Patricio Cortés
pcortesc@yahoo.com.mx
* El “presidente del empleo” sólo toma en cuenta una variable * Ignora el comportamiento del trabajo formal, del informal y la migración * Las Pymes ocupan el mayor número de trabajadores * Privilegian a las trasnacionales con apoyos económicos * La informalidad representa 28.6% de la ocupación nacional * Regalamos el bono demográfico y el mejor preparado a Estados Unidos * Apuntalan a las ramas exportadoras, en manos de multinacionales * Reservas históricas pero el modelo impide usarlas
El empleo es indispensable para la subsistencia del individuo y de la sociedad, es el principal argumento de los industriales al pedir apoyos: “Dar empleo es la chamba de las empresas”; sin embargo, el actual modelo económico más bien constriñe esta variable económica.
Aunque las pequeñas y medianas empresas (Pymes) generan ocho de cada 10 empleos, son las que reciben menos apoyo, pues en el sistema de competitividad feroz no tienen nada que hacer frente a la gran industria transnacional. Sobre todo porque le hemos apostado todo a las exportaciones.
“El presidente del empleo” afirma que es un problema que estamos superando y presume que se está incrementando el número de afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero unos días después fue desmentido por el propio Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) al registrar el desempleo a la alza.
El doctor Gerardo González Chávez, especialista en mercados laborales del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica a Forum que el titular del Ejecutivo sólo tomo en cuenta una variable, de ahí la contradicción: “Se tienen que agrupar cuando menos cuatro variables: las tendencias del desempleo, el comportamiento del empleo formal, del empleo informal y la migración. Los datos que manejan con nombre y apellido es sólo el empleo formal en las cifras que da a conocer el IMSS.
“Las empresas que serán apoyadas son las más competitivas en el mercado internacional hacia donde está orientada la producción. El problema de esto es que, para ser competitivos, una empresa tiene que ser altamente intensiva en capital, establecer formas de producción más modernas para aumentar la competitividad, muy pocas empresas van a poder competir y sólo en algunos sectores”, explica.
Esto, nos comenta, deja fuera a las Pymes: “Si la mayor parte del empleo se genera en las empresas intensivas en fuerza de trabajo que son las pymes, es lógico que una situación de cierre genere un gran numero de desempleados”.
Refiere que el sector servicios concentra el 42% de la población ocupada y la industria manufacturera sólo cerca del 15%, la construcción por su parte ocupa cerca del 8%, pero como va encadenada a otros sectores impacta al grueso de la economía.
“La población económicamente activa (PEA) es de alrededor de 45 millones. En el empleo formal de 2004 a 2010 sólo se generó un millón de empleos y se necesitaban seis. En los últimos años más del 60% del empleo urbano ocupado se ha mantenido en la informalidad. El empleo informal ya representa el 28.6% de la ocupación nacional, más de 12 millones de mexicanos”, señala.
A estas cifras vienen a impactar los llamados ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan. De acuerdo al investigador Gerardo González Chávez, son cinco millones de ninis, el doble de los desempleados que reconoce INEGI y que de integrarse a la estadística se dispararían los niveles de desempleo.
A esto suma la migración que, considera, ha sido un elemento fundamental para mantener la estabilidad: “En los últimos cuatro años se han ido mas de un millón de trabajadores. Estamos regalando el bono demográfico, y el más calificado, la mayoría tiene 10 años de educación, cuando el promedio nacional es de ocho años”.
La urgencia de inversión para reactivar la economía y generar más empleos coincide con el anuncio de que las reservas internacionales rompieron récord y hoy son superiores a los 100 mil millones de dólares. No obstante, el economista duda que se utilicen con dicho fin. “Ahí choca con el modelo liberal que plantea muy claro que el Estado debe alejarse de la inversión directa. Tenemos dinero por un lado y necesitamos inversión por el otro”.
Sobre los programas para fomentar la creación de fuentes de trabajo, asegura que el de primer empleo “fue un fracaso burocrático, sólo se crearon 17 mil empleos”. Igualmente nos dice que no existe un proyecto para integrar a las personas mayores de 30 años, hoy excluidas por los avances tecnológicos.
Critica: “Este modelo ha precarizado el empleo. No se le da prioridad a la producción interna a través de la protección, del fomento, de la creación, de empresas, de la modificación de la política de endeudamiento. La prioridad es el pago de los intereses y no la generación de empleos”.
De hecho, otros países ya voltean a otros rubros: “Se buscan los sectores más competitivos y la industria automotriz y la del acero son muy maduras. Muchos países desarrollados han tendido a establecer otras industrias más dinámicas, con una mayor tasa de beneficio como son las Tics (tecnologías de la información y la comunicación).
Un sector que suele recibir muchos apoyos es la industria automotriz. Con frecuencia vemos cómo a las armadoras se les obsequian los terrenos para que se instalen, e incluso el presidente Felipe Calderón decretó el inicio de la eliminación de la tenencia con los automóviles nuevos para fomentar a esta industria. Se ocultó, con fines electorales, que el Congreso lo aprobó con anticipación.
