Por Icela Lagunas
01 Oct 2009
Conoce el testimonio de Christian Salmones Flores, testigo clave de la PJGDF para incriminar a 'La Comandante Lore' en el plagio de Fernando Martí.
Una mujer conocida como "La Güera" es buscada por la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP) para terminar de acomodar las piezas de su investigación en torno al caso Martí.
Esta mujer es clave para validar o desechar la declaración del único sobreviviente del plagio de Fernando Martí, Christian Salmones Flores, quien ha señalado a Lorena González Hernández, "La Comandante Lore", como miembro de la banda de secuestradores.
Salmones Flores, escolta de Fernando Martí, reconoce a "La Comandante Lore" como la mujer que les marcó el alto en el retén donde fueron plagiados el 4 de junio de 2008.
Hoy, este testimonio representa la acusación más sólida contra los integrantes de la Banda de La Flor.
El 5 de junio pasado, al cumplirse un año del secuestro, Salmones Flores acudió al Juzgado 32 de lo Penal para desahogar la audiencia en la que ratificó su denuncia contra Lorena González Hernández, ex subdirectora de la Dirección General de Secuestros y Robos de la Policía Federal Preventiva (PFP).
Ese mismo día, el empresario Alejandro Martí, padre de Fernando, también acudió al juzgado. Las autoridades de la Procuraduría de Justicia capitalina se encargaron de blindar las instalaciones del recinto para evitar que los medios de comunicación y personas ajenas pudieran observar el rostro de quien logró sobrevivir al plagio.
Detrás de la rejilla de prácticas sólo estuvo Lorena González Hernández, también conocida como "La Lore". Los demás presuntos miembros de "La Flor" están en diversos penales federales debido a su supuesta peligrosidad.
Autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) informaron que Salmones Flores reconoció a la ex funcionaria de la PFP, sin temor a equivocarse, a través de la Cámara de Gessel.
Conoce el relato de "El Sobreviviente".
Sale con vida al plagio
Era la medianoche del 5 de junio de 2008 cuando policías preventivos del sector Taxqueña observaron un auto abandonado con las luces encendidas. Se encontraba mal estacionado sobre la calle Castellanos, frente al número 6 de la Colonia Centinela, en la Delegación Tlalpan.
Del interior de la cajuela del vehículo Corsa gris, placas 614THL, provenían gritos de auxilio de un hombre. Al abrir la cajuela, uno de los uniformados encontró a un hombre que tenía la cabeza cubierta de vendas manchadas con sangre. Casi no podía hablar. Se trataba del escolta de Fernando Martí.
A más de un año del secuestro y asesinato del hijo del empresario Alejandro Martí, Reporte Índigo da a conocer el rostro y el relato, hasta hoy desconocidos, del único sobreviviente del plagio que conmocionó a la sociedad.
Éste es el testimonio de Christian Salmones Flores, el principal testigo de la PGJDF contra Lorena González Hernández, presunta integrante de la Banda de La Flor.
Su versión de los hechos está vertida en las declaraciones ministeriales que hizo los días 6 y 20 de junio de 2008.
La primera fue rendida ante personal de la Fiscalía de Homicidios horas después de haber sido rescatado del vehículo; la segunda fue 14 días después ante los investigados de la Fiscalía Antisecuestros.
Luego de analizar la información provista por el escolta de 26 años, cuya identidad ha sido resguardada por las autoridades capitalinas, queda al descubierto que cae en contradicciones que debilitan su primera versión de los hechos.
En su declaración ampliada del 20 de junio de 2008, omite información que quedó asentada en su primera comparecencia, que fue realizada en el hospital donde estaba internado luego de ser rescatado del auto en el que fue encontrado maniatado.
Su primera versión: las revelaciones
Desde la cama 249, cuarto 202, del Hospital Xoco, Christian Salmones relató lo acontecido el día que Fernando Martí Haik fue secuestrado. La primera diligencia, realizada a las 15:00 horas del 6 de junio de 2008 y asentada en la averiguación previa FCY/COY-3/00950/08-06, refiere lo siguiente.
El miércoles 4 de junio, como a las 7:15 de la mañana, Christian Salmones y Fernando Martí salieron de la casa familiar, ubicada en San Ángel, hacia la escuela donde estudiaba el joven.
El chofer Jorge Palma Lemus tomó la ruta de siempre. Al llegar a la altura del estadio de futbol de Ciudad Universitaria, se toparon con un supuesto retén policiaco que les marcó el alto.
