MANOS LIMPIAS?
Por: Francisco Rodríguez
LO PEOR ES la hipocresía. Todavía más cuando va unida al cinismo. Esa exaltación indiscriminada de la improbidad, de la práctica maliciosa y de la doble moral.
En apenas tres años, Felipe Calderón se ha convertido en un hombre inmensamente rico, propietario de no pocos inmuebles en la ciudad de México y, muy probablemente, ya también de una isla en el Golfo de Cortés.
Tiene seis años apenas que el ahora ocupante de Los Pinos se hizo de una primera propiedad. Dedicado toda su vida a la política, de hecho Calderón nunca había “dado golpe” –como se dice a quienes no trabajan--, por lo que no fue sino hasta que llegó a la titularidad del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) que, usted recuerda, se autoasignó un crédito hipotecario casi casi apenas tomó posesión.
Escandalizados los panistas –Calderón entre ellos--, por la llamada “Colina del Perro” a la que se retiró don José López Portillo, al término de su gestión como Presidente de la República, hoy superan con creces lo que antes criticaron.
Ahí está el caso de Vicente Fox con sus ranchos, y hasta su centro cultural –convertido apenas en palenque--, adquiridos con los dineros de los mexicanos puestos a disposición y beneficio de él y de sus familiares, cual bien documentó mi querida y respetada colega Anabel Hernández, en su oportunidad.
Calderón no le va a la zaga. Ahora es de acuerdo a un reportaje de Daniel Lizárraga (Proceso 1741) que atónita la opinión pública se entera de cómo el michoacano compra y compra las propiedades aledañas a su residencia particular, sin que estas operaciones sean consignadas en la obligada declaración patrimonial.
Ocurre muchas veces que el político hipócrita no alardea de su incorrección, sino que siempre tiende al ocultamiento y a la circunspección. Sobre todo cuando está al frente de los micrófonos y las cámaras de radio y televisión.
No deja de haber cinismo, pues con aquello de “las manos limpias”, por ejemplo, Calderón presume mucho de lo que sabe falso o impostado.
Cada día con mucha indignación y, lo que es peor, con mucha indiferencia, buena parte de la ciudadanía de nuestro país, que viven al margen de los círculos clientelares del poder, del nepotismo, del tráfico de influencias, del amiguismo, de la información privilegiada, somos pasivos testigos del cinismo ramplón con el cual actúa buena parte de los políticos tanto de la fallida Administración como de la oposición.
El cinismo, la hipocresía, la desvergüenza, la desfachatez, el descaro, la impudicia son los ingredientes corrosivos en el accionar político.
Pero cuando el cinismo se junta con la corrupción, entonces el deterioro afecta el cuerpo y el alma de la República.
Calderón se ha enriquecido con recursos públicos.
Esos que desde hace algunos meses le han permitido entrar en negociaciones, a través de uno de sus parientes que reside en el Bajío, con los descendientes de Abelardo L. Rodríguez –quien fuera uno de los presidentes del maximato callista--, para comprarles una isla ubicada en las aguas del Golfo de Cortés.
Una operación de compra-venta que involucraría algo así como 50 millones de dólares, de acuerdo a información en mi poder.
¿Manos limpias de Calderón?
Para nada…
Índice Flamígero: Por noveno año consecutivo el ISSSTE va a la cabeza de denuncias de actos de corrupción, seguido por Pemex. La diferencia es que, excepto el caso de la red interna de telecomunicaciones que Miguel Ángel Yunes asignó a Televisa –¿compra de seguridad, al estilo gangsteril?--, los del Instituto son una especie de “robo hormiga”, mientras que los de la petrolera involucran muchos millones, cual los del prevaricato de César Nava. + + + Cualquier ciudadano compra su propio vehículo para sus traslados del hogar a su centro de trabajo y viceversa. Pero en el caso de Francisco Ramírez Acuña, somos los ciudadanos quienes tenemos que adquirirlos para ellos. ¿No le alcanza al ex gobernador panista de Jalisco para adquirir un automóvil? + + +
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Fuente: Indice Político
Difusión: AMLOTV
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