miércoles, 18 de noviembre de 2009

Los pasos de la privatización de la electricidad



En 2000 se inicia un proceso de crecimiento de las empresas generadoras de energía eléctrica en el país, a las cuales la Comisión Federal de Electricidad (CFE), bajo el gobierno de Vicente Fox, se compromete a comprarles su producción para el suministro nacional de electricidad.

Víctor H. Palacio Muñoz*
Con ello, la generación de electricidad de la CFE disminuye. No por falta de capacidad, sino porque se le obliga a generar menos electricidad de la que puede producir. Al producir menos electricidad, los costos de la CFE para producirla aumentan, ya que se usa la misma cantidad de recursos para producir a capacidad normal. Pero además se debe gastar más dinero en comprar energía eléctrica a empresas privadas.
Esta situación se agravó entre 2003 y 2004, cuando Felipe Calderón fue secretario de Energía, ya que en ese lapso el llamado “factor de planta”, es decir, la capacidad de producción de las plantas de energía eléctrica de CFE, por primera vez fue menor que el de las plantas privadas. A partir de ese momento, la productividad de las plantas de CFE ha ido disminuyendo cada vez más, mientras que el de las empresas privadas ha ido aumentando.
Valor de los activos de LFC

El valor de los activos de una empresa evidencia la riqueza que se tiene. En el caso de Luz y Fuerza del Centro (LFC) es del orden de 150 mil millones de pesos por activos fijos y activo circulante, que se dividen en 25 mil millones de pesos de activos circulantes, activos fijos del orden de 110 mil millones y otros activos no circulantes llegan a 15 mil millones (Palma, 2009).
Según José Luis Apodaca, exgerente divisional de la Comisión Federal de Electricidad e integrante del Observatorio Ciudadano de la Energía, explica que días antes del decreto de extinción de LFC, la paraestatal compraba la electricidad a CFE a 1.50 pesos por cada kilowatt por hora (kwh); en contraste, CFE adquiría la electricidad de productores externos de energía a 1 peso por kwh, es decir, había una diferencia de 50 por ciento. “Esto generó un sobreprecio para LFC de 12 mil millones de pesos al año, con respecto de la opción que la paraestatal produjera su propia energía” (Palma, 2009).
La desaparición de LCF no resolverá el problema de fondo, que es el de las tarifas eléctricas. Según los datos de gastos en el periodo 2003-2008, correspondientes a los ejercidos de acuerdo con las cuentas públicas de Hacienda en los últimos seis años, el valor de la energía eléctrica que LFC compró a CFE se incrementó 122 por ciento, es decir, la facturación eléctrica anual que pagaba pasó de 27 mil 334 millones de pesos en 2003 a 60 mil 728 millones de pesos en 2008 (ibid).
Descapitalización de LFC

Pese a que la paraestatal se coloca en el lugar 37 de las 500 empresas más rentables de México, está sujeta a una política deliberada de descapitalización, aseguró Mario Govea, que fuera coordinador de la Comisión Técnica del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en el periodo 1993-2006.
El SME, desde 1993, ha presentado 14 proyectos para incrementar la capacidad de generación de la compañía, pero el gobierno federal se niega reiteradamente a otorgar los recursos necesarios. A la inversa, la Secretaría de Energía continúa alentando la participación de los productores independientes de energía (PIE), los cuales tuvieron un crecimiento en su capacidad de generación de 2 mil 160 por ciento, sólo en el sexenio de Vicente Fox (Rodríguez, 2007).
Nivel de demanda atendida por LFC
Mario Govea aseguró que, después de 1992, LFC fue condenada a no crecer, aunque satisface 24 por ciento de la demanda nacional de energía, con 5 millones de clientes, lo que representa una población atendida superior a los 20 millones de habitantes del Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, Puebla y parte de Morelos.
Resulta inconcebible que una empresa que cubre apenas 1.04 por ciento del territorio nacional, pero abastece a más de 24 por ciento de la demanda total y a las empresas instaladas en la zona central del país (que aportan 40 por ciento del Producto Interno Bruto), sea condenada a una situación de quiebra intencional. Pero los intereses extranjerizantes y privados coludidos con el gobierno federal son muy fuertes.
Govea comentó que las pérdidas crecientes en LFC, además del robo de electricidad y de la corrupción imperante, se deben también a la compra cara de electricidad. Explicó que de cada peso que obtiene la empresa, 98 centavos se destinan al pago de electricidad adquirida a la Comisión Federal de Electricidad (Rodríguez, 2007).
El manejo irresponsable de una empresa pública