"Aproximadamente entre treinta y cinco sujetos que vestían uniforme de color azul, que representaban una edad aproximada entre treinta y cinco y cuarenta años de edad, ya no eran muy jóvenes, que portaban chaleco con las siglas de la AFI", declaró Christian Salmones ante autoridades de la PGJDF.
Dijo que recordaba que varios integrantes de dicho retén portaban armas largas y que había conos de color naranja colocados sobre el asfalto.
"Cuando de pronto nos marcó el alto con una seña que realizó con la mano, una mujer que vestía pantalón de mezclilla deslavado, con un chaleco con las siglas AFI, con lentes oscuros y gorra, que tenía el cabello güero, corto y peinado hacia atrás.
"Después de apagar el motor se acercaron al vehículo unos quince sujetos, uno se acercó del lado de la ventanilla de Jorge Palma, también portaba lentes oscuros, gorra y tenía barba y dijo que se trataba de una revisión del vehículo, momento en el que la mujer abrió la puerta del carro y me bajó, comenzándome a revisar", explicó.
Dos autos azules, ninguna patrulla
Salmones recordó haber visto dos automóviles: un Neón color azul con estrobos en las calaveras y otro vehículo más del que no reconoció la marca, pero especificó que también era azul.
"Bajando en ese momento el señor Palma y luego Fernando, llegando una camioneta marca Chrysler, tipo Voyager, al parecer modelo 2005, oscura, no sé quizá negra o azul, de la cual ya no vi las placas ni característica alguna, pero sí me percaté que estacionó atrás de nosotros mientras nos revisaban a los tres", declaró el escolta.
Dijo que le resultó extraño el hecho de que al pasar por esa zona de Ciudad Universitaria, siempre había patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública local. Pero ese miércoles no estaban ahí.
"Me llamó la atención que no había ninguna patrulla y esto lo puedo precisar porque cuando me estaban revisando, voltee a buscar alguna patrulla sin que pasara en ese momento ninguna por el lugar ni estuvieran donde en otras ocasiones las había visto", dijo.
Una vez que los tres estaban fuera del vehículo, les ordenaron subir a la parte trasera de la camioneta. Tenían que ir agachados y por ningún motivo podían alzar la cabeza.
"Instrucciones que cumplimos al pie de la letra los tres, subiéndose a la camioneta cuatro sujetos con nosotros, sintiendo como de inmediato arrancaban la camioneta y comenzaron a circular hacia el sur, sobre Insurgentes, como hacia el Ajusco", especificó Salmones.
El zig-zag y el 'Comandante'
El trayecto duró aproximadamente 30 minutos. En ese lapso, la camioneta iba zigzagueando. El escolta dijo que nunca escuchó que los secuestradores se hablaran con claves o indicativos.
"Sólo escuchaba que alguien decía en varias ocasiones 'Comandante', que también nos decían constantemente agáchense no se levanten y principalmente a mí me colocaban el pie en el cuello, es decir en la nuca, uno de ellos con su bota, para impedir que me levantara para después meternos a un domicilio del cual sólo pude ver de reojo que tenía una puerta color madera", declaró.
Dijo que ya en cautiverio, los plagiarios lo maniataron con vendas. E hicieron lo mismo al chofer. Les amarraron los pies y les taparon los ojos y la boca.
"A Fernando sólo le taparon la cara, esto lo sé porque me levanté la venda con mis mano", aclaró.
"No sé cómo llegué aquí", afirmó Salmones desde la cama del Hospital Xoco.
"No supe más de mí, hasta aquí en el hospital, ignorando si hablé o dije algo, siendo todo lo que sé respecto a los hechos; asimismo deseo manifestar que no sé que pudo haber pasado con el señor Palma y con el menor Fernando, que no podría realizar retrato hablado de la mujer que nos indicó el alto en el retén ni de los otros sujetos que estaban con ella".
De esa mujer, que les hizo la señal de alto, sólo recuerda que "era delgada, con la cara afilada y tenía rayos muy rubios, pero si los tuviera a la vista posiblemente sí los podría reconocer".
Actividades rutinarias
En los cuatro días hábiles que Christian Salmones tenía trabajando para la familia Martí, ya sabía que las actividades diarias del menor eran casi las mismas. Transcurrían entre la casa, la escuela y el gimnasio.
Salíamos de la casa aproximadamente entre las 7:10 o 7:15 horas, ya que su primer clase comenzaba a las 7:30 y después de dejarlo en el colegio, nos regresábamos a la casa de la familia Martí, para salir nuevamente a las 13:30 horas ya que el menor salía del colegio a las 14:00 horas, por lo que regresábamos a casa", detalló el escolta.
