miércoles, 11 de mayo de 2011

La defensa de la apreciación cambiaria por la SCHP


ARTURO HUERTA GONZÁLEZ

El secretario de Hacienda del país recordó el 9 de mayo que México “tiene un esquema de libre flotación donde en algunos momentos nuestra moneda se apreciará como es lo que está sucediendo, pero en algunos momentos cuando los países industrializados, sobre todo Estados Unidos, empiece a aumentar su tasa de interés es posible que nuestra moneda se deprecie”. Dijo que “así es cuando se juega con un sistema de libre flotación”. Señaló además que “la adopción del sistema de libre flotación ha sido buena para el país pues se acabaron las devaluaciones”.

Cabe aclarar que la libre flotación del tipo de cambio en que se encuentra el país, es en torno al movimiento de capitales, y no una libre flotación en relación al diferencial de precios entre México y Estados Unidos, que es nuestro principal socio comercial. El tipo de cambio ha venido actuando como política financiera (a favor del sector financiero), y no como herramienta comercial que actúe a favor de la competitividad de la producción nacional y del ajuste de la balanza de comercio exterior. La política monetaria y la fiscal han actuado a favor de la entrada de capitales, tanto a través del diferencial de tasas de interés que establece el banco central, en relación a la tasa de interés en EU, para que venga capital financiero, como la política de disciplina fiscal que le amplía la esfera de influencia a la inversión extranjera, donde el gobierno deja de invertir. A ello le acompañan las reformas estructurales de mayor extranjerización de los sectores estratégicos, todo lo cual ha aumentado la oferta de divisas y las reservas internacionales, llevando a que la libre flotación del tipo de cambio abarate al dólar, y fortalezca al peso. Ello favorece al sector financiero, pues gana por las mayores tasas de interés, como por las ganancias que ofrece el mercado de capitales, o la que haya obtenido en otros sectores de la economía nacional, y además gana con la apreciación del tipo de cambio, pues al salir del país, el dólar le sale más barato que cuando entró. Tal paridad cambiaria actúa en detrimento de la competitividad de la producción nacional, ya que las importaciones resultan más baratas que los productos nacionales, los cuales son desplazados, mermando las bases reales de acumulación y crecimiento de la economía, además de generar presiones crecientes sobre el déficit de comercio exterior no petrolero.

Si bien no ha habido devaluaciones, ello le ha salido muy caro al país, pues para abaratar el dólar y fortalecer el peso la política económica ha actuado a favor de la entrada de capitales, los cuales se canalizan a la esfera financiera–especulativa, y en cambio esa política económica ha actuado en detrimento del crecimiento económico y de la generación de empleo. A ello se le ha sumado el proceso de extranjerización creciente de la economía para promover entrada de capitales y estabilizar el tipo de cambio, y evitar la devaluación.

La fortaleza del peso, y el hecho de que no se presenten devaluaciones en el país, no ha sido bueno para éste, pues ello nos ha llevado a tener menos industria y menos sector agrícola, y mayor déficit de comercio exterior, lo que nos ha colocado en una posición de fragilidad y vulnerabilidad en torno al comportamiento de los flujos de capitales. Además, ahora el país tiene menos empresas públicas de las que tenía antes de que comenzara dicha política.

No es entendible que el secretario de Hacienda siga defendiendo la apreciación de la moneda nacional, sin reconocer los altos costos que ha representado para el país mantener dicha paridad cambiaria, y los graves daños que ello ha ocasionado para la esfera productiva, como para la generación de empleo, y sobre el balance de comercio exterior no petrolero. Se posición se explica por el hecho de que él responde a los intereses del sector financiero, y es éste el que demanda la estabilidad de la moneda, y se ha apropiado de las empresas que eran de la nación.

La evidencia muestra que lo que es bueno para el sector financiero, no favorece al sector productivo, ni al empleo, ni al bienestar de las grandes mayorías de la población. Además tal situación es insustentable económica y políticamente, pues la política de apreciación de la moneda, siempre termina en crisis, y en fuerte devaluación.

Por último señaló que ante una eventual devaluación “el sistema financiero mexicano cuenta con diversos instrumentos que pueden ayudar a mitigar los efectos de la depreciación del peso, como los futuros, los mercados de coberturas, acciones sobre spot y swaps”. Recomienda la realización de prácticas financieras–especulativas que llevaron a la crisis económica mundial y nacional de 2008–2009. Las crisis demuestran una y otra vez que no son esos instrumentos financieros los que protegen a las economías, sino por el contrario, esas prácticas profundizan la vulnerabilidad y fragilidad de los mercados financieros. La fortaleza de una economía la da su capacidad de producir bienes y servicios y de generar empleos bien remunerados, y no la “fortaleza” de su moneda sustentada en entrada de capitales, situación que no entiende quien lleva las finanzas macroeconómicas del país.

Fuente: La Jornada de Oriente

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