Lunes, 24 de Enero de 2011 00:00
Escrito por Cecilia González Arenas
Es una constante en México y en muchos otros países la discriminación en contra de las mujeres. Se trata de una influencia machista heredada desde tiempos inmemoriales de la inferioridad de las féminas que se pone de manifiesto con crudeza en nuestros días con los feminicidios en diversas plazas del país.
Los cientos de ellos cometidos en Ciudad Juárez, Chihuahua, llamaron la atención del mundo desde hace décadas. Ahora no sólo se dan en esa ciudad norteña, mártir de la violencia generalizada, sino también en el Estado de México y en Morelos.
No podrían soslayarse los asesinatos recientes de Marisela Escobedo y Susana Chávez en esa entidad, los cuales aún no han sido debidamente investigados, aclarados y castigados.
La introducción anterior sirve de vínculo para realizar una pequeña crónica de un libro de Gioconda Belli, escritora de Nicaragua, quien ganó el premio Hispano Americano de novela en fecha reciente, entre otros premios entre ellos el de Sor Juan Inés de la Cruz en México.
En esta novela que da título a este artículo, la escritura realiza una fabulación de manera muy inteligente e interesante sobre el probable acceso de las mujeres al poder.
A veces con humor, otras con amargura, pero siempre haciendo hincapié en la marginación a que han sido sometidas las mujeres en la mayor parte de la historia de la humanidad.
Comienza el relato con el atentado que sufre la presidenta de una nación ficticia (que bien podría ser cualquiera de Latino América). De ese magnicidio van surgiendo las historias de cada una de las integrantes del gabinete de Viviana Sansón, la presidente de Faguas.
Ella se había desempeñado como presentadora de televisión, con gran éxito y una popularidad excepcional que se medía en puntos de rating. Viuda, muy guapa, con una hija adolescente y excelentes amigas, tomaron la decisión de formar un partido político al que llamaron PIE, siglas cuyo significado es Partido de la Izquierda Erótica.
En el manifiesto de presentación se explicaba el nombre de la siguiente forma: “…porque creemos que hay que darle un golpe de la izquierda a la mandíbula de la pobreza, corrupción y desastre del país.
Somos eróticas porque Eros quiere decir Vida, que es lo más importante y porque las mujeres no sólo hemos estado siempre encargadas de darla, sino también de conservarla y cuidarla; somos el PIE, porque no nos sostiene nada más que nuestro deseo que es el caminar hacia adelante, de hacer camino al andar y de avanzar con quienes nos sigan” (p.110). El logo son dos pies pequeños desnudos.
Después de ganar por abrumadora mayoría las elecciones, enviaron a los hombres empleados del gobierno a sus casas para que se hicieran cargo de las labores del hogar, dándoles un bono de 6 meses de salario, en reconocimiento a sus servicios.
En las secretarías, como la de defensa casi se levantaron en armas; pero no lo hicieron por estar con gran curiosidad, confundidos y expectantes de cómo se desarrollarían las mujeres en el ejercicio del poder.
Por su parte, ellas se hicieron cargo de del ejército, la marina y policía para lo cual fueron previamente entrenadas por karatecas coreanos y aparatos paralizantes donados por Suecia, Finlandia, Alemania y Estados Unidos de América. Todo el libro es un ejercicio de creatividad e imaginación extraordinarios, porque si bien se trata de ficción, recrea con singular disfrute para ambos sexos, lo que pasaría en el País de las Mujeres.
Al final de la novela, en sus agradecimientos, la autora aclara que efectivamente existió en su país un grupo de mujeres que se llamó PIE y fue formado durante la Revolución Sandinista, el cual funcionó varios años y enriqueció favorablemente a sus integrantes.
De ahí surgió la temática de su ficción. Vale la pena leerlo ya que se trata de un libro divertido, espléndidamente escrito y cuyo contenido despierta expectación en los lectores.
Fuente: La Jornada de Morelos
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