A 10 años de haber optado por una política de enfrentamiento directo ¿qué es lo que han producido los gobiernos panistas contra el crimen organizado?
El 11 de junio de 2005 el gobierno de Vicente Fox inició el operativo México Seguro, contra el narcotráfico. Cuatro días después, el entonces secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín Huerta, dio a conocer que con el operativo México Seguro habían sido detenidos hasta ese momento 104 presuntos delincuentes por delitos del orden federal y común. Cinco semanas después la contabilidad oficial festinaba la captura de mil 28 presuntos delincuentes y el decomiso de 115 armas de fuego, 1.3 millones de dólares, 6.6 toneladas de marihuana, 22.7 kilos de cocaína y más de 1.41 millones de dosis de heroína y otras drogas. Pero a escasas dos semanas ya se cuestionaba la viabilidad del dispositivo.
Empezó la temporada de ejecuciones y balaceras aleatorias en municipios y ciudades. Rubén Aguilar, vocero entonces de la presidencia, justificó que en el operativo México Seguro “no hay milagros”. Una cadena de televisión internacional reportó que México se había convertido en el país con más muertes violentas ese año, le ganó el primer lugar a Colombia. El motivo de la alarma era que en medio año se habían reportado 147 homicidios relacionados con el crimen organizado.
Faltaban aún las masacres de Nuevo Laredo, los cadáveres “sembrados” entre Tamaulipas y Nuevo León y la abrumadora zozobra en la que pondrían a vivir con total indiferencia a la sociedad tamaulipeca completa.
Con Felipe Calderón Hinojosa aún vendría lo mejor. Más de dos decenas de miles de muertos en todo el país por la exacerbación de una política que, cabe preguntarse, para qué ha servido. El Estado bajo la conducción de Felipe Calderón ha permitido la creación de bolsas territoriales de ingobernabilidad en las que la autoridad del Estado es inexistente o ha sido capturada por el crimen. Tres años de exaltación del enfrentameinto gubernamental con las empresas criminales no ha resultado en una mejor situación que la que había en el país en diciembre de 2006. No hay menor consumo de drogas; tampoco menor trasiego. La inserción de dinero sucio en el sistema financiero nacional no es menor, de ahí la penosa y peregrina iniciativa de limitar los depositos en dólares; no hay mejoría alguna en un sistema de inteligencia que permita localizar y aislar las empresas del crimen organizado.
La pérdida de control territorial, junto con la retracción o desaparición de la autoridad del Estado en más de 900 lugares del territorio nacional, habla de una situación sustancialmente distinta a la que había en diciembre de 2006. Hoy, el Estado ya no enfrenta una criminalidad ensoberbecida y descontrolada, el gobierno panista, con su extrema limitación, ha llevado la crisis al nivel de enfrentar ahora una narcoinsurgencia que le disputa al gobierno el control mismo del país.
Fuente: La Jornada de Veracruz
Difusión: Soberanía Popular
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