EDITORIAL
Ni a quien creerle.
La escasa credibilidad, ya cayendo hacia la desconfianza, que se tiene hacia las autoridades de todo tipo y a todos los niveles, es más que merecida; pero la incertidumbre genera angustia entre los ciudadanos.
Ya decía Pitágoras que “El hombre debe saber a dónde va, aunque vaya en brazos de los Dioses”.
Y los mexicanos no sabemos bien a bien a dónde nos quieren llevar nuestras Autoridades. Pero por lo que llevamos recorrido parece que vamos al abismo.
Ahora que Twitter y Faceboock han demostrado poca ética en lo que respecta a la confidencialidad y a la credibilidad (el que Manuel Espino haya subido a la Red que Diego Fernández de Cevallos había sido encontrado muerto, lo que después corrigió, es una prueba de ello)
Hace que la gente se pregunte a quién, o a qué, se le puede ya creer. Los Medios de comunicación obedecen aviesos intereses que nada tiene que ver con la Libertad de Expresión.
Y si hablamos de religiones y sus representantes dizque divinos, ya se conoce la farsa que son y que a ellos no se les puede ni creer, ni confiar nada.
El que primero las Autoridades hayan informado que el derrame de petróleo en el Golfo de México era de unos 5 mil barriles diarios.
Lo que después fue aumentando a 25 mil y ahora van por 80 mil, es escandalosamente desconcertante.
Nadie sabe bien a bien la magnitud del desastre, pero hay voces que hablan de la mayor tragedia ecológica que haya presenciado la humanidad, pues aún no encuentran la forma de detener el derrame.
Pero ni a quien creerle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario