miércoles, 30 de septiembre de 2009

Quinta columna




Quinta columna


Sallard
Ayer que revisé la asignación de comisiones en la naciente LI Legislatura de la Cámara de Diputados, me vino a la mente un término casi en desuso para las recientes generaciones, pero que en décadas anteriores se utilizaba con frecuencia: quinta columna. Ese es el apelativo, a mi juicio, que mejor le acomoda a la tribu perredista conocida como los Chuchos.

El desdibujado y timorato partido del sol azteca cedió en San Lázaro lo inimaginable: la comisión del Distrito Federal. Lo hizo en favor de la panista Gabriela Cuevas, ex delegada en Miguel Hidalgo, quien se distinguió durante su gestión por una política permanente de confrontación contra la administración de Marcelo Ebrard.

No es la primera vez que Nueva Izquierda favorece al PAN. En la anterior legislatura local, las votaciones de chuchos y panistas solían ir en el mismo sentido: casi siempre en contra del gobierno del Distrito Federal. Esta corriente pugna hoy, al interior del PRD, por una alianza electoral con Acción Nacional en varias de las entidades que el próximo año celebrarán elecciones.

¿La presidencia de la Mesa Directiva del Senado bien vale ceder la comisión del DF en la Cámara de Diputados? Me parece que no. ¿Acaso la Comisión de Vigilancia de la Contaduría Mayor de Hacienda vale la del DF? Tampoco. Los Chuchos, en el mejor de los casos, tienen un orden de prioridades cuestionable. En el peor, juegan con el enemigo. De ahí el calificativo con el que titulo este texto.

La expresión quinta columna tiene su origen en la guerra civil española (1936-39) y algunas fuentes se la atribuyen al general Queipo de Llano, y otras al militar del mismo rango, Emilio Mola, ambos franquistas. Fue pronunciada por primera vez durante el asedio a Madrid por parte de las tropas fascistas. Uno u otro habrían dicho que las cuatro columnas que se dirigían hacia la capital, sería apoyada por una quinta formada por simpatizantes que trabajaban clandestinamente en la ciudad en pro de la victoria franquista.

Así fue como se denominó también a los colaboracionistas franceses que, desde su propio país, esperaban el triunfo de la Alemania nazi. El término se extendió a toda Europa para los ciudadanos que mostraban más simpatía y lealtad hacia el Tercer Reich que hacia sus propios pueblos.

A partir de la segunda guerra mundial, el término se hizo usual en distintas naciones para denominar a un sector de la población, usualmente minoritario, que trabaja para el enemigo por motivos religiosos, étnicos o ideológicos. Tal característica hace que la quinta columna sea vista como un conjunto de personas potencialmente desleales al país donde viven, o la causa que dicen defender.

Lo dicho: Jesús Ortega Martínez y Jesús Zambrano Grijalva, los chuchos mayores, son un par de quintacolumnistas.

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