En el peligroso trance en que se encuentra el país en medio de la absurda y, en términos de víctimas inocentes, costosa guerra contra el narco, iniciada por el gobierno de ultraderecha de Felipe Calderón, el condenable homicidio del doctor Rodolfo Torre Cantú, candidato de la alianza PRI-PVEM-Panal a la gubernatura de Tamaulipas, puede convertirse en un punto de inflexión política, porque se da en una coyuntura electoral de altísima resonancia nacional por las 12 gubernaturas en juego el próximo domingo.
Es riesgoso el asunto no porque el necio Presidente vaya a replantear su fallida estrategia de seguridad pública –ya dijo que la lucha tal y como se planteó la llevará al final– sino por la complacencia de un elemento externo al que jala hacia una espiral sin futuro ni gloria, y que pasa por poner en entredicho la celebración misma de los comicios al producir un ambiente de excesiva tensión.
Se trata pues de la gran corresponsabilidad histórica de la “izquierda electorera”, así como de sus líderes que cayeron en el juego de impulsar una pragmática política de alianzas con el propósito de evitar, a cualquier costo, que el PRI vuelva a Los Pinos.
Más allá de los significados que para el país pueda tener el aún hipotético regreso del Revolucionario Institucional a la presidencia de la República, para Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard y Jesús Ortega como cabezas visibles de la “izquierda”, que le apuestan, de nueva cuenta, al “voto util”, aliarse con el PAN de Calderón, representa un vergonzoso episodio en el cual la sospecha mínima es un buen arreglo con el atribulado mandatario.
Hay mucha gente que no comparte la idea de qué tan pronto el fallido experimento que encabezó Vicente Fox tenga un giro rápido, y temen que una nueva presidencia tricolor represente una regresión democrática; razonablemente es de pensar que esa “izquierda” tampoco suponga válido que Acción Nacional continúe empujando cada vez más al país al despeñadero, pero además, en esa unidad de “ideas” conseguida a chaleco, ¿a poco creen que los grupos de derecha a los que representa Calderón les van a heredar las llaves del reino para que, sin más ni más, Marcelo, Manuel o Jesús sustituyan y desalojen al Yunque y otras peores expresiones ya duramente enraizadas en Los Pinos?
Con todo y que la realidad indica algo más y enseña que con el PAN en el gobierno, las cosas empeoraron a un grado extremadamente lamentable, con grandes pérdidas para la nación en todos los sentidos, la empeñosa “izquierda” electorera nacional y pequeños aliados en los estados sigue adelante en su bizarra política de alianzas.
Olvidan que con AN en el poder hubo un gran retroceso democrático desde el momento mismo y por la manera en que el michoacano asumió la presidencia; no recuerdan el intento de Fox de desaforar a Andrés Manuel López Obrador y la guerra sucia –otra del mismo tamaño que la actual– que el PAN y su presidente emprendieron primero contra el gobierno del DF y luego contra el candidato presidencial de la izquierda, en la que se encontraban los que ahora gozosamente se acurrucan con el inefable César Nava para hablar de democracia y civilidad.
¿Dónde está la voz crítica de la izquierda camachista en contra del desempleo galopante y la embestida en contra de los trabajadores por el acelerado incremento en los precios de productos de consumo básico; a poco César Nava y la izquierda marcelista van a unir esfuerzos para restituitr los derechos vulnerados de miles de trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza; los chuchos y Pablo Emilio Madero van a protestar por las violaciones a los derechos humanos de los civiles, muchos de ellos menores de edad, acribillados en fuegos cruzados por la guerra santa calderonista?
Como sea, el caso es que en la situación particular del dirigente nacional del PRD, Jesús Ortega, la circunstancia es razonable y se entiende porque tiene la obligación de pagar la factura que le representó el apoyo presidencial para hacerse del control del partido y de los 700 millones de pesos en prerrogativas que le tocan a esta fuerza electoral.
Pero ¿ y Camacho?, ¿y Ebrard?
Cómo se puede construir un país democrático si se conjugan perversamente intereses tan encontrados de quienes hace poco fueron enemigos acérrimos o, planteado de otro modo, cómo se puede justificar el golpe de timón del PRD al buscar cobijo con un gobierno que representa una práctica agresiva contra la clase trabajadora y los movimientos sociales; que tiene al Ejército en las calles para generar un ambiente de miedo y tensión y propiciar la desmovilización social y, sobre todo, que le apuesta a reventar elecciones para ganar a cualquier costo.
Es cierto que, efectivamente, el crimen organizado es un factor fuera de control que ni las propias fuerzas armadas pueden contener, pero que le viene de perlas en esta coyuntura a una ultraderecha que se encuentra en franca retirada, con el ánimo popular en contra y de frente a una debacle electoral pronosticada de anteamano por distintos actores políticos. Eso no es lo peor; lo lamentable es que sea convalidado por la “izquierda”.
Fuente: La Jornada de Veracruz
Difusión: soberanía popular
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