Para 2009, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público dispuso que LFC manejaría 108 mil millones de pesos (MMDP), que se compondrían de la manera siguiente: 47 MMDP serían ingresos propios; 42 MMDP, subsidios del gobierno; 12.5 MMDP, por concepto de pasivos (previsiones de pensiones y jubilaciones) y 4 MMDP, por aumento del capital. Obsérvese que la inversión de capital representa apenas el 3.7 por ciento de los recursos proporcionados por el gobierno.
LFC está obligada a comprar a CFE el 90 por ciento de la electricidad que vende. Así, LFC se presupuestó que vendería 46.6 MMDP con las tarifas que le fija el gobierno; pero paga por la electricidad comprada a CFE, 59.4 MMDP; por tanto, LFC tiene una pérdida operativa de 12.8 MMDP (Márquez, 2009). Esta pérdida es inducida por la propia autoridad.
En vez de resolver el alto costo de la electricidad, el gobierno se orienta por el lado de otorgar subsidios, los cuales llegaron a 149 MMDP en 2008, 91 MMDP fueron para CFE y 57 MMDP para LFC (Márquez, 2009). No olvidemos que las tarifas en ambas empresas están controladas. Actualmente, la tarifa que cobra LFC es de 1.42 pesos por kilowatt-hora y en CFE es de 1.18 pesos. CFE le vende la energía a LFC 15 por ciento más cara que el valor de mercado, y esta última la tiene que vender a precio controlado, lo que explica el monto tan alto de subsidios (El Universal, página web, octubre 2009).
Un aspecto interesante a destacar es el hecho que, en 2008, de los 57 MMDP que se otorgarían en subsidios a LFC, sólo se le dieron 42.3 MMDP, casi 15 MMDP menos del subsidio que se había ordenado para los consumidores, cargándose esta diferencia como pérdida para LFC. Aquí hay una trampa gubernamental ya que es obligación del gobierno reembolsar esos subsidios a las empresas y no ponérselos como pérdidas. Esto incrementa los costos de la empresa y la torna ineficiente (Márquez, 2009).
Privatización de la industria eléctrica

La generación de energía eléctrica se ha venido privatizando gradualmente: en 2001 representaba 7.9 por ciento del total, llegando a 40.3 por ciento en 2008, dividiéndose en 12.6 por ciento para el autoconsumo y 27.7 por ciento fue vendida a CFE.
Otro punto importante en este ámbito es el nivel de inversión física que existe en la industria eléctrica. Véase la caída innegable en LFC y el incremento relativo en CFE.
Los estados financieros de LFC a septiembre de 2008
Poco antes del decreto de “extinción” de LFC, sólo existía en la página web de LFC el estado financiero a septiembre de 2008. Veamos, con esa información, la creación de riqueza, de excedentes, y la explotación que recae sobre las espaldas de los trabajadores de LFC.
Los ingresos por venta de servicios en septiembre de 2008 ascendieron a 37 mil MDP; la depreciación fue de 1 mil 114 MDP. Si a esos ingresos le quitamos la depreciación, nos quedan 36 mi 918 MDP de ingresos netos.
A los ingresos netos les restamos los salarios que suman 2 mil 699 MDP. Los salarios son el producto necesario para que las familias de los trabajadores se sostengan.
Al restarle a los ingresos netos (36 mil 918 MDP) los salarios (2 mil 699 MDP), nos queda un sobrante de 34 mil 218 MDP. Esta cantidad es la riqueza social creada o producto excedente generado por los trabajadores a través de los servicios y del trabajo que prestan a LFC.
Si dividimos el producto excedente, los 34 mil 218 MDP, entre los salarios, 2 mil 699 MDP, nos da una cifra de 12.67. Esto quiere decir que por cada peso que la empresa paga en salarios, los trabajadores generan 12.67. Éste es el nivel real de explotación que existe en LFC. Así, puede verse que del total de los costos de explotación de LFC que llegan a 77 mil 704 MDP, los salarios representan únicamente el 3.47 por ciento del total de dichos costos.
Significado de las prestaciones y de la previsión social

Las prestaciones ascienden a 2 mil 707 MDP, es decir, representan el 3.48 por ciento del costo de explotación; el gasto en previsión social es de 21 mil 531 MDP, el 27.71 por ciento del total del costo de explotación.
Ahora bien, prestaciones y previsión social representan el 31.18 por ciento del total del costo de explotación. Sin embargo, estos rubros son generados por los trabajadores. Es decir, los excedentes producidos alcanzan para pagar la previsión social y las jubilaciones.
¿En dónde está el verdadero problema de LFC?

La generación bruta de energía eléctrica fue de 2 mil 392.1 gigawatts-hora en 2007, mientras que los permisionarios privados generaron 32 mil 481.5. Esto es, 13.6 veces más que lo que Luz y Fuerza genera, cuestión que trasluce el proceso de privatización de la industria.
Lo visto en este artículo pone en claro que la inversión para la generación de energía eléctrica en LFC no es prioritaria para el gobierno federal. Por el contrario, la posibilidad de vender luz, imagen e internet es un negocio demasiado apetitoso para las empresas trasnacionales dedicadas a esta actividad.
Bibliografía
Luz y Fuerza del Centro, Estados financieros, página web, consultada en octubre de 2009.
El Universal, página web, consultada en octubre de 2009.
Márquez Ayala, David, “Reporte Económico: Luz y Fuerza ante la infamia”, en La Jornada, 19 de octubre de 2009.
Palma, Margarita, “Los activos de LFC, $150,000 millones”, en El Economista, 20 de octubre de 2009.
Rodríguez, Israel, “Se descapitaliza a LFC para empujar su privatización”, en La Jornada, 31 de agosto de 2007.
*Profesor-investigador del CIESTAAM de la Universidad Autónoma Chapingo
palkacios@hotmail.com

Fuente: Revista Fortuna
Difusión: AMLOTV

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