viernes, 7 de mayo de 2010

¿Por qué proteger a Pemex?





¿Por qué proteger a Pemex?

La administración de Felipe Calderón envió una iniciativa antimonopolios para fomentar la competencia, pero excluyó de esta propuesta a los monopolios del gobierno, como Pemex. La empresa de todos los mexicanos es saqueada por la burocracia dorada, gente de las muchas secretarías de Estado, para beneficio de unos cuantos.
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Por Indigonomics Staff
13/04/2010 - 0 comentarios
Categoría: Economía
El Niño Dios te escrituró un establo



y los veneros del petróleo el diablo.

Ramón López Velarde, Suave Patria.

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La propuesta de reforma a la ley de competencia económica anunciada por Felipe Calderón plantea promover el crecimiento a través de mejorar las condiciones competitivas de la economía nacional, reduciendo el peso de las altas tarifas y precios de sectores que gozan de predominio en los mercados.

Hasta ahí está bien.

Empero, ¿por qué excluir a las empresas del gobierno que tienen carácter monopólico y considerar solo las del sector privado?

Y, sobre todo, ¿por qué proteger a Pemex?

Y es que la iniciativa omite deliberadamente los monopolios estatales, el principal de los cuales es Pemex.

Así como hay nombres y apellidos en la lista de empresas privadas que tienen poder lesivo sobre los mercados y afectan a los consumidores y al desarrollo sano del país, también hay una lista de paraestatales que satisfacen esta condición e inhiben el crecimiento de México.

La ausencia de los monopolios públicos en la iniciativa calderonista no resulta extraña.

Pemex, en ejercicio de sus prerrogativas monopólicas, exprime cotidianamente el bolsillo de los mexicanos aplicando precios excesivos a las gasolinas y los otros productos que vende.

La paraestatal petrolera sigue la norma de fijar estos precios en base a los mercados internacionales solo cuando suben las cotizaciones de los energéticos.

Sin embargo, una vista a los números de la compañía revela que no solamente es esta la razón principal ni tampoco –otra causa posible– la defensa de los intereses sindicales que gravitan sobre la empresa.

La causa de peso a la luz fría de los datos es simple y sencillamente que Pemex no puede abrirse a la competencia porque el gobierno federal explota la empresa.

Pemex es la “caja chica” del gobierno –y no tan chica–.

La imagen es la de una vaca lechera, que se exprime hasta dejarla extenuada, incapacitada no solo para invertir en exploraciones sino para competir.

La compañía paraestatal está atada de manos para abrirse a la competencia.

¿Qué sería del gobierno y la plutocracia dorada sin los ingresos de la paraestatal?

¿Cómo podría el gobierno satisfacer el hambre de dinero de la casta sindical sin los recursos de la empresa petrolera?

Analicemos.





SAQUEO

Los datos revelan que el saqueo de las arcas de Pemex para cubrir los derechos y aprovechamientos del gobierno federal tiene en la postración a la empresa.

Y es que por la obligación de cubrir estos impuestos gubernamentales, Pemex tiene números rojos.

La empresa presenta pérdidas en siete de los últimos ocho años, con la única excepción de 2006, en que tuvo resultados positivos.

Los quebrantos acumulados en estos ocho años suman 21 mil millones de dólares.


Su patrimonio, es decir, su capital, ha pasado de 9 mil 764 millones de dólares en 2002 a un número negativo de menos mil 398 millones de dólares al cierre de 2009.

Contablemente, esto significa que sus deudas o pasivos son superiores al valor de sus activos y la empresa está cerca de una condición técnica de quiebra.

Es una mentira que Pemex no genere.

La verdad es que sí tiene capacidad –y ésta es extraordinaria– de aportar recursos, pero éstos se destinan a las arcas del gobierno.

Y es que la generación de ingresos de Pemex año con año alcanza proporciones astronómicas.

La generación de efectivo medida a través del EBITDA (utilidades antes de impuestos, intereses, depreciación y amortización) en los últimos ocho años ha acumulado 422 mil millones de dólares.

Tal cifra sería suficiente para pagar más de tres veces el total de los pasivos de Pemex registrados al cierre de 2009, de 107 mil 118 millones de dólares.

Sus ingresos, pese a la baja de 2008 y 2009 tanto por la caída de los precios del crudo como por la recesión, alcanzaron en 2009 un nivel extraordinario de 63 por ciento más, comparado con los de 2002, situación envidiable para la mayoría de las empresas privadas del país e, incluso, muchas extranjeras.

No obstante, la exacción de recursos por impuestos, derechos y aprovechamientos es también descomunal.

En los últimos ocho años el gobierno federal ha retirado de Pemex por este concepto 369 mil 459 millones de dólares. Cifra que sería suficiente para pagar más de tres veces la deuda externa del sector público federal que a enero de este año alcanza el monto de 94 mil 225 millones de dólares.

