jueves, 3 de septiembre de 2009

Al sistema le sobra gente




Al sistema le sobra gente

¿Cómo hablar del horror en que se ha convertido el país sin que nos aplaste un desánimo? ¿Cómo defender la esperanza sin caer en el falso optimismo que niega la realidad y construye castillos en el aire? ¿Como ser objetivo si la realidad nos rebasa y nos sorprende cada día con un nuevo umbral de lo que creíamos imposible?

Ramirez Cuevas
El mejor camino es intentar entender lo que está pasando en el país; identificar las fuerzas en disputa, sus estrategias, las consecuencias de sus actos. No evadir la realidad, conocerla. Es el primer paso necesario que se tiene que dar si queremos cambiar la actual situación que vivimos; encarar los problemas que enfrentamos y que hoy amenazan la existencia misma de nuestro país.

En estos días aciagos un espectro se cierne sobre México: la crisis. Esta alegoría o esta realidad es motivo de debates, de análisis y polémicas entre el gobierno que minimiza sus efectos y promete cada cinco minutos que ya salimos de los peor, mientras nos hundimos cada día más; los parlamentos donde los legisladores (con notables excepciones) se juegan todo en aras de obtener su parte en el botín que han convertido el presupuesto público y ahora amenazan subir precios, tarifas e impuestos, o vender la industria petrolera al extranjero, todo por responsabilidad (con sus patrones), y arrojarán a la mayoría de los habitantes, irresponsablemente, a la miseria y a la violencia.

Se habla de crisis económica, alimentaria, energética, ecológica, política y social. Arriba reparten la culpa entre todos para distraer al público mientras se llenan los bolsillos a costa de la pobreza de la mayoría; abajo, se culpa a los políticos corruptos y a los empresarios ambiciosos y desalmados. Pero todos, por igual, evadimos nuestra responsabilidad en la actual debacle nacional.

Y yo me pregunto: ¿Hasta cuándo nos vamos a hacernos cargo de que al actual sistema económico y político global le sobra la gente; de que la mayoría ya no estamos incluidos en sus planes, de que somos desechables? ¿Hasta cuándo, pues, vamos a tomar los ciudadanos de a pie en nuestras manos la responsabilidad de buscar salidas, de construirlas? Creo que no hay de otra. Y además, se agota el tiempo.

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