Astillero
Operación Elba
Yunes y su nuevo patrón
Impudicias compartidas
Izquierda entrampada
Julio Hernández López
CONFESIÓN. El secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, y la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, inauguraron la exposición México en el orden jurídico internacional, en la biblioteca José Vasconcelos. Poco después, en reunión privada, el funcionario reconoció que el país tiene grandes retos en materia de protección a las garantías básicasFoto La Jornada
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el fallido hankazo al (aparentemente) abortado elbazo: siempre por razones electorales, Calderón ahora usa a Yunes para cobrar cuentas a Gordillo que, enterada a tiempo de la maniobra, saltó días atrás para acusar a su ex aliado veracruzano de corrupción y traiciones mientras éste, instrumento permanente de ataque al servicio del poderoso en turno, en respuesta devela podredumbres elbistas y panalistas largamente intuídas pero nunca tan judicialmente documentables, en un episodio digno de la pluma del difunto Mario Puzo que en el fondo no es otra cosa que el pleito mafioso por los reacomodos partidistas que ha ido haciendo la jefa sindical para alejarse del felipismo en decadencia (electoral, pero no policiaca ni judicial) y sumarse a las filas del priísmo peñanietista mediante otro arreglo” mercantil como el habido en 2006.
Enójense los cómplices y díganse las verdades (en un tragicómico espectáculo en que dos personajes marcadamente desprestigiados se afanan en competir por la medalla nacional de virtuosismo político y sacrificio al servicio de la patria): Gordillo ha sido desde el salinismo la gerente general y accionista principal de un corporativo de saqueo de recursos públicos mediante apropiación directa de cuotas sindicales y triangulación de negocios con entidades guber- namentales relacionadas con el magisterio y la burocracia federal en general, pero ahora se disfraza de Niña Héroe para tirarse por las laderas del Castillo de la Honestidad, acusando al malvado Yunes (que en otros episodios había sido su gatillero político y tejedor de triquiñuelas políticas, administrativas y financieras) de (¡oh, cuán impropio resulta para esos labios pronunciar sin remordimientos tal palabra!) corrupción. ¡Al ladrón, al ladrón!, gritó la profesora.
Pero no solamente lanzó los reflectores sobre el veracruzano al que ya había abandonado en las elecciones sucesorias de Fidel Herrera con quien acabó negociando, “arreglándose”, para que apuradamente se diera por ganador el PRI. Además, la profesora Gordillo exhibió a Felipe Calderón en sus vergüenzas electorales de 2006, cuando el panista michoacano hubo de prometer como botín de guerra cargos históricamente propicios para la corrupción, más una subsecretaría para el yerno ejecutivo, a cambio de auxiliar al desfondado aspirante blanquiazul. Lindando la pornografía política, Gordillo mostró las intimidades del poder actual, como si quisiera advertir al rencoroso ocupante de Los Pinos que un golpe en contra, un elbazo, tendría consecuencias cuando menos en el terreno minado de las indiscreciones, de la exhibición abierta de las impudicias compartidas.
Yunes, cuya historia política ha estado siempre ligada a episodios escabrosos (no solamente las acusaciones de participar en sesiones de pederastia en Quintana Roo) saltó ayer en su propia defensa pero, además, de manera sugerente se colocó argumentalmente del mismo lado de Felipe Calderón, como si fuera el ariete de una operación calculada para arrastrar en una eventual caída a su anterior jefa a la que calificó de “tigre de papel”. Yunes se transformó de pronto en un político de gran entereza y valentía que se negaba a obedecer las instrucciones incluso delictivas de quien todo mundo suponía que era quien lo había puesto en la cúspide como si de una concesión o franquicia a Gordillo se tratara. No había tal, jura el ex candidato panista a gobernador de Veracruz, pues entiende que llegó al cargo porque su verdadero jefe de entonces (¿y ahora?), Calderón, habría realizado sondeos con legisladores y políticos hasta toparse con que el perfil idóneo para la dirección del instituto para burócratas federales era justamente el de quien en aquellos momentos era soldado de línea de la generala chiapaneca.
En pelea de lodo, el acusado de abusos y corrupción en el Issste acusó a su vez a su anterior jefa máxima de pretender, por ejemplo, que se le entregaran 20 millones de pesos al mes para financiar el Panal donde ella es Elbeja Reina (y 300 millones más, para los comicios de 2009). A otros de los gerentes gordillistas congregados en una ciudad de Estados Unidos desde donde Gordillo despachaba también se les pidieron cuotas, según el tardío relato del ex director arrepentido que, sin embargo, así deja tendido el hilo con el que el pescador de Los Pinos podría jalar a terrenos judiciales a la escurridiza Elba Esther. Yunes, envalentonado por la protección y el respaldo que le ofrece su nuevo jefe de fin de sexenio, propone un intercambio de desnudos patrimoniales: que Gordillo demuestre de dónde tiene tanto dinero y qué ha hecho con las cuotas sindicales y el veracruzano a su vez se compromete a exponer sus haberes al escrutinio público o, menos riesgoso, al escrutinio de las instancias federales que obviamente controla el comprensivo amigo Calderón.
Astillas
Nadie atina a dar un paso firme en la izquierda electoral golpeada por el coletazo dinosáurico del pasado domingo: López Obrador eludió corresponsabilidades y recurrió a sus explicaciones clásicas (la mafia del poder, Salinas, etcétera) para abordar lo que requiere de profundidad, propuesta, innovación y autocrítica (incluso regaló a sus adversarios la frase explotable en su contra de que “hasta una vaca” habría ganado en el estado de México con el aparato de manipulación montado; frase cierta, pero que lo coloca en riesgo de nuevas hipocresías inducidas, al estilo de las Chachalacas silenciadas)... En tanto, Marcelo Ebrard buscaba volver a subir al barco de las alianzas que había abandonado a última hora cuando la postulación de Encinas sin panismo parecía promisoria y era inminente (“allí están los resultados”, dijo en rápido lance al estilo de Poncio Pilatos, reprochando a toro pasado lo que en su momento aplaudía y apoyaba con entusiasmo contrario, o provisionalmente contrario, a las alianzas tan lloradas pero que numéricamente tampoco habrían dado para abatir al copete de un mapache enardecido)... Y, mientras Cordero pareciera declinar, al decir que en el PAN no hay candidato oficial, ¡hasta mañana!
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Fuente: La jornada
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