miércoles, 11 de mayo de 2011

Cherán: apología a las comunidades indígenas

PABLO ALARCÓN CHÁIRES

Como cada vez se hace más evidente, son las comunidades indígenas las que están dando respuestas tangibles a los problemas complejos que han colocado en una encrucijada a la sociedad mexicana.

Insistentes, amantes del silencio, agradecidas de la milpa y guerreras de la vida, las comunidades indígenas inhalan suplicios y transpiran esperanzas; así son ellas, así es Cherán.

En un legítimo esfuerzo por renacer a su ancestral territorio, los combativos habitantes de Cherán han lanzado un ¡Ya basta! a la impunidad, complacencia, complicidad y/o negligencia que han llevado a la devastación de su entorno natural y a la insufrible falta de seguridad que ha trastocado su terruño. Su clamor no engendra un lastimoso y pasivo grito, sino que utiliza como mejor estrategia y arma la organización comunitaria, esa misma que amalgama voluntades, encauza actos y confirma sueños.

En Cherán, como en otras comunidades indígenas, su pasado, presente y futuro definen su razón de ser de frente a la naturaleza. La lucha emprendida por sus recursos naturales muestra que su tejido social no está determinado por el interés individual, sino por el bienestar colectivo que los ha llevado a tomar acciones ante un Estado que olvidó que nada provoca pasiones más profundas o da lugar a más derramamientos de sangre, que las discrepancias sobre el territorio, los límites y el acceso a los recursos naturales.

Cherán busca reivindicar como suyo ese hábitat natural que le ha permitido definirse material, política, cultural y espiritualmente. Con ello nos dice que para sus habitantes, el hábitat tiene un significado sagrado y colectivo, y que harán lo pertinente para rescatarlo.

Sus acciones nos permiten redescubrir las relaciones que establece la comunidad indígena con la naturaleza. Constituyen una expresión de la ecología política en la que la lucha por el territorio da sentido y articula su resistencia y movimiento social. La batalla va encaminada a rescatar el control y autoridad sobre el conjunto de sus recursos naturales y sobre los procesos sociales que allí se dan.

Cherán evoca el derecho de autodeterminación, autonomía y la posibilidad de autogobernarse de los pueblos indígenas a partir de sus usos y costumbres, particularmente en la apropiación tradicional de la naturaleza. Es la lucha por el “ser indígena” de los propios pueblos indígenas, que se expresa en la conquista de sus derechos, no como producto de una concesión del resto de la sociedad, sino como resultado de una pujante lucha ancestral de ésta y otras comunidades indígenas del país.

Similar a lo que ocurre en otras comunidades indígenas de la región purépecha y de México, la de Cherán tiene bien establecido que los derechos de propiedad, o de uso de los recursos naturales, no incluyen los derechos a degradar el ambiente y abusar en el uso de los mismos. Con ello asume su responsabilidad sobre las generaciones futuras y ha decidido también heredarles un bosque pleno y sano.

Sin embargo, la concepción prístina de las comunidades indígenas no siempre responde a la realidad. De hecho, en el origen de la situación de Cherán está otra comunidad indígena: Capacuaro, acusada por la primera de ser la causante de su situación actual.

Este tipo de disfunción de algunas comunidades indígenas, habría que analizarlas a la luz de cómo se relacionan estos comportamientos con la brusca inserción de dichas comunidades en la dinámica socioeconómica. También está el agobiante papel de las políticas nacionales e internacionales, donde las prioridades son otras y rápidamente permean a la sociedad indígena, causando la pérdida de sus “cualidades” tradicionales de las que surgió una relación cuasi armónica con la naturaleza.

Finalmente, mencionar que Cherán representa la siembra del jardín indígena, ahí donde se inmortalizan esperanzas y se impregna de coloridos sueños el ambiente de una sociedad, la más de las veces, poco provocativa y apagada.

palarcon@oikos.unam.mx

Fuente: La Jornada de Michoacán

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