Pues no, no quisieron: ¡Curuleeeeeeeros!
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
Expertos en tomar tribunas, en encarar al ejecutivo por cualquier al parpadeo y gastalones en spots publicitarios en donde presentan a la cámara como oasis de madurez republicana, los diputados prefirieron dedicarle tiempo, esfuerzo y sobre todo atención a una ley contra… la obesidad, en lugar de sacar la reforma política que permitiera destrabar el funcionamiento político.
E iniciativas no faltaron. El presidente Calderón presentó una, el PRI entregó dos -faltaba más, si de iniciativas inútiles se trataba- y el PRD no se quedó atrás. Bueno, hasta el PT salió por peteneras con algunas propuestas para preparar el camino a la venida del Mesías de Macuspana. Y ante la exigencia de la sociedad, todos se comprometieron a que ahora sí habría la necesaria reforma política para modernizar el sistema, el régimen y el Estado.
Pero no, a la hora decisiva los legisladores se hicieron los distraídos.
Por eso, el grito futbolero, inventado por el escritor José de la Colina, viene al dedo para abuchear a los diputados más preocupados por la gordura que por la parálisis política: “¡curuleeeeeeros!”, servidores de la Diosa Curul, aplastados en sus curules viendo pasar la vida mientras afuera del Palacio Legislativo la vida se traba, se enreda, se envicia, se hunde y se extravía en las indecisiones del poder.
El mensaje final es aún peor: no habrá reforma política y, como decía Don Teofilito, ni la habrá. El calendario de la lucha de posiciones se tragó la oportunidad política. El PRI saldrá engallado de las elecciones del 4 de julio, el PAN quedará aplastado con el cadáver polít ico del PRD encima y la sociedad verá, con decepción y pesimismo, que se perdió otra oportunidad. Eso sí, faltarán muchas muestras de la Cultura Curulera de nuestros legisladores: insultos, autoelogios de salvadores de la Patria, lucha territorial por la tribuna, inculpaciones a los demás y sobre todo la irresponsabilidad política de quienes tuvieron en sus manos la posibilidad de reformar al país para ajustarlo a la realidad de la alternancia partidista en la presidencia de la República.
Lo grave de todo es que el resultado electoral, cualquiera que sea, habrá tensado aún más el hilo del conflicto y de los desacuerdos. Y que sin un nuevo sistema político, el país tendrá que resolver algunos de los problemas inmediatos a golpes de trinchera, con jaloneos cotidianos.
Los diputados y senadores han demostrado no estar a la altura del desafío nacional. Se han movido por pequeñas mezquindades, hundidos en la mediocridad de sus propias pasiones mañaneras, sin mirar más allá de sus narices. Sólo buscan el voto minoritario que les permita sólo mantener sus privilegios. Fallaron como estadistas y, lo que es peor, como políticos. Adoradores de la curul, se olvidaron de las necesidades de la República.
Lo que viene será la disputa por pequeños territorios. Pero en medio de una desorganización de los desarreglos, el país entrará en lo que Enzensberger caracterizó como “guerras civiles moleculares”. Y ahí se agotarán, en sus trincheras mediocres, en la lucha por sus privilegios, a espaldas de la realidad. Pero felices ellos, con su vida asegurada por salarios pagados por los impuestos de una sociedad decepcionada.
Fuente: Voces del Periodista
Difusión AMLOTV
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