Para los que saben leer entre líneas, está claro que el reto que lanzó la periodista no es para la familia Vargas, ni para MVS. Es para el presidente de la República, Felipe Calderón.
Por Félix Arredondo
Las palabras de Carmen Aristegui no solamente fueron una confirmación de lo que todos ya sabíamos.
En su discurso, la periodista también hizo un análisis profundo, valiente, inteligente, firme y sin lloriqueos del por qué todavía en México suceden atropellos contra quienes se atreven a ejercer su derecho a la libertad de expresión.
Fue una exposición bien estructurada, y mejor meditada.
Y es que Carmen empezó por exculpar a sus amigos, la familia Vargas a quien la multitud ha vilipendiado de la responsabilidad de su despido.
Aristegui no sólo confirmó los señalamientos que inculpan directamente al presidente de la República, Felipe Calderón, de la decisión. La comunicadora fue más allá.
También explicó cómo esa responsabilidad también la comparten otros centros de poder.
Lo mismo señaló a la clase política que al Poder Legislativo que, a pesar de que ayer la defendieron desde las dos Cámaras, no han hecho lo suficiente por modificar las leyes que permiten que otros se empoderen para gobernar sin ser gobierno.
También señaló a otros como los grandes monopolios que impiden la competencia y a los poderes "fácticos de los medios de comunicación que someten al poder político".
Sin duda el discurso de Aristegui quedará para la historia por su calidad y profundidad.
Sin embargo, quizá el mayor merito de sus palabras es que entrañan, por sí mismas, un reto al poder y lo ponen frente a una complicada encrucijada.
Y es que Carmen hizo una abierta exigencia: "Solicito a MVS que reconsidere mi despido. El país no está para perder los espacios que hemos ganado.
"Estoy dispuesta a regresar este lunes si retiran el comunicado, y publican otro en el que mi integridad quede resarcida".
Para los que saben leer entre líneas, está claro que el reto no es para la familia Vargas, ni para MVS. Es para el presidente de la República, Felipe Calderón.
El presidente puede rectificar o no. Sin embargo, haya acción u omisión la decisión tendrá consecuencias. Sobre todo cuando Carmen Aristegui, no se queda sola.
No sólo tiene una enorme cantidad de mexicanos que simpatizan con ella, sino que su voz no se apagará. Seguirá escuchándose lo mismo en medios mexicanos, como en la poderosa cadena internacional CNN.
Es de sabios cambiar de opinión dice el refrán popular. Eso hasta Vicente Fox lo entiende, sobretodo cuando afirma que lo de Carmen es un atentado a la libertad de expresión, después de haber sido intolerante y perseguidor de periodistas y críticos.
¿Cuales podrían ser las consecuencias para el presidente de no rectificar a tiempo, como ocurrió con el Caso de Gutiérrez Vivó?
¿Qué clase de democracia es ésta que por un comentario editorial que irritó al gobierno se le corta la cabeza a quien opinó?
Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV
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