martes, 21 de julio de 2009

Ahora... Canadá




Jesús González Schmal
Ahora... Canadá

La grave inseguridad que priva en México, provocada por la absurda decisión de sacar al Ejército Nacional a las calles, carreteras, pueblos, ciudades, en vez de haber iniciado una campaña previa de limpieza de autoridades coludidas con el narcotráfico y haber cerrado los circuitos financieros que lo nutren; esta dando lugar a que muchas personas y familias busquen refugio en el extranjero y particularmente en Canadá.

Fue ésta incluso, la razón que dio el ahora embajador de México en Canadá, Francisco (Pancho) Barrio Terrazas para que, sin la mínima experiencia diplomática y sin preparación académica, ni mucho menos carrera en el servicio exterior, pidió a Felipe Calderón que en correspondencia a su apoyo dentro del PAN, lo enviara como embajador a ese importante país de la América Septentrional.

Ocurre que este lugar también fue escogido por Napoleón Gómez Urrutia, que perseguido desde el gobierno de Fox enfrentado con la Secretaría del Trabajo que le manda esquiroles a las minas para removerlo, ha organizado su defensa desde ese país socio de México en el TLC y en el ASPAN. El Grupo Minera México, propietario de la Mina Pasta de Conchos donde todavía yacen los restos de 65 mineros víctimas de un crimen industrial, no ceja en su exigencia a Calderón para sustituir a Napito en su cargo directivo gremial, manteniéndolo por consiguiente fuera del país, en su refugio canadiense.

Es también Canadá, frente al retraso económico de México una oportunidad de empleo para trabajadores temporales que anualmente van y regresan con sus ingresos para sobrevivir el resto del año, en sus tierras de origen.

Este éxodo de mexicanos dio lugar a que Canadá cerrará las puertas a refugiados reales y simulados y, en adelante, someter a examen para la visa a los mexicanos que quieran visitarlos.

En esta dinámica México se encuentra como país de grandes proporciones de expulsión de sus nacionales con la consiguiente pérdida humana y económica. La pregunta obligada es: hasta cuando tendremos que sufrir humillaciones como las que ahora se nos infieren por nuestra propia incapacidad para tener gobiernos honestos, demócratas y eficientes.

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