirve a los intereses del narcotráfico a través de presuntas operaciones de lavado de dinero. Desde el 2000, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha emitido varias alertas e incluido en su lista de sospechosos a 121 empresas y poco más mil personas que, según sus informes, radican en México y tienen vínculos con el narco.
El gobierno mexicano ha sostenido reiteradamente que esos informes carecen de veracidad y que no existen evidencias en contra de las empresas que las autoridades estadunidenses catalogan como “fachadas para el lavado de dinero del narcotráfico” mediante la importación, exportación, consultoría, compra-venta de divisas, servicios, minería y transporte, y mediante los giros farmacéuticos, inmobiliario y alimentario.
Entre esas empresas destaca Nueva Industria de Ganaderos de Culiacán, S.A. de C.V., propiedad de Ismael El Mayo Zambada, el principal socio de El Chapo Guzmán. Actualmente esas firmas son promocionadas por el gobierno federal, y en el sexenio de Vicente Fox recibieron apoyo de la Secretaría de Economía a través del Programa de Fondo de Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes).
Datos consultados en la PGR sostienen que, de las 121 empresas “boletinadas” en 2008 por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro estadunidense, 48 pertenecen al cártel de Tijuana, 34 a la familia Arriola Márquez (afincados en Chihuahua y socios del cártel de Juárez) y 25 más están relacionadas con El Mayo Zambada y familiares.
Desde 2007, Estados Unidos sigue los nexos financieros de Ismael Zambada García, el principal socio de Joaquín Guzmán Loera. Ese año, tras una investigación de 20 meses realizada junto con la DEA, el Departamento del Tesoro relacionó a seis empresas de Zambada con el lavado de dinero: Establo Puerto Rico, S.A. de C.V.; Jamaro Constructores S.A. de C.V.; Multiservicios Jeviz, S.A. de C.V.; Estancia Infantil Niño Feliz S.C.; Rosario Niebla Cardosa, A. en P., y Nueva Industria Ganadera de Culiacán.
La misma dependencia estadunidense identificó a la mexicana Margarita Cázares Salazar, La Emperatriz, como una de las piezas del cártel de Sinaloa dedicada al lavado de dinero. Más tarde, la PGR tuvo que hacer lo propio.
Con su poderío e influencia, Guzmán Loera vulneró los sistemas financieros mexicanos y estadunidenses por medio de una intrincada red de operaciones en casas de cambio e instituciones bancarias, que le permitió comprar 13 aviones para el tráfico de cocaína entre Colombia, Venezuela, Centroamérica, México y Estados Unidos.
Luego de que el Departamento del Tesoro acreditó tales operaciones, a mediados de 2007 la PGR integró el expediente PGR/SIEDO/UEIORP/FAM/119/2007; en éste quedó registro de que los aviones fueron comprados a través de la Casa de Cambio Puebla mediante la triangulación de operaciones en las que participaron más de 70 particulares y empresas que realizaron transferencias por 12 millones 951 mil 785 dólares a 14 compañías de Estados Unidos dedicadas a la adquisición y aseguramiento de aeronaves.
Según la averiguación de la PGR, el artífice de las triangulaciones fue Pedro Alfonso Alatorre Damy, El Piri, también conocido como Pedro Barraza Urtusuástegui o Pedro Alatriste Dávalos, quien estuvo preso en 1998 por lavado de dinero tras ser capturado como parte de la Operación Milenio. Esta acción puso al descubierto al cártel que manejaban Armando y Luis Valencia.
Tras recuperar su libertad, El Piri se involucró con las operaciones financieras del cártel de Sinaloa.
Fuente: Proceso
Difusión AMLOTV
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