LEOPOLDO GAVITO NANSON - LUNES, JULIO 18, 2011
Durante más de 50 años, desde 1949, el único activo con el que contaba el PAN frente a la sociedad era la autoridad moral que derivaba del rechazo a las formas priístas de hacer política. Bastó una década en el poder para aclarar que no eran las formas priístas, sino los reflejos de cultura nacional profundamente arraigada lo que explicaba el priísmo y hoy explica la transmutación del PAN en un clon priísta. La diferencia está en las correas de transmisión con la sociedad y sus organizaciones corporativas. El PAN carece de ellas y en sus 10 años en el poder ha debido contratar operadores de origen priísta o hacer alianzas harto incómodas. El caso Gordillo-Yunes es ejemplo suficiente de ambas cosas.
El mal del PAN es endémico, le viene de dentro. Carlos Arriola, ex panista, lo describe con la precisión del conocedor interno en su libro El miedo a gobernar. La verdadera historia del PAN.
Santiago Creel renunciante reciente en aras de aspirar a la candidatura de su partido a la presidencia lo dice sin suavizantes: si el PAN no se reconstruye mientras aún está en el poder, la derrota será total. El pasar a tercera fuerza política en el estado de México en donde tenía bastiones tan fuertes y populosos como Tlalnepantla y Naucalpan es la prognosis para 2012. La alarma es más que justificada. En las elecciones intermedias el PAN obtuvo casi 44 por ciento de la votación. Dos años después apenas rascó 16 por ciento. Muy por debajo del PRD.
El caso es clarificador. Los votantes de Naucalpan y Tlalnepantla tenían varias décadas de ser profundamente antipriístas por las corruptelas harto conocidas de este partido. Incluso en elecciones presidenciales donde ganaba el PRI, en esos dos municipios el PAN obtenía una votación mayoritaria o por lo menos muy competitiva. En esta ocasión se derrumbó. Para los electores simpatizantes del PAN este partido terminó por buscar remedar a su némesis. Así, con la impronta calderonista el PAN reprodujo las mismas imposiciones, acuerdos privados y corruptelas. Y Los Pinos reconvertidos en simulado “fiel de la balanza”. Y el PAN apenas consiguió la mitad de los votos que ganó hace seis años.
Tal ha sido el costo de ceder oferentes ante los poderes fácticos, llámense televisoras o gobierno estadounidense o empresas criminales. Poderes que terminaron todos por secuestrar y manipular al gobierno. El caso Elba Esther Gordillo es la joya de la corona. La vitalicia convoca a conferencia de prensa casualmente dos días antes de las elecciones en el Edomex, se lía con el testaferro del Presidente, Yunes Linares, y el Presidente pasa la semana entera dando explicaciones inverosímiles sobre la verdadera naturaleza de los acuerdos con la líder. Hace mucho que los gobernantes panistas abjuraron de los acuerdos les ayudaron a pavimentar el camino al triunfo de 2000, para liarse en complicidades. Ahora el partido es un satélite del Presidente, dejaron de seleccionar a sus candidatos y esperan el palomeo de las listas del Presidente.
Ante la inminencia de la prescripción Jonguitud, Elba Esther se cura en salud al grado de recordarle a Felipe Calderón explícitamente y en público de la gente aquellos impúdicos pactos de los que se sospechaba y que ahora confirmó. A partir de ahí, la agenda la marca Elba Esther Gordillo.
Calderón sigue el ritmo que le han impuesto cuando explica que su alianza fue por la educación. Pero en el dicho de la maestra va implícito el detalle no desagregado de los votos priístas aportados por ella en la elección revelados por aquellas llamadas telefónicas a seis gobernadores activos. Votos con los que alcanzó aquella mínima diferencia porcentual que diera origen al “haiga sido como haiga sido”, pero que José Antonio Crespo echa por tierra con su libro 2006, Hablan la actas, donde demuestra que la cantidad de votos irregulares fue mayor que la distancia entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador.
El 5.6 por ciento con el que se le dio el triunfo al presidente Calderón muy probablemente se forme con aquellos priístas corporativos del SNTE reconvertidos al panismo por instrucciones de Gordillo. Sin ellos, habrían hecho nada y Elba Esther se lo recuerda a Calderón y le puntualiza, además, que la tal alianza era para la elección de 2006. Que no hay matrimonio y que 2012 es otra cosa.
Dos veces salió el Presidente a dar explicaciones la semana pasada. La segunda para afirmar que él no autorizó saqueo alguno al Issste. Habrá que ver lo que falta por venir. Por lo pronto Alonso Lujambio, interlocutor obligado de Elba Esther, no queda bien parado. Los panistas de plano se deslindaron de él… y de Josefina Vázquez Mota… y de Ernesto Cordero.
Mientras un febril control de daños por el diferendo con la Gordillo ocupa la mayor parte del tiempo de los señores de gobierno, el Inegi da a conocer el viernes que el manejo de la crisis económica de 2008, la del estúpido catarrito, afectó a la totalidad de la población pero más a la de menores ingresos. De la ríspida toma de posesión en la Cámara de Diputados en el 2006 a 2008 el número de pobres en el país pasó de 44.7 millones a 50.6 millones. En los dos primeros años de gobierno. Las familias mexicanas más pobres, fueron afectadas por el alza y crisis internacionales en alimentos, y por la crisis financiera. El ingreso corriente familiar calló 12.3 por ciento. Pero Bruno Ferrari, secretario de Economía, con el cretinismo de la casa, dijo que México había logrado la estabilización financiera pero se dolió que la percepción esté alejada de la realidad. No ver 6 millones más de pobres en sólo dos años va mucho más allá de un problema de percepción. Es llana estultamente.
Mientras, al Presidente del empleo le han escamoteado de las manos la titularidad como creador de empleos, y nada menos que por su mismísima némesis, las empresas criminales, específicamente el narcotráfico, han generado 600 mil. A principio de la semana pasada Vladimir Davydov, experto ruso en América Latina, señaló los problemas que tiene México son resultado lógico del gobierno de Felipe Calderón. La administración federal ha acumulado con morbosa suficiencia pruebas continuadas de su desastre. Desastre que en algunos aspectos alcanza niveles de tragedias humanitarias, como es el caso de los migrantes centroamericanos que atraviesan el país con la mira en Estados Unidos. O Ciudad Juárez. O Monterrey.
Hacia el último año de esta calamitosa administración las cosas pueden ser aún peores. Calderón nunca ha tenido las correas de transmisión con el resto del sistema. Se ha valido de factótums como la Gordillo. Y pierde ahora a sus intermediarios. Las fuerzas armadas a las que tanto debe están por ir a replicar la Ley de Seguridad Nacional en un foro convocado por ambas cámaras del Congreso, que se celebrará en el Senado. Falta por ver, pero las cosas pintan nada bien.
*Es Cosa Pública
leopoldogavito@gmail.com
Fuente: La Jornada de Veracruz
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