martes, 7 de diciembre de 2010

Nunca he sido activista social, los medios me hicieron, afirma Guadalupe Lara Lara

A un año de la cancelación del proyecto, lamenta "en mi pueblo no quedó piedra sobre piedra"

JORGE COVARRUBIAS

A Guadalupe Lara Lara le cuesta regresar a la Barranca de Huentitán sin recordar que ahí abajo en el poblado de Arcediano vivió su infancia, juventud y adultez, hasta que los del gobierno del estado llegaron hace ocho años a sacarlos de su hábitat porque se iba a construir una gran presa que abastecería de agua potable a la Zona Metropolitana de Guadalajara. Hubo destrozos, derribo de viviendas, caminos, árboles y hasta un puente con valor histórico fue removido, pero el embalse nunca se hizo. El pasado 29 de octubre se cumplió un año de la suspensión de la obra por tiempo indefinido, anuncio que hicieron en conjunto César Coll Carabias, director de la Comisión Estatal del Agua, y José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). A Lara Lara se le conoce públicamente como la mujer que resistió a irse de su pueblo hasta el final, cuando sus amigos, vecinos y familiares ya habían cedido a las presiones del gobierno.

“Nunca quise ser famosa, fueron los medios de comunicación los que me hicieron”, dice en entrevista para La Jornada Jalisco, una entrevista a la que por recomendación de su hermana no acudiría. “Ya déjate de esas cosas”, le decía.

A un año del proyecto cancelado, Lara Lara afirma que se mantiene en pie de lucha. Nunca aceptó un peso por indemnización, y mucho menos sumarse a un partido político para cobrar revancha. Con un dejo de nostalgia, menciona que en el pueblo que la vio nacer “no quedó piedra sobre piedra”.

“Haz de cuenta que el pueblo nunca existió porque escarbaron por todas las peñas, derribaron todo, no dejaron huella. Solamente la escuela quedó viva, en donde yo di clases”.

–¿Cómo se involucra usted en el activismo social?

–Mira, eso del activismo social yo no lo siento así. Yo cuando fui a Perú me dijeron unas personas; mira nada más aquí tenemos a la luchadora de Arcediano y les dije, mira yo no soy una luchadora ni una activista, si yo me lo creyera el caso ya se habría acabado. En mi comunidad decían que yo era muy política para hablar, sabía leer muy bien, sabía expresarme perfectamente y pues yo era la que tomaba riendas como se dice en asuntos de la escuela, de la capilla, era todo, y pues yo siento que desde ahí ya tienes un don, ya tienes algo que Dios te dio y estaba super preparada. Cuando llegó lo del proyecto pues yo empecé a ver muchas cosas que mis hermanos no veían y empecé a sentir la fuerza que ellos no sentían. Yo los invitaba a que no firmaran, que vieran, que discernieran lo que no era tan fácil, pero mi comunidad pensó que yo los iba a hundir y que por mi culpa se iban a quedar sin nada, entonces ellos se abren y me lo dijeron abiertamente; A mí no me involucres en tu lucha porque tu estas tomando a toda la gente como tu opinión y no es cierto, pídele su opinión a todos. Entonces firman 25 familias y pues yo sentí que ellos sí nos estaban hundiendo pues porque ya se iban, y persona que la sacaban le iban tumbando su casa, entonces pues había mucha gente que te decía; mejor llega a acuerdos porque te vas a quedar sin nada, eso pues cala mucho.

“Vi llorar la gente, vi caer las casas, vi que la gente ya no se quería ir y el gobierno “ya estás por demás aquí, ya te pagamos, qué estás haciendo” y todo eso te duele mucho. Vi llorar mi gente, a mi cuñada, como lloraba la gente, todos cabizbajos, todos pensativos. Imagínate estar ahí de tres a cuatro generaciones para que en 15 días te muevan el tapete y vámonos. Es una cosa muy triste y muy fea y yo fíjate que entre más avanzaba el tiempo yo descubría las injusticias, la alevosía de los gobiernos, sus mentiras, sus falsedades, porque a nosotros se nos dijo que el proyecto era en pleno Arcediano, después nos enteramos que era en pleno río Verde. Ellos querían esas zonas para hacerlas turísticas y quedarse con ellas, eso también me dolió mucho porque el proyecto traía muchas mentiras.

–¿Si no es activista cómo se define usted?

–Pues como una persona que valoró su tierra, una persona que descubrió su dignidad, una persona que descubrió el valor de la tierra, el valor de su hábitat y sobre todo las injusticias tan grandes que se cometieron ahí no me gustan, ni me gustarán. Entonces yo activista no soy, ni nací para eso, mucha gente me lo ha dicho, pero a mí me gusta cómo hacerle entender a la gente los valores, la posesión que tiene porque yo les decía, ustedes nada más ven de la coca acá a la nariz, y pues eso de ver más allá te acarrea mucho problema, te acarrea mucho sufrimiento, pero sabes qué, aprende uno mucho. Me doy cuenta de tantas injusticias. Por ejemplo recuerdo a los de Tenacatita; pobre gente. Veo a los de Temaca que también su pueblo tiene una herida de muerte muy grande a causa de los gobiernos, ahora los de La Yesca están igual, los engañaron, les quitan sus tierras y hasta después se dan cuenta. Yo no soy eso que dicen la gente.

