"Teníamos mucha leña para quemarlos"
El 22 de febrero el fantasma del linchamiento en Tláhuac cobró vida en un poblado de la delegación Milpa Alta. Al ver que dos de sus vecinos eran secuestrados por unos desconocidos, los pobladores de San Pedro Atocpan no respetaron figuras ni jerarquías impuestas por sus usos y costumbres.
Por Icela Lagunas
25/02/2010 - 1 comentario
Categoría: Seguridad
El rumor corrió como pólvora. Habían secuestrado a dos jóvenes del pueblo. En cuestión de minutos, el repique de campanas movilizó a una turba enardecida que pedía a gritos el linchamiento de los presuntos culpables, unos hombres desconocidos para la comunidad. Eran policías federales.
Cuando la noche del pasado lunes le informaban lo que estaba aconteciendo en la comunidad de San Pedro Atocpan, Milpa Alta, el jefe de gobierno del Distrito Federal debió haber experimentado un déja vu.
Marcelo Ebrard Casaubón debió revivir aquel 23 de noviembre de 2004 cuando se desempeñaba como secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF). Esa noche pobladores de San Juan Ixtayopan, en la delegación Tláhuac, quemaron vivos a dos policías federales e hirieron de muerte a uno más.
En Milpa Alta se comenzó a gestar, seis años después, una situación similar que la de Tláhuac. Como si fuera “una calca de aquella noche”, dice Manuel Mondragón y Kalb, el actual secretario de la Secretaría de Seguridad Pública local.
El GDF entró en alerta máxima el 22 de febrero. La pesadilla retornaba. Muchos podían recordar que tal tragedia implicó la remoción del entonces titular de la SSPDF, sobre todo Marcelo Ebrard.
En pleno santoral
Tres elementos de la Policía Federal fueron sorprendidos por los pobladores de San Pedro Atocpan cuando se llevaban detenidos a Isaac Olivos Torres y a su esposa Luz María Flores, dos jóvenes del barrio.
De inmediato se corrió la voz de que habían sido secuestrados el hijo y la nuera de uno de los empresarios más conocidos entre los que comercializan el tradicional mole del lugar.
Alrededor de las ocho de la noche los policías fueron acorralados. La gente bloqueó los accesos al pueblo y, en cuestión de minutos, dos policías que se habían refugiado en un vehículo Optra, con placas 867 WFK, se vieron rodeados por la muchedumbre que empezó a lanzarles piedras.
Los pobladores de San Pedro Atocpan se encontraban realizando los preparativos para el festejo del Señor de la Misericordia, que se venera en una de sus parroquias principales.
Por ese motivo, los creyentes habían recolectado una cantidad generosa de leña en los montes de la zona.
“Teníamos mucha leña para quemarlos”, asegura sin empacho a Índigo DF uno de los pobladores entrevistado a la mañana siguiente de la crisis que movilizó a más de 400 elementos de la Policía Preventiva de la capital en la zona.
Ninguno de los cerca de veinte hombres que se mantienen reunidos en la calle Xólotl a la expectativa da su nombre. Se muestran desconfiados y reacios a hablar.
Hablan los testigos
A escasos metros de la casa de la pareja de productores de mole –Juan Olivos García y Socorro Torres, padres de Isaac, el joven detenido por los federales–, algunos de los hombres de ese grupo acceden a referir lo acontecido allí la noche anterior, Mientras, otros se dedican a vigilar el ir y venir de toda persona ajena a la comunidad.
Cuando su narración tiene lugar, desde una ventana ubicada en el segundo piso de la casa donde viven Isaac y Luz María, alguien vigila agazapado tras las cortinas.
La construcción de este inmueble se distingue del resto de casas de la zona. Es de dos pisos y muestra en lo alto una pequeña cúpula. Desde afuera se aprecia un jardín y todas las puertas y ventanas permanecen cerradas.
