Gabriela Conde
Los discursos verticales con los que se crean las grandes mentiras de la nación resultan cada vez menos ordenados y difusos hasta para aquellos que los recitan.
El éxito de un gobernante mucho tiene que ver con lo que le cuente a su pueblo. El qué y cómo de su gobierno.
La crisis en México será una gripa o estamos ganando la guerra contra el narcotráfico, querían originalmente dar cohesión y un cierto sentido a las políticas gubernamentales. Algo como: estamos en guerra, la vamos ganando, ello justifica nuestras acciones, apóyennos.
Pero cierto, cada vez estos discursos son más difusos y contradictorios, baste ejemplificar con las muchas veces en que el presidente Calderón (o alguien de su gabinete) aparece disculpándose por tal o cual cosa que dijo mal o no era su intención decir, o mejor, supliendo con imágenes terribles y absurdas (como las fotos de Beltrán Leyva) la falta de eso que decirnos a los mexicanos.
Lo prefiere a tratar de explicarnos algo.
Quizá por esta ausencia se hace tanto alarde por el bicentenario de la Independencia y por el centenario de la Revolución. (Corte a: Enero de 1994, La selva en Chiapas, campesinos indígenas, quienes están más que familiarizados con conceptos como esclavitud, hegemonía impúdica del clero, limitación a servicios básicos, gritan: Tierra y Libertad.)
¿Qué celebramos en este 2010? El año en que a falta de discursos decidimos arroparnos con las mentiras épicas de La Independencia inexistente y de la Revolución fallida.
Claro, celebramos que hace décadas se contaban mejores ficciones y que a falta de choros contundentes regresamos a las malas (por previsibles y facilonas), pero repetidas historias de un México que no es el que vemos a diario.
Sí, celebramos la recopilación de mitos que deberíamos tener superados. Es como la salida al mercado con bombos y platillos de unlong play de malos covers de pésimas pero muy famosas canciones.
Fuente: La Jornada de Oriente
Difusión: Soberanía Popular
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