A las 16:00 horas llegaba a la casa la maestra particular de Fernando para darle clases. Éstas terminaban alrededor de las seis y media de la tarde.
Posteriormente, en compañía del chofer Jorge Palma, el escolta custodiaba al joven al gimnasio Sport City de Plaza Loreto, propiedad de su padre. Ahí nadaba aproximadamente una hora y convivía con algunos conocidos.
"Después de platicar el menor con algunas personas se subía al vehículo de la marca BMW, modelo 1996, de color gris, del cual no recuerdo el número de placas y nos regresábamos a la casa, llegando más o menos a las 20:00 horas y una vez que ya se quedaba el menor en la casa yo me retiraba a mi domicilio", dijo Christian Salmones.
Se atravesó el fin de semana y la rutina se retomó el lunes 2 de junio. El martes transcurrió tranquilo. Al día siguiente, todo cambió para la familia Martí y sus empleados.
Noche con olor a cocaína
Fernando Martí se la pasó llorando la noche del 5 de junio.
"El día de ayer, Fernando estuvo llorando toda la noche y nos dijo que había hecho un pacto para que pagaran el rescate por nosotros, posteriormente entró uno de los secuestradores y nos mencionó que iba a entrevistarnos uno de sus jefes que era el comandante, pero yo ya no supe nada", declaró Christian Salmones Flores.
Fue la última vez que el escolta vio a Fernando con vida. Todavía lo recuerda en aquel cuarto con dos pequeñas ventanas y dos puertas de la casa de seguridad ubicada en la Delegación Tlalpan.
Dijo que esa noche olía a cocaína porque dos de los secuestradores estaban fumando piedra. Después sintió un fuerte golpe en la cabeza y perdió el conocimiento. No supo más del joven Martí ni de Jorge Palma, su compañero de trabajo.
Según su declaración, durante la mañana del 5 de junio, los plagiarios de la Banda de La Flor interrogaron a Palma Lemus sobre los bienes del empresario Alejandro Martí.
El joven Fernando intervenía en la charla y contestaba algunos de los cuestionamientos.
"Les dijo a sus secuestradores que sus señores padres habían salido a Chicago, lo que era cierto ya que tenemos un capitán de seguridad que sabe de los movimientos de la familia, y el viernes el señor Martí había llegado de Monterrey, el fin de semana se fue a Valle de Bravo, el lunes estuvo en el Rancho Fox y el martes con el jefe de gobierno", declaró Salmones Flores en su primer relato del 6 de junio.
Negociando el plagio
Aunque se les dijo que los padres del menor no estaban en la Ciudad de México, los secuestradores llamaron a la casa de la familia para exigir el rescate.
"Les contestó el yerno del señor Martí, ignorando quien, ya que esto lo sé porque uno de los secuestradores entró y nos dijo que habían llamado a la casa, que les había contestado el yerno, al cual le habían dicho del secuestro pero que este se había pasado de listo por que les había dicho que nos mataran a los tres.
"Se está pasando de listo y lo vamos a chingar, ya que iban a colgar en Periférico a Fernando", relató el escolta en su comparecencia del 6 de junio.
Agregó que luego siguieron interrogando al chofer Jorge Palma, que era quien tenía más tiempo trabajando para la familia Martí.
"Le preguntaron al señor Palma si creía que podía juntar el señor Martí, treinta y cinco millones de pesos, contestándole el señor Palma que quizá sí, pero que les iban a tener que dar días para juntar el dinero", señaló en la declaración.
Fueron separados la noche que el joven Fernando Martí les habló del pacto para pagar el rescate fueron separados. Jorge Palma fue asesinado por los plagiarios y Christian fue brutalmente golpeado.
Un día después, en la cama 249, cuarto 202, del Hospital Xoco, Christian Salmones Flores se recuperaba de las lesiones.
La segunda versión: las contradicciones
Dos semanas después de haber rendido su primera diligencia ministerial, Christian Salmones Flores volvió a declarar en el Hospital Xoco, donde convalecía de las lesiones que tenía en todo el cuerpo.
El 20 de junio de 2008 se contradijo y se retractó de la información proporcionada en su testimonio del 6 de junio. Así consta en la averiguación previa FSPI/T3/1005/08-06, documento del cual tiene copia Repore Índigo.
En su segunda declaración, el escolta refiere que el día del secuestro se encontraron con un pequeño retén en el que estaban entre 10 y 15 personas, no 35 como había manifestado el 6 de junio.