De acuerdo con el Comisionado General de la Policía Federal, Facundo Rosas, los uniformados investigaban una denuncia recibida en el Centro Nacional de Atención Ciudadana, en el sentido de que alguien se encontraba privado de su libertad en el interior de ese inmueble.
El mismo funcionario federal negó el martes 23 ante los medios de comunicación que Isaac y Luz María hubiesen sido detenidos por los tres federales que vestían de civil en la zona.
Dijo que los policías sólo verificaban la situación jurídica de la pareja detenida, cuando la gente del pueblo se percató de los hechos y se suscitó la confusión.
Pero los habitantes de San Pedro Atocpan relatan una historia muy distinta. “Isaac dice que fue golpeado y su esposa manoseada”, refiere uno de ellos con indignación.
Es entonces cuando varios de los hombres apostados horas después de la trifulca en la esquina de Atemoaya y segunda cerrada de Xólotl aseguran que estaban dispuestos a todo. A quemarlos, a matarlos, como escarmiento.
‘Eso les pasa y les seguriá pasando…’
Los habitantes de este barrio del sur de la Ciudad de México, entre los que se cuenta a algunos familiares de Isaac Olivos Torres, conversan con Índigo DF con la condición de no ser grabados ni fotografiados.
Temen que, en cualquier momento, suceda lo mismo que tras la tragedia en San Juan Ixtayopan en 2004, cuando desplegando un mega operativo la Policía Federal ingresó al pueblo y detuvo a todo aquel que se le cruzó en el camino.
Por ello, se mantienen en alerta mientras el resto del pueblo dormita. Las horas han sido largas y tensas.
Al contrario de lo expuesto por el comisionado Facundo Rosas, aseguran que Isaac y su esposa sí fueron detenidos por los federales y que, incluso, ya los habían subido a los vehículos que conducían.
De hecho, la liberación de los dos jóvenes fue la condición previa que exigieron los pobladores a las autoridades para entregar a los policías federales.
“Eso les pasa y les seguirá pasando a todos los policías que vengan y no se identifiquen con la comunidad”, amenaza uno del grupo que custodia la casa de Isaac.
La noche del lunes 22 de febrero la turba no respetó figuras ni jerarquías impuestas por sus usos y costumbres. Nadie escuchó cuando el padre Gregorio Martínez Margally, de la parroquia de San Pedro Apostol, les pedía serenarse.
Tampoco atendieron el llamado de su coordinador Augusto Mejía, elegido como representante y voz de la comunidad.
A Mejía no le creyeron cuando leyó en voz alta el documento presentado por las autoridades que explicaba la supuesta denuncia de hechos que los policías federales investigaban en la zona. Todo, a partir de un señalamiento sobre esa casa, la de Isaac y su familia, porque supuestamente se utilizaba como casa de seguridad.
“Se puso de su lado”, acusa uno de ellos. Sus compañeros asienten al aludir que su coordinador apoyó la explicación de la autoridad.
“Bien sabíamos que esos hombres estaban desde hace tres días rondando la zona. Se la pasaban tomando alcohol, sin identificarse, vestidos de civil y en vehículos que no conocíamos”, expresaron.
El linchamiento estuvo a un tris de materializarse.
“Nada más porque no se pidió apoyo al resto de los pueblos, porque si hubieran llegado, nada podían hacer”, afirma contundente uno de los lugareños.
El hombre alude a los diez pueblos que circundan la comunidad de productores de mole: San Pablo, San Bartolomé Xicomulco, San Lorenzo, Villa Milpa Alta, Santa Ana, San Francisco Tecoxpa, San Agustín Otengo, San Juan Tepenahua, San Jerónimo Miacatlán y San Antonio Tecómitl, lugares que se rigen por usos y costumbres comunes.
En su conversación dan a entender que la noche de lunes pasado estaban dispuestos a hacer valer la unidad de sus pueblos, apoyándose en la furia de una masa anónima.
Lección aprendida
A diferencia de Tláhuac 2004, esta vez en Milpa Alta la policía local se desplegó con rapidez hasta el poblado rural con un batallón de 400 uniformados.
