La declaracionitis
René Drucker Colín
Hacia mediados de 1994 en La Jornada salió un encabezado que decía así: Hank: en 10 años México será un país del primer mundo, o sea que el gran político mexiquense Hank González hace 15 años, mostrando claras capacidades de clarividente, colocó a nuestro país en un lugar privilegiado en el concierto de las naciones. Valdría bien la pena saber a qué se refería exactamente este político cuando veía a México entre los más avanzados del orbe. Desafortunadamente, ya no podemos preguntarle, pero sí podemos analizar qué tan cerca o lejos del primer mundo estamos a 15 años de tal declaración. Yo no quisiera ser catastrofista, pesimista o antimexicano, pero me da la impresión de que más bien nos hemos ido alejando cada vez más de ese ansiado mundo. Más bien parecería que cada vez vamos más hacia el atraso, y razones sobran.
Desde hace años poco a poco hemos ido perdiendo la soberanía alimentaria y el Estado mexicano realmente no parece haberse preocupado por impulsar las oportunidades que pudiera generar el campo. Muestra de ello ha sido el cada vez mayor éxodo de trabajadores migrantes ilegales hacia Estados Unidos. La llegada exorbitante de tiendas de autoservicio extranjeras, entre ellas Wal-Mart, que ya tiene cerca de mil sucursales a lo largo y ancho de la República, genera una competencia desleal y ha logrado que cientos de pequeños negocios cierren, generando mayor pobreza en las poblaciones locales.
La soberanía para la salud también se ha perdido, ya que el gobierno ha sido incapaz o no ha tenido interés en impulsar a la industria farmacéutica mexicana, haciéndonos un país prácticamente dependiente de empresas trasnacionales para la fabricación y distribución de medicamentos, muchos de ellos con precios inalcanzables para la mayoría de la población y generando, por lo mismo, desabasto en las farmacias oficiales. A esto habría que sumar la incapacidad de las autoridades de salud para desarrollar vacunas, como fue ampliamente demostrado durante la reciente epidemia de influenza.
Pemex, empresa paraestatal que muchos países ya quisieran tener, no ha podido generar a través de sus ingresos el bienestar social que pudiera. Sólo habría que voltear hacia la época de Fox, cuando los ingresos por petróleo fueron enormes y desaprovechados por razones de ineptitud y corrupción.
El turismo, otra posible mina de oro por la enorme diversidad de sitios que el país puede ofrecer al mundo, no sólo ha caído drásticamente en fechas muy recientes, por razones de todos sabidas, sino aun antes de eso, con un raquítico comparativo con los países de ese primer mundo al que aludía Hank. ¿A qué se deberán malos servicios, inseguridad, corrupción, ineptitud?, no lo sé, pero estoy seguro de que podríamos generar ingresos y fuentes de trabajo enormes por el turismo, si tuviéramos los 60 millones de visitantes al año que tienen Francia y España, por dar dos ejemplos, en lugar de los poco más de 8 millones de extranjeros que nos visitan anualmente.
El asunto de la inseguridad, en lugar de haber ido mejorando, está peor que nunca y tiene a la mayoría de los mexicanos en ascuas, dado que la condición económica de la población está en los niveles más alarmantes posibles, que son causa fundamental de la violencia cotidiana que aqueja al país.
Así podríamos seguir para señalar las causas por las cuales más bien nos hemos ido alejando del tan ansiado primer mundo, pero no quisiera terminar sin indicar que nuestra aspiración como mexicanos para cumplir con la premonición de Hank González, de estar colocados entre los países del primer mundo, tendría que pasar porque el gobierno federal diera impulso a la educación, la ciencia y tecnología. Estos dos últimos asuntos ni siquiera son mencionados en el Informe reciente del Ejecutivo, a quien esos temas, está claro, ni los entiende ni le interesan.
Ya sólo falta que este último personaje felicite al muy respetable astronauta de origen mexicano como si México hubiera sido el que invirtió los recursos para la investigación espacial. La clase política mexicana tiene un poco tergiversado el sentimiento del desarrollo del país, ya que queda claro que, en cualquier ámbito nacional, el primer mundo nos está quedando cada vez más lejos.
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