Respecto a la vestimenta que había descrito, señala que "utilizaban lentes oscuros, gorra azul sin logotipos, portaba chaleco azul con bolsitas como los que utiliza la policía sin que me hubiere percatado que tuviera siglas de alguna corporación policiaca". No alude más a las siglas de la AFI que había especificado cuando testificó por primera vez.
El alto y la ruta sin zig-zag
Mientras que en su primera declaración aseguró que una mujer les marcó el alto con la mano, en la segunda dijo que lo había hecho un hombre.
"Marcándonos el alto uno de esos sujetos de complexión mediana, de 1.70 de estatura, de tez blanca, usaba lentes oscuros, con gorra azul, dicho sujeto tenía media crecida la barba".
Como parte de las contradicciones, el testigo de la PGJDF dijo que uno de los secuestradores le cubrió la cabeza con un trapo o bolsa oscura, hecho que no mencionó el 6 de junio.
"En el interior sólo nos dijeron que agacháramos la cabeza dándome cuenta que éramos Jorge Palma y Fernando ya que sentí sus cuerpos pegados al mío. La camioneta procedió a circular por espacio de unos treinta a cuarenta minutos y el trayecto fue con circulación constante, sin tráfico, pasamos por pocos topes, pocos semáforos, el camino se sentía recto sin que zigzagueara mucho", declaró Christian Salmón Flores.
Los vendan y esposan
El escolta de Fernando Martín declaró ante las autoridades que los habían metido a un cuarto en donde los aventaron boca abajo sobre un colchón.
"Me quitaron la bolsa o trapo que traía sobre la cabeza y me quitan mis lentes, comenzando a vendarme los ojos y una vez que terminó conmigo escuché como abrían más bolsas por lo que puedo deducir que también vendaron a Fernando y al señor Palma, asimismo refiero que me pusieron unas esposas en las manos y en los pies", dijo.
En su primer testimonio, declaró que al llegar a la casa de seguridad, había alcanzado a ver de reojo que la puerta era de color madera. Y sólo refirió que le habían amarrado las manos.
Sin embargo, en la declaración del 20 de junio, el escolta de Fernando Martí aportó más información de lo que sucedió durante el cautiverio.
Recordó que uno de los secuestradores le había dicho que le cortarían una oreja para enviarla a la familia Martí como forma de presión para el pago del rescate. Sin embargo, el mismo hombre le dijo que era una broma.
"El jueves nos llevaron de desayunar tacos de canasta y por la tarde también, cuando nos llevaron de comer el sujeto nos dijo que al señor Palma y a mí nos iban a dejar ir ya que no les servíamos para nada y nos dio indicaciones de cómo nos dejarían en libertad", relató el escolta.
Las instrucciones fueron "que por la noche iban a sacar de la casa vendados y esposados, que a uno de nosotros nos pondrían un billete para que tomáramos un taxi, que una vez que descendiéramos del vehículo tendríamos que contar hasta cien y que nos deberíamos de quitar las vendas".
Relató que los secuestradores también les dijeron que debían dirigirse al domicilio de la familia Martí para contarles que los habían tratado bien, y que a Fernando también, pero que deberían cooperar.
Escolta sin experiencia
Christian Salmones conoció muy poco a Fernando Martí y a sus padres. Había firmado contrato el 30 de mayo de 2008 con la empresa "Aquestaterra Comunicaciones", propiedad del polémico negociador de secuestros Ernesto Mendieta.
Fue contratado como escolta y asignado como personal de seguridad de Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, propietario de los gimnasios Sport City. Cuando empezó a trabajar, Salmones no había terminado su curso de capacitación y no tenía arma.
"Ese día me llevaron a la casa de la familia Martí, para indicarme cuáles iban a ser mis funciones, comenzando con mi servicio ese mismo día, el cual consistía en llevar en compañía del chofer de la familia Martí de nombre Jorge Palma, al menor de 14 años de nombre Fernando a la secundaria que se ubica después del centro comercial Perisur", declaró el escolta.
Al final de su segunda declaración, el escolta detalla que en la casa de seguridad donde estuvieron los tres secuestrados escuchaba ladridos de perros y el sonido de un gallo que cantaba por la noche. No escuchaba ruido de tránsito vehicular.
"Que respecto a los estrobos del vehículo Neón, estos se encontraban en las calaveras. Refiero también que se quedaron con mi teléfono celular, una tarjeta de Copel y otra de Aurrerá, que sé que el menor no portaba teléfono celular. Siendo todo lo que sé y me consta, comprometiéndome a declarar todas y cuantas veces se me requiera". Así concluyó su testimonio.
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