–¿Qué sucedió con el amparo que obtuvo de un juez?

–Sí me lo dio, pero es curioso, me lo hubiera dado cuando yo lo necesitaba, cuando el pueblo estaba vivo, cuando todo tenía fuerza, valor. Me lo dan cuando ya todo está cancelado, para mí ya no es mucha alegría. Pues ya lo dan, ya la presa se canceló, pues dale a la señora eso que nos pedía.

–¿Cómo era su vida antes de que sucediera esto, le era muy lejana la política?

–Nosotros vivíamos enajenados de la ciudad porque el gobierno nunca nos visitaba. Siempre nos visitaba para decirnos que la barranca (de Huentitán) era área protegida en el (año) 97 y nos dijo, de aquí no dejen sacar a nadie nada, es de ustedes, es su patrimonio y yo eso le eché en cara a César Coll (titular del CEA) oiga pues cómo de que primero nos dicen que es la barranca es área protegida y luego que siempre no. Entonces políticamente no sabíamos mucha cosa, metidos en ella no, simplemente votar, simplemente, pero éramos alejados de todo. Por ejemplo nosotros nunca teníamos guardabosques, nadie nos cuidaba, ni cuando estaba el río en plenitud y ahorita que hay pura suciedad ahí está el gobierno como buitre, cuidando la suciedad porque es lo que hay, y eso como que te da risa. Tengo a mi hermana religiosa, ella muy panista. Nunca vio ni ve el sufrimiento que nos causaron los blanquiazules, ella sigue votando y sigue siendo feliz con ellos. Yo no, yo quedé muy dolida.

–¿En este momento es usted más pesimista?

–Fíjate que yo cantaba mucho, yo tengo mi guitarra y allá en Arcediano cantaba mucho y ahora no, la guitarra ahí está colgada y casi no. Cambiamos muchísimo porque haz de cuenta que ahí éramos aves libres y aquí haz de cuenta que nos cortaron las alas y te meten a una jaula porque vives encerrado, con las puertas cerradas. Allá no estábamos encerrados, cambias mucho. Un licenciado nos decía “en la ciudad ni las banquetas son de ustedes”, aquí ustedes corren para un lado, van para allá, van a la gruta, van a los balnearios de agua limpia, piénsenlo bien, pero él mismo llevó a mis hermanos a que negociaran.

–¿Cómo vive actualmente Guadalupe Lara?

–Pues yo creo que tres partes no las vivo, porque sólo dormido se te olvida tu hábitat, todo tu entorno, tus tradiciones, tus vecinos, tu casa, tu puente, tu capilla, todo aquello virgen como está ahorita, la barranca está preciosa, puras alfombras, se ven verdes. Entonces olvidarlas pues sólo dormido, entonces tres partes de esto lo traes todo el día, todo el día. Sí oyes cantar un ave, dices, era de la barranca. Ves llover, que cae la lluvia y te acuerdas de cómo llovía, cómo corrían los arroyos, cómo se llenaban los ríos y pues cada estación del año te trae cosas que tú has vivido. Por ejemplo primavera es una, verano es otra, invierno nuestras celebraciones navideñas. A veces tengo la tentación de asomarme siquiera acá por Huentitán el Alto y digo, bueno para qué. Pues para volverme llorando, no, prefiero no ir, y yo creo que aunque pasen 50 años no me olvidaré de eso.

–¿Como mujer le fue más difícil enfrentarse al aparato de gobierno?

–Pues al principio el gobierno pensó que me iba a rendir pronto, que era una manipulada y que lo que quería era dinero. Empezaron a cortarme el agua, a quitarme la luz, a cerrarme caminos, a asustarme, me dijeron que me iba a pasar lo que a (Luis Donaldo) Colosio muchas veces, que me iba a pasar lo del cardenal Posadas y que iba a quedar sepultada bajo toneladas de escombro, me daba miedo pero como que no lo sentía. No me dio miedo enfrentarlos, me acuerdo una vez también fuimos a Palacio (de Gobierno), íbamos los abogados y yo, y éste señor secretario Pérez Plazola me dijo; ¿señora no está usted dispuesta a llegar a acuerdos? No, le dije, yo no vengo a eso. Me decía una señora, “ay no Lupita, cuando va uno subiendo ahí a Palacio qué horrible se siente”, uno tan ingenuo y te enfrentas según ella a los grandes. ¡Rateros pues qué!

Cuando se le pregunta sí recibió alguna vez la oferta de algún partido político para abanderarlo en las elecciones, confiesa que sí, pero rechazó la propuesta porque en la política “no te dejan y ahí haces lo que todos dicen y que sí no quieres te quedas en que tu no aceptas, entonces de qué sirve estar ahí. Hay mucha corrupción”. En cambio los ojos se le iluminan cuando expresa lo que sí le hubiera gustado ser: “me hubiera gustado ser una gran escritora, una gran exponente, sobre ecología, sobre espiritualidad, sobre la corrupción, más que eso”.

Fuente: La Jornada de Jalisco

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