O bien, para cubrir la deuda total del sector público tanto interna como externa de 294 mil 325 y aún registrar un sobrante de 75 mil 134 millones de dólares.

Los recursos que extrae el gobierno federal de Pemex representan una quinta parte de los ingresos totales del sector público, es decir, de las percepciones tanto del gobierno federal, principalmente por impuestos; y de las empresas y organismos del sector público, a través de las tarifas y precios por los productos que venden.

En 2009, por ejemplo, del total de ingresos presupuestarios del sector público, que sumaron unos 2.9 billones (millones de millones de pesos), 546 mil millones, casi 20 por ciento provino, precisamente, de derechos y aprovechamientos de Pemex.

Lo que significa que las percepciones de Pemex son claves para apoyar la endémica recaudación de estados y municipios, integrando una bolsa común de recursos participables.



OPRESIVOS DERECHOS

Aunque los derechos de explotación no son un aspecto exclusivo de Pemex ni del país, ya que a nivel internacional es común el uso de este tipo de gravamen sobre las empresas petroleras, sí lo es su elevado nivel.
En 2007, por ejemplo, los impuestos, derechos y aprovechamientos representaron 60 por ciento de las ventas.

El peso en porcentaje bajó a 50 por ciento en 2008, en parte por la reforma energética, aunque continúa siendo abrumador.

La lista de derechos que aplica Pemex es larga y onerosa para la compañía.

El peso lesivo de los derechos y aprovechamientos ha descapitalizado la empresa. Pemex se ve imposibilitado para asignar en su contabilidad partidas para compensar la depreciación y amortización de equipos, lo que fomenta la obsolescencia y la capacidad futura de generar ingresos.

También se reduce, por supuesto, su capacidad para invertir, sobre todo, en exploración de pozos petroleros o en aguas profundas.

La menor inversión en exploración se ha traducido en una reducción en las reservas petroleras del país.

Tales reservas han bajado de 58.2 miles de millones de barriles en 2000 a 43.1 miles de millones de barriles en 2010, una caída de 26 por ciento en 11 años.

Adicionalmente, las restricciones financieras, tecnológicas y en el marco legal que limitan las posibilidades de asociación, reducen el potencial de exploración en aguas profundas, entre otros aspectos.

México tiene ahora reservas probadas para 10.2 años contra 13 años en 2002, reservas probables para 20.5 años (25 años en 2002) y reservas posibles para 31.3 años (33 años en 2002).

Tal fenómeno revela que en este lapso los nuevos descubrimientos resultantes de la inversión en exploración y nuevas perforaciones o revitalización de las existentes han sido insuficientes.

Está aún por verse si la reforma, marginal, en el esquema fiscal de Pemex, que se aprobó en esta administración calderonista, tendrá resultados.

Pero todo parece indicar que el impacto será marginal. Por ejemplo, no se ha dicho nada aún sobre la implementación de los publicitados bonos ciudadanos.

Mientras tanto, está claro que el patrón de comportamiento de las administraciones sexenales en las últimas tres décadas, sin importar que sean del PRI o del PAN, han conducido a exprimir los recursos de la empresa y bloquear la capacidad para convertirse en una empresa competitiva.



ROBO SEXENAL

Aunque en diferente proporción, cada régimen en turno de alguna forma ha recibido los beneficios de la gran “caja chica” de Pemex.

López Portillo, por ejemplo, ante los prometedores ingresos de Pemex derivados de los descubrimientos de nuevos mantos al inicio de su sexenio y los altos precios del crudo registrados en los mercados internacionales –que alcanzaron su máximo en 1981 en el equivalente a casi 80 dólares actuales–, habló de la administración de la abundancia.

Durante su sexenio ingresaron al país por exportaciones de petróleo montos equivalentes a 109 mil millones de dólares actuales, cifra que rompió por mucho en esos años los récords anteriores.


Todo ello, sin embargo, no fue suficiente para evitar un régimen dispendioso que como nuevo rico pensó que la bonanza era para siempre, olvidando que los mercados regularmente se mueven en ciclos.

Al contrario, procedió a endeudar al país, sumiéndolo en una de las crisis más graves de la historia moderna, al dilapidar los recursos entre otras formas en la defensa –inútil– de un peso sobrevaluado o dólar barato.

En el siguiente sexenio Miguel de la Madrid, quien gobernó a México entre 1983 y 1988, ante la austeridad impuesta por la crisis y la quiebra de múltiples empresas y los compromisos crediticios del país, se vio obligado a incrementar los volúmenes de exportación para compensar los menores precios del crudo.

Durante su mandato, De la Madrid recibió 125 mil millones de dólares actuales. No obstante, esto no pudo reflejarse en una mejoría económica para los mexicanos porque De la Madrid apenas tuvo margen de maniobra para enfrentar la crisis y evitar que el país no se le diluyera entre las manos.