La doctora María Luisa González Marín, especialista en la industria manufacturera del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, expone a Forum: “La idea es privilegiar la exportación. Si tú te fijas las dos grandes ramas manufactureras, campeonas en la exportación, son la automotriz y la de aparatos electrónicos, aparte del petróleo, son las que dictan las normas”.
Nos asegura que para la creación de más fuentes de empleo en relación costo beneficio no es la mejor opción, pues las Pymes están excluidas como proveedoras de las grandes armadoras, al no poder cumplir con las condiciones de entrega y calidad que les exigen: “Las Pymes están en otras áreas, en la industria alimentaria, en la industria textil, la construcción, en la industria metal mecánica, haciendo ciertas piececitas para empresas. Entonces convendría mejor apoyar otras áreas”.
Incluso nos dice que a las transnacionales que son proveedores de las armadoras automotrices les prestan hasta personal: “La empresa armadora se ahorra mano de obra, porque no les pagan igual a quienes trabajan en la fábrica de autopartes que en la armadora. Además no tienen sindicatos, es una forma de ahorro. Es parte de la competencia.
“Es peligroso apostarle a esa industria tan ligada a lo que pasa en Estados Unidos (ocho de cada 10 autos producidos en México son para exportación), a la política que ellos decidan. Si les conviene van a estar aquí, ellos tienen que ver sus ganancias. En Detroit trasladaron muchas plantas a otros lugares y la gente se va. Esa ciudad ha perdido el 20% de su población”.
Considera un contexto poco favorable: “Es un mercado interno que no crece, pues la política que sigue el Estado es una política recesiva, todo mundo lo dice, el aumento de impuestos, el aumento de la gasolina, del IVA son todas medidas recesivas que restringen el consumo”.
Refuta el clásico ejemplo de la apertura del gigante asiático: “China da la autorización para instalar plantas, pero condicionada, eso permite primero aprender y luego ser parte del proceso. Exigen que haya parte del capital chino”.
Desde el punto de vista del desarrollo regional, el investigador José Gasca Zamora, también del Instituto de Investigaciones Económicas, advierte: “La experiencia nos ha demostrado que en la medida que les apostamos a los sectores exportadores o a las empresas transnacionales, ha sido más una maldición que una bendición. Son sectores muy vulnerables a las crisis y a las decisiones de cerrar empresas, porque algunos países se han vuelto más competitivos, por ejemplo China, algunos países asiáticos, Centroamérica. Yo creo que la apuesta en ese sentido es muy limitada”.
“Por una parte atraes empresas, inversiones, pero no tienes la seguridad de que logren crear procesos más estables de generación de empleos, de permanencia en algunas ciudades o regiones. Por otro lado se parte de la apuesta al mercado externo, a un mercado que está muy distorsionado, porque le apostamos a un solo socio. Lo importante es nuevamente voltear hacia el mercado interno, para generar oportunidades diferentes como sucedió en la etapa de substitución de importaciones”, expone el economista.
Todo mundo criticaba la etapa estatista, pero ahora muchos economistas la citan.
—Justamente porque en esa etapa hubo condiciones para genera mayor crecimiento económico, mayor empleo, surgieron las clases medias, surgió todo este proceso de las instituciones que generan bienestar social, hubo una redistribución del ingreso, o sea: el país estaba generando recursos propios e ingresos muy importantes que se lograban redistribuir a través de diferentes mecanismos, como programas sociales, lo que llevó a disminuir las condiciones de pobreza.
Sobre a quién apoyar, opina: “Habría que hacer una identificación de cuáles son los sectores que se pueden desarrollar, como las Pymes que por sus propias características tienen mayores posibilidades, por ejemplo el sector agroalimentario, el textil, algunos productos manufacturados con la posibilidad de crear proveedores nacionales”.
De la misma manera considera que entre más transnacionales menos posibilidades de marcar el rumbo económico: “Estamos viviendo una pérdida de soberanía relativa, porque en el modelo anterior el gobierno es quien decidía donde creaba esos mecanismos de compensación económica, a través de sus inversiones y fomentando empresas nacionales. Hoy la transnacional decide dónde va a desarrollar empresas y cuánto va a durar el modelo, entonces somete a una dinámica diferente tanto al gobierno federal como a los gobiernos locales, que se ponen a disposición de los intereses transnacionales”.
Sobre la vulnerabilidad del modelo, José Gasca ejemplifica: “Un caso muy particular es el de Yucatán donde decidieron apostarle al modelo maquilador (tras el agotamiento del modelo henequenero), que sólo duró dos décadas y ahora las maquiladoras están cerrando y yéndose a China, justamente porque no hubo candados para asegurar que las inversiones se queden, como lo hacen otros países”.
Respecto a la mayor dificultad para encontrar trabajo de los mayores de 30 años explica: “Hay un gran ejército industrial de reserva donde se aprovecha la mano de obra más dinámica y como no les hacen contratos tienen la posibilidad de hacer rotaciones. Al capital sólo le interesa mantener un nivel de rentabilidad”.
Podríamos concluir con que el modelo fracasó universalmente pues de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas el número de desempleados en el mundo está en su máximo nivel histórico al ubicarse en 211 millones.
Fuente: Forum
Difusión: soberanía popular
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