EDITORIAL
De hipocresía y perversión.
Como si los ciudadanos no nos diéramos cuenta de que todo es un sucio negocio, la Secretaría de Salud, dirigida por un doctor que fue capaz de declarar una pandemia que nunca existió.
Y además aplicarles a los compatriotas que se dejaban una vacuna con severas reacciones secundarias que, además, no cumple con los requisitos internacionales para ser una vacuna efectiva (en otras Naciones fue rechazada)
Ahora rechaza favorecer a la Industria de la comida chatarra; cuando está en su mano el impedir que se sigan vendiendo en las escuelas; y no solo eso, que dejen de publicitarse, pues los beneficios que anuncian, son falsos.
Y aunque por un lado no se va a permitir la venta de ningún medicamento sin receta, por otro lado permite que se anuncien aceites maravillosos y colchones mágicos que recuperan la salud sin que se tenga que hacer nada. Lo que hace su comportamiento muy sospechoso.
Por no hablar de bebidas “energéticas” que son un atentado para la salud de cualquiera; y que se venden, al igual que el alcohol y el tabaco, sin receta.
Anteponer los negocios o los compromisos (que finalmente vienen a ser lo mismo, hoy, que hay pocos hombres con palabra) es poco ético; además que un mal negocio, pues curar a los pacientes sale más caro el remedio que la enfermedad.
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