A Carlos Salinas de Gortari le tocó enfrentar una caída en los precios del crudo de más de 30 por ciento en relación al sexenio previo de Miguel de la Madrid, por lo que los ingresos por exportación de crudo cayeron a 69 mil mil millones de dólares durante el período que gobernó, de 1989 a 1994.

Durante su gestión, los ingresos petroleros alcanzaron el nivel mínimo de los últimos 30 años.

Ante el cierre de la válvula de los petrodólares, el hombre que introdujo la variante mexicana del neoliberalismo, le apostó a una estrategia de crecimiento enfocada en la apertura comercial, la desregulación y privatizaciones.

Con Ernesto Zedillo, quien tomó las riendas de México de 1995 a 2000, los precios del crudo alcanzaron su mínimo en este periodo, cayendo en promedio a 22 dólares actuales por barril respecto al sexenio previo, una baja de 8 por ciento respecto a las cotizaciones promedio de su antecesor, Salinas de Gortari.

No obstante, aumentando los volúmenes exportados en un promedio de 20 por ciento respecto al sexenio anterior, logró ingresos petroleros por 77 mil millones de dólares a precios actuales.



FOX, EL DESPILFARRADOR

Luego del largo ciclo bajista en los mercados petroleros iniciado en 1981 y pasado el trago amargo de la recesión internacional de 2001-2002, el péndulo de las cotizaciones del crudo, como históricamente ocurre con todos los commodities, retornó a la parte alcista del ciclo.

Tocó a Vicente Fox disfrutar de un entorno particularmente favorable en el mercado del petróleo.

Durante su mandato, de 2001 a 2006, los precios promedio del crudo registraron una formidable alza en promedio de 60 por ciento respecto al mandato de Ernesto Zedillo.

Si a esto le sumamos que el volumen exportado respecto al sexenio previo fue un 12 por ciento mayor, los petroingresos durante su sexenio alcanzaron los 142 mil millones de dólares.
El monto representa un incremento superior al 80 por ciento respecto al sexenio previo de Ernesto Zedillo.

Con Fox se tuvieron los ingresos petroleros más altos de los últimos 30 años, superando incluso la bonanza lópezportillista.

En donde sí hay similitud entre el primer panista en Los Pinos y el peor presidente priísta en la historia moderna (López Portillo) es que durante ninguno de los dos gobiernos el auge petrolero se reflejó en los bolsillos y el nivel de vida de los mexicanos.

El alza del PIB registró un débil crecimiento promedio de apenas 2.4 por ciento, en parte por la recesión norteamericana de inicios de sexenio, pero también porque prefirió gastar y alimentar la plutocracia gubernamental en lugar de invertir y promover la economía.

Un agravante más es que al continuar Fox el esquema de saqueo de Pemex y al aumentar la producción y las exportaciones, sin una inversión correspondiente en exploración, se produjo una caída en las reservas probadas.

Las reservas probadas de Pemex durante el mandato foxista cayeron de 58.2 miles de millones de barriles de crudo en 2000 a 46.4 en 2006.



PETROAUGE CON CALDERÓN

Con Felipe Calderón, el segundo panista consecutivo en Los Pinos, pese a la crisis que provocó un debilitamiento de la actividad productiva en 2008 y un desplome del PIB en 2009, los ingresos petroleros no han sido para nada menores.

Aunque en el actual sexenio los precios del crudo cayeron a niveles cercanos a los 35 dólares en 2008, dicha baja fue registrada por un periodo muy corto, dado que en promedio para los 12 meses de ese año las cotizaciones promedio alcanzaron 63 dólares por barril.

En 2009, pese al desplome de la economía, los precios promedio a los que México vende su crudo en los mercados internacionales bajaron solo a 58 dólares.

No obstante el impacto sobre los ingresos, se atenuó por la compra de las coberturas, o seguro, a 70 dólares el barril.

Los precios se han recuperado a niveles de 72 dólares por barril en el pasado mes de enero.

En estas circunstancias, de un entorno alcista de precios y de volúmenes exportados que siguen siendo elevados, los ingresos por exportaciones de crudo en el actual sexenio calderonista suman unos 109 mil millones de dólares, equivalentes al 85 por ciento de los obtenidos en todo el sexenio foxista.

En este escenario, de no existir variaciones importantes en los precios del crudo, en el actual sexenio se superarán los ingresos obtenidos en el sexenio foxista para mediados de este año.

Pese a estos ingresos extraordinarios, Felipe Calderón ha aumentado los impuestos y precios de los energéticos para alimentar el gasto público desbordado.

Este gasto sin control ha sido responsable en el fondo de la descapitalización de Pemex.

Y mientras no haya reformas de fondo en la paraestatal, el saqueo de los recursos de Pemex explica, también, por qué el gobierno federal se niega a aplicar a la empresa la ley para combatir a los monopolios.




Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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