viernes, 20 de agosto de 2010

La Mafia Vs AMLO: una Lectura de Fidel Castro




La Mafia Vs AMLO: una Lectura de Fidel Castro


Por Alfredo Velarde
La nota internacional en el país que se llevó la semana que pasó fue, a no dudarlo, el amplio comentario en un artículo de opinión que le dispensó a nuestra postrada condición nacional Fidel Castro, a raíz de la reciente lectura que un revitalizado y todavía influyente líder revolucionario cubano hiciera del libro de Andrés Manuel López Obrador y cuyo título es, como sabemos, La mafia que se robó México. Rápidamente convertido en explosivo incidente (nada) diplomático, por la pésima recepción que tuvo el texto en el círculo gobernante mexicano por los duros juicios pronunciados por el Comandante y todavía Primer Secretario del Partido Comunista Cubano, de nueva cuenta desnudó la torpeza galopante del gobierno de Felipe Calderón y concluyó exhibiéndolo a escala mundial como lo que verdaderamente es: un gobierno autoritario que desconoce el oficio de la política y rápidamente se sale de sus casillas cuando alguien le recuerda la verdad sobre la ilegitimidad de origen de su espurio gobierno emanado de un históricamente documentado fraude electoral incapaz de ocultarse.
El largo texto de Fidel en dos entregas al que la prensa mexicana electrónica y escrita le dedicó amplios espacios pletóricos de ambivalentes y oblicuas interpretaciones, sin embargo, no aportó nada nuevo que los mexicanos críticos e informados no supieran de antemano –y padecieran en carne propia-, pues más allá de los enojados y desorbitados desplantes autistas del antidemocrático régimen neoliberal-tecnocrático del decadente calderonismo, empecinados en negar la objetiva realidad en que están sustentadas las opiniones de Castro, impactan en una suerte de carambola de tres bandas a tres aristas visibles de la confusa política latinoamericana actual: primero al inefable mal gobierno de Calderón plegado vergonzosamente a los EUA, contra quien estaba originalmente dirigida la crítica; pero después, contra el propio estatalismo de López Obrador a quien Castro -otro consumado estatista- elogiara sin ambages; y al final, el texto de Castro, también termina involuntariamente impactándolo a él mismo, por los silencios que contiene su largo artículo, en materia de las largas y pocas conocidas relaciones políticas entre México y La Habana durante el último medio siglo. En lo inmediato, además, el artículo de Fidel coloca las relaciones entre el gobierno cubano y el mexicano, en el nivel del sainete foxista del comes y te vas
La principal e indudable cualidad del texto de Fidel es que dio en el clavo, en razón a que suscribe y amplifica una sabida verdad de Perogrullo entre los mexicanos hartos hasta la náusea del criminal orweliano mundo feliz que el calderonato a la deriva ha pretendido fabricar mediáticamente en medio del baño de sangre en que ha ahogado a México desde que, apoyado por la mafia oligarcocrática usufructuaria, se robara la presidencia de la (semi) república para representar, defender y suscribir los más depredadores intereses del capitalismo salvaje de credo neoliberal en favor de los 30 pudientes multimillonarios nacionales y los 300 grupos de grandes capitalistas locales subordinados al caos global y los intereses económicos y geopolíticos de los EUA en la región y contra los mexicanos mismos. Pero en segundo lugar, como lo señalaba, el reconocimiento de Fidel Castro al libro de Obrador, ha tenido –se vea o no- la implicación de una flor envenenada por las connotaciones a favor del uso contra López Obrador mismo que se harán de las opiniones del ex guerrillero caribeño, en la guerra sucia por venir cuando la campaña electoral del 2012 por la presidencia, se desencadene emplazada a plenitud.
Sabedor de esta fatal implicación para sus intereses, aunque Obrador agradeciera los elogiosos comentarios del Comandante cubano devenido en periodista de opinión, acompañó su agradecimiento con un elegante pero desnudador agregado, afirmando: <>. Poniendo al controvertido personaje en las alturas de Gandhi, Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Luther King, Ho Chi Minh, Allende y Mandela, el ya precandidato López Obrador se cuidó de no aparecer alineado a la geometría política que Castro representa, pues incluso ya antes el panato gobernante lo ha acusado de inconfesables relaciones con Caracas, tratando de ridiculizar las nunca demostradas relaciones con el gobierno de Hugo Chávez, el más claro aliado del gobierno isleño en el Cono Sur. Pero además, involuntariamente -¿acaso como emergente psicoanalítico?-, Obrador deslizó implícitamente el reconocimiento de su estatismo keynesiano de corte claramente capitalista, que parece deliberadamente desmarcarse de ese otro estatismo que es el modelo de economía estatal centralmente planificado, burocráticamente gestionado y nunca genuinamente socialista, en los hechos cada vez más liberalizado en la ruta cubana hacia la lamentable restauración de una economía de mercado ya con el gobierno de Raúl Castro. Si no es así entonces, ¿qué hacía Carlos Slim visitando a Fidel para regalarle una tele, si no era explorar posibilidades de inversión en la Isla criminalmente bloqueada por los yanquis?
Al final de todo este tropical tour-de-force, empero, la carambola fidelista también se impactó contra Fidel mismo, porque muchas de las acciones de lo que fueron las décadas de gobierno unipersonal de Fidel en Cuba, invariablemente lo exhibieron como un personaje político más cercano al PRI en el poder que a la propia izquierda mexicana genuina, como en el raro caso de la entrañable amistad con el policía político contrainsurgente mexicano por excelencia, Fernando Gutiérrez Barrios, que aquí asesinaba y desaparecía activistas radicales de izquierda y en la Isla se le daba trato de Jefe de Estado en funciones. ¿Qué hubiera dicho el Che olvidado por Obrador en su lista? La apoteosis de la incongruencia de Fidel, en fin, se demostró con claridad con el reconocimiento que hizo al gobierno también espurio de Carlos Salinas de Gortari emanado del fraude contra el inconsistente Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, incluso asistiendo a su toma de posesión. Ahora, Fidel reconoce los fraudes de 1988 y 2006, pero nada dice de sus polémicas relaciones con el priato de entonces. Contradictorio, ¿no?


Fuente: Machetearte
Difusión: AMLOTV

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