En un hecho sin precedentes en la historia contemporánea de México, el 11 de noviembre de 2009, quedará registrado como un momento importantísimo de unidad de los movimientos de izquierda, agrupaciones de estudiantes, campesinos, sindicatos, partidos políticos, movimientos ciudadanos, la teología de la liberación, etc., todos acudieron al llamado del SME para llevar a cabo un Paro Cívico Nacional, que si bien se concentró en los Estados del Centro del país, no deja de ser algo de suma importancia, ya que la cantidad de gente movilizada, la diversidad de acciones emprendidas y el territorio en que se desarrollaron (4 Estados y el Distrito Federal, que además los más poblados del país) eran caldo de cultivo para que la derecha se viese tentada a reprimir a sangre y fuego, liquidando así de una vez por todas a sus opositores. Sin embargo, la prudencia, la disciplina, la coordinación y la organización que demostró la izquierda rompe a mi juicio, el viejo estigma que la derecha siempre ha puesto a la izquierda, el que somos una banda de rufianes, desorganizados y resentidos que usamos las protestas para delinquir en el anonimato que da la masa.
A pesar de que hubo algunos incidentes como el caso de la agresión con gas lacrimógeno a los compañeros de la carretera a Cuernavaca y la agresión a periodistas afuera de las oficinas de LFC, se trató de incidente aislados y que no fueron más que la excepción que confirmó la regla, la jornada de protestas de hoy, fue legal y pacífica.
Con este Paro Cívico Nacional, la izquierda mostró músculo, y demostró capacidad frente a un enemigo que se tambalea cada vez más ante la crisis económica, social y política que ellos mismos con sus excesos han provocado.
Debemos estar atentos a la respuesta que dará el régimen oligárquico a esta exposición de fuerza organizada, ya que desgraciadamente la derecha siempre ha buscado la salida militar y represiva cuando se ve acorralada como fiera herida, y debemos tomar en cuenta que hoy quien detenta el poder político no es ya el hegemónico partido emanado de la Revolución de 1910, sino los herederos de la Contrarrevolución Cristera de 1926, aquellos que desorejaban maestros rurales y pedían que se echara atrás la Constitución de 1917. Estamos ante un adversario que fue derrotado de manera brutal por el Gobierno de la Revolución, pero que por lo mismo se haya resentido, y hoy que detenta el poder no es de extrañar que tome venganza sobre los que considera sus enemigos históricos, que somos precisamente todos aquellos que hoy nos movilizamos.
En su discurso, Martín Esparza señaló que hay condiciones para un Huelga Nacional, y tiene razón, ya se dio el primer paso de unidad en la izquierda, hoy sólo fue el centro de país, mañana necesariamente tiene que ser toda la nación, si es que realmente queremos doblegar a la derecha.
Claro que hay que recordar que este sólo sería un paso importante, pero no definitivo, ya que para cambiar realmente el modelo de país, construir un nuevo proyecto de nación, un nuevo pacto social que reivindique a todos los oprimidos, no basta con marchas, plantones y huelgas, es absolutamente necesario tomar el poder, y esto sólo se puede lograr de dos maneras: por las armas o por las urnas, la primera hay que descartarla, ya que es precisamente lo que desea la derecha, que caigamos en el terreno de la violencia en el que son expertos y saben que tienen ganada la guerra de antemano, en cambio en la vía electoral, saben que cada vez les es más difícil burlar el voto de la gente, que la imagen de un gobierno reprimiendo a sus ciudadanos por la simple demanda de hacer valer su voto, daría la vuelta al mundo y tendría un efecto devastador para su gobierno, ya que corren el riesgo de quedar aislados de la comunidad internacional, como le sucedió al Apartheid en Sudáfrica. Por lo tanto, no perdamos de vista que es ahí donde se librará la batalla decisiva, donde realmente les tenemos que ganar de manera contundente, de lo contrario jornadas como la de hoy solamente quedarán en el anecdotario.
L.D. Jesús A. Palma M.
Ciudad de México, Sede del Gobierno Legítimo de México, a 12 de noviembre de 2009.
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