En esta ocasión el gobierno capitalino no titubeó: acudió hasta la zona a proteger a los federales, a dialogar con los pobladores para lograr arrancarles a los policías federales de sus manos enfurecidas y, así, evitar su muerte.
Paradójicamente, los mismos funcionarios que la noche del 23 de noviembre de 2004 formaban parte del equipo de Marcelo Ebrard en la Secretaría de Seguridad Pública del D.F. y que brillaron por su ausencia en Tláhuac, esta vez sí reaccionaron y acudieron de inmediato a la zona.
Manuel Mondragón y Kalb en ese tiempo se desempeñaba como subsecretario de Participación Ciudadana y Prevención del Delito, mientras que José Ángel Ávila, secretario de Gobierno, era el coordinador de asesores de Ebrard.
No podían arriesgarse de nuevo. Ambos funcionarios se trasladaron en helicóptero hasta San Pedro Atoc-pan para dialogar con los vecinos y rescatar a los federales en apuros. Tenían pleno conocimiento de los alcances que puede tener la justicia por mano propia una comunidad sobreexaltada.
Más aún, que por un evento así la cabeza política de un mandatario público puede rodar. Como sucedió aquel noviembre cuando Marcelo Ebrad fue destituido como titular de la SSPDF por el entonces presidente de México, el panista Vicente Fox.
Esta vez no podía haber margen para errores fatales que tuvieran un costo incalculable para Ebrard respecto de su presunta aspiración presidencial rumbo al 2012.
Calca de Tláhuac
En entrevista telefónica con Índigo DF, el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Manuel Mondragón y Kalb lo dice muy claro: “Esto fue una calca de lo que pasó en Tláhuac.
“En Tláhuac perdieron la vida dos compañeros de la policía federal, yo no hubiera deseado para nada que esto ocurriera estando yo a cargo de la policía y mi jefe [Marcelo Ebrard] como jefe de gobierno de la ciudad”.
Mondragón admitió que los dos jóvenes sí fueron detenidos por los elementos de la Policía Federal. Por ello, a través de una llamada telefónica al Comisionado Facundo Rosas, le pidió a éste que regresara a estas personas a su comunidad y que dejaran para después la presunta investigación que los federales llevaban a cabo.
"Una vez que regresamos a las personas pues hubo que sacar a los compañeros vivos. Mi misión era ésa”, apunta.
Sin embargo, a pesar de los evidentes errores cometidos por los policías federales en el poblado de San Pedro Atocpan, su jefe, el Comisonado Facundo Rosas, no ha hecho sino minimizar los hechos.
En diversas entrevistas a los medios de comunicación ha asegurado que los elementos a su cargo no corrían riesgo. Ha calificado como un simple “disturbio” el intento de linchamiento del lunes pasado.
Lo cierto es que tal disturbio implicó la movilización de dos de los más altos y polémicos mandos de la Secretaría de Seguridad Pública a nivel federal: la del Comisonado de la Policía Federal, Facundo Rosas, así como la del coordinador de Inteligencia para la Prevención del Delito, Luis Cárdenas Palomino.
Ambos llegaron en helicóptero para tratar de arreglar el desbarajuste ocasionado por sus subordinados.
Es probable que tampoco ellos quisieran repetir la suerte del ex comisonado de la PFP, José Luis Figueroa quien en 2004 tuvo que aguantar interrogatorios de más de 10 horas por su presunta responsabilidad en el caso Tláhuac.
Hasta el cierre de esta edición, la comunidad de San Pedro Atocpan se mantenía en tensa calma y a la expectativa.
En tanto, la Procuraduría General de la República (PGR) dio inicio a la averiguación previa PGR/DDF/SZS-X/272/2010 por los delitos de privación ilegal de la libertad, lesiones y daño en propiedad ajena contra quienes resulten responsables por lo acontecido en Milpa Alta.
Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV
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