lunes, 7 de junio de 2010

Calderón en Washington


Calderón en Washington

El ex canciller Jorge G. Castañeda afirma que la relación México-EU tiene que superar el tema del narcotráfico y enfocarse en el desarrollo de una sociedad mexicana de clase media que beneficiaría a ambos países.
Por Washington Post
21/05/2010 - 0 comentarios
Categoría: Internacional
Por Jorge G. Castañeda

Felipe Calderón hace su primera visita a Washington desde que tomó posesión como presidente de México hace tres años y medio. Dados los problemas que enfrentan ambos países, Calderón y el presidente Barack Obama podrían estar tentados a minimizar este encuentro.

Pero es un momento oportuno para lanzar “una gran idea”, similar a la del TLCAN en 1990. En lugar de reducir todo al problema de las drogas, la seguridad y de cómo Estados Unidos (EU) podría apoyar la guerra que se libra en México, los dos países deberían hacer a un lado el tema del narco en esta reunión y hacer que su meta sea el desarrollo de México y su transformación en una sociedad de clase media.

La administración de Calderón ha sufrido por los efectos de la crisis financiera internacional (la economía mexicana se contrajo 6.5 por ciento el año pasado); por las 23 mil muertes en la guerra contra el narco (los 257 muertos en lo que va de mayo constituyen el mayor número de víctimas semanales desde 2007); por la intransigencia de la oposición a las reformas; por la parálisis institucional; por lo que sucedió el fin de semana pasado: el secuestro y posible muerte de Diego Fernández de Cevallos, la figura más influyente de su partido en las últimas dos décadas, y por la nueva ley de inmigración de Arizona, que en México es vista como una legislación antimexicana.

Con la carrera presidencial de 2012 ya en curso, Calderón probablemente se sentirá satisfecho si cuestiona algunos temas (transporte carretero y tráfico de armas de EU hacia México) y obtiene una reafirmación categórica de que EU apoyará la lucha de México contra el crimen organizado, así como un reconocimiento más de parte de EU sobre su responsabilidad en el consumo de drogas.

Dado que Obama tiene sus propias distracciones domésticas y sus prioridades de política exterior, probablemente también prefiera simplemente reafirmar ese apresurado, irreflexivo y desconsiderado compromiso, repetir unas cuantas trivialidades sobre la importancia de México para EU y, al final, desear a su invitado un buen regreso a casa. Sería un error limitar a las drogas o lugares comunes la primera visita oficial de un presidente mexicano a Washington desde la víspera del 9/11 en 2001.

Ambos mandatarios deben ubicar sus temas difíciles en ese contexto. Drogas y frontera, Arizona y la inmigración, la fragilidad de la recuperación económica, el cambio climático, la proliferación de armas nucleares (será crucial el voto de México en el Consejo de Seguridad de la ONU para sancionar a Irán), Cuba y Venezuela, por mencionar unos pocos. Estos desafíos solo pueden resolverse en un marco más amplio, de lo contrario se convertirán en intratables o chocarán entre sí.

Considere la frontera. En el papel, los dos gobiernos quieren más libertad en cuanto al flujo de bienes jurídicos, servicios y personas, pero controles mucho más estrictos para los flujos ilícitos de gente y drogas de sur a norte; de armas, productos químicos y "dinero de sangre" de norte a sur.

Pero, ¿qué pasa con la realidad de Arizona, donde el gobierno de Obama podría tener que enviar a la Guardia Nacional, lo que ha provocado que México emita una advertencia de viaje? Además, si California legaliza la mariguana en noviembre, aumentará la presión para que Calderón también lo haga. ¿Pueden ser tratados de manera independiente estos asuntos contradictorios?

¿Y qué pasa con los derechos humanos? Después de décadas de gobierno autoritario y de una justificable imagen pobre, México comenzó a poner su casa en orden y a promover la defensa de los derechos humanos en el exterior, rompiendo así con su pasado antiintervencionista.

Pero el país enfrenta críticas justificadas de organizaciones no gubernamentales, de las Naciones Unidas, de la comunidad jurídica interamericana y del Senado de EU por violaciones de los derechos humanos cometidas por sus fuerzas de seguridad en medio de una guerra contra las drogas financiada, en parte, por el Departamento de Estado de EU.

México debería proponer –y Obama debería dar la bienvenida a esa idea– una nueva etapa en las relaciones bilaterales cuya finalidad sea construir lo que el TLCAN dejó fuera y reducir la brecha de desarrollo –en ingresos, bienestar, tecnología, seguridad, estado de derecho, salud y educación– entre México y sus socios más ricos de América del Norte.

La etiqueta es secundaria a la sustancia: el concepto debe incluir la reforma migratoria en EU; la reforma energética en México; la seguridad en ambos países, pero también la convergencia de normas y reglamentos, además de legitimar los temas de la seguridad y la frontera en toda la región, pero con honestidad. Por ejemplo, las tasas de delincuencia de Arizona han bajado desde 1990, cuando comenzó a aumentar la inmigración procedente de México.

Se debe tratar de coordinar las políticas a fin de que una crisis que se presente en uno de los dos países –por ejemplo, la gripe porcina en México o el colapso de Lehman Brothers en EU– afecte al otro solo de manera proporcional.

Un México próspero, democrático y equitativo está en los intereses de EU. Si este país espera reconstruir su base manufacturera, necesitará a México. Si va a compensar el envejecimiento de su población, mejorar la seguridad y concentrarse en amenazas reales, sin tener que preocuparse por sus fronteras, necesitará de México. Si espera establecer diferentes relaciones con los países menos prósperos, predicando con el ejemplo, necesitará de México.

Y México necesita de EU si aspira a consolidarse como una sociedad de clase media, si quiere lograr crecimiento económico, garantizar la seguridad y el imperio de la ley para sus ciudadanos y visitantes. Todo esto no se logrará de un día para otro, pero se puede alcanzar en menos de una generación si empezamos hoy. La reunión de Calderón con Obama podría ser la "gran idea" que nos haga despegar.

WASHINGTON POST-BLOOMBERG

Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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