FERNANDO ACOSTA RIVEROS
En los partidos políticos mexicanos hay militantes de causas justas. También existen ciudadanos, que sin pertenecer a ningún partido, simpatizan con la justicia y la democracia participativa. Los militantes y simpatizantes se mantienen firmes en sus convicciones. Escuchan diversas opiniones, respetan a quienes tienen ideas diferentes y persisten en la lucha por sus ideales. Actualmente vivimos en México un año donde las elecciones regionales que se realizarán en los estados de México y Nayarit, son tema de análisis y discusión. Desde ahora se mira hacia el proceso electoral de 2012 con dosis de entusiasmo y también de escepticismo.
Buscar el bienestar colectivo es uno de los propósitos básicos de la política. En todas las campañas de partidos, alianzas y coaliciones, se habla de la necesidad de superar el momento difícil que vive México. Desde los partidos tradicionales Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), sus dirigentes quieren convencer a los ciudadanos que dentro del actual sistema económico y político, la nación logrará avanzar hasta alcanzar la democracia.
Ningún candidato priísta o panista va a decir públicamente que su proyecto consiste en seguir empobreciendo a la población. En marzo de 2011 es casi imposible que algún dirigente del PRI o del PAN reconozca que el actual sistema estuvo y está diseñado para favorecer a los ricos. Además de los candidatos y dirigentes de esas dos colectividades tradicionales, ¿qué pensarán los militantes de base?, ¿apostarán por mejorar y transformar sus respectivos partidos?, ¿podrán los simpatizantes del PRI y del PAN, demostrar y expresar, sin represalias, sus inconformidades ante los dirigentes?
Hace 22 años muchos militantes de base del PRI, así como algunos simpatizantes del PAN, decidieron acompañar a militantes de la izquierda que venían de organizaciones políticas y sociales, partidos y movimientos, con el deseo de formar una nueva organización política que defendiera causas justas para mejorar la vida del pueblo mexicano. Así surgió el Partido de la Revolución Democrática (PRD), formalmente constituido el 5 de mayo de 1989.
A más de dos décadas de su fundación, en el PRD persisten militantes y simpatizantes de causas justas. Son militantes y simpatizantes perredistas que se oponen, con razón, a las alianzas entre ese partido y Acción Nacional. Algunos dirigentes del PRD han traicionado a su colectividad. Solamente piensan en mantener sus privilegios y se olvidan de los principios. No quieren recordar la historia y descalifican a quienes tienen memoria y compromiso militante con la causa justa y libertaria de la izquierda.
En Tepic, Nayarit y en Toluca, Estado de México, varios militantes del PRD continúan oponiéndose a las alianzas con el PAN. Prefieren pedir licencia y apoyar propuestas de izquierda acompañando al Partido del Trabajo (PT), a Convergencia y al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), este último, auspiciado por ciudadanos que organizados en redes políticas, defienden las propuestas del compañero Andrés Manuel López Obrador. Uno de los desafíos que tiene el Morena en 2011 es convencer a ciudadanos desencantados del PRI y del PAN para que se sumen a un movimiento político donde participen como militantes y simpatizantes de una causa justa.
Los fraudes electorales realizados por la oligarquía en 1988 al robarle la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y en 2006 al arrebatarle con alevosía y trampas el triunfo a López Obrador, son recordados como afrentas y como amenazas permanentes en este 2011 y hacia el 2012, independientemente de quien sea el candidato de la izquierda para llegar a la presidencia de la república. Esas experiencias cargan el escepticismo de amplios sectores donde hay conciencia de que es necesario un cambio, pero se vislumbra como algo imposible o sumamente difícil.
“Palabras sin actos, sin hechos que las respalden, sólo son eso, palabras vacías”, decía Salvador Nava Martínez, candidato a gobernador de San Luis Potosí en abril de 1991. Nava fue simpatizante de la democracia participativa, militante de causas justas, candidato del pueblo y dirigente del Frente Cívico Potosino que apostó por reducir el exceso de privilegios que mantenían las autoridades durante los cacicazgos de Gonzalo N. Santos en los años 50 y Carlos Jonguitud Barrios en los años 80 del pasado siglo XX. La lucha apasionada de Salvador Nava Martínez en San Luis Potosí sirvió y servirá como referente histórico, para aumentar el entusiasmo de quienes piensan, desean y luchan por un cambio en la conducción económica y política de la patria de Benito Juárez.
Salvador Nava ganó la presidencia municipal de San Luis Potosí en 1958 y a partir de 1959 demostró que se podía administrar la ciudad con honestidad. Había muchos problemas entonces. La gente se quejaba por la mala distribución del agua. Las administraciones anteriores se robaban parte del presupuesto destinado a las tuberías. En ese solo terreno, el gobierno de Nava hizo la diferencia.
Los potosinos que se opusieron al cacicazgo de Gonzalo N. Santos sembraron una semilla para continuar la lucha contra las arbitrariedades. Promovieron causas justas y junto a sus hijos se enfrentaron 22 años después a un nuevo cacique y dirigente déspota llamado Carlos Jonguitud Barrios. Una vez más Salvador Nava ganó la alcaldía en 1983. El Frente Cívico Potosino convenció a muchos potosinos y mexicanos que sí es posible organizarse, enfrentar a los caciques y obtener el triunfo.
“Se nos pide que no volteemos hacia atrás. Si no quieren que recurramos a la historia, es porque le tienen miedo a ella”, le comentó Salvador Nava a Gerardo Galarza, reportero de la revista Proceso, durante una entrevista realizada en el tradicional barrio de San Miguelito en la capital potosina. Veinte años después y en medio del actual debate por las alianzas entre las cúpulas del PAN y el PRD, los militantes y simpatizantes de las causas justas, tienen la obligación de repasar la historia y defender el futuro de la población mexicana desde ahora. No hay que esperar pasivamente la llegada del 2012. El futuro no es lo esperamos, sino lo que construimos.
Fuente: La Jornada de Jalisco
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