martes, 1 de junio de 2010
SME: "NOS QUITARON LA LUZ, PERO NO LA FUERZA"
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Mantener encendida a la ciudad más grande del mundo es la labor de los trabajadores electricistas que, hace ya casi ocho meses, les fue arrebatada una de las empresas más productivas del país a pesar de los escasos recursos otorgados por los gobiernos en turno.
Luz y Fuerza del Centro fue extinta de un plumazo, de un día para otro, sin aviso previo, en lo oscurito y de manera ilegal dejando a 44 mil trabajadores sin empleo y a miles de familias en el desamparo. Este domingo pasado se cumplieron 36 días en plantón de huelga de hambre, instalado en el Zócalo de la Ciudad de México con poco más de 60 trabajadores de 93 que representan la lucha de más de 18 mil en resistencia pacífica.
El gobierno de facto apostó al exterminio del Sindicato Mexicano de Electricistas pero no contó con que la voluntad y la dignidad de sus trabajadores no se vende por una liquidación 'voluntaria' ni se vence por una de las más fuertes campañas mediáticas de satanización y linchamiento en su contra orquestrada por el Gobierno Federal y las dos televisoras más grandes del país; como Televisa, beneficiaria del negocio más jugoso del futuro: la fibra óptica.
Un ejemplo de dignidad electricista es Ugal Salgado Jiménez, uno de los huelguistas con 31 días en huelga de hambre, Ingeniero Electromecánico por la Universidad Nacional Autónoma de México, casado y con dos hijos pequeños que lo esperan en casa. Ugal es un hombre inteligente, de una entereza descomunal y de altos ideales; ha perdido 15 kilos pero no pierde su dignidad, ni su fuerza. Todos los días se rasura porque dice, -"Yo no estoy aquí para dar lástima-" y es cierto, él está aquí por convicción porque sabe que lo que hace vale la pena, no sólo por su familia o sus compañeros sino por todos los mexicanos que merecemos un trabajo digno y justo.
La dignidad tiene el rostro de 18 mil trabajadores que se resisten a que les arrebaten el futuro, 18 mil están representados en una huelga masiva de hambre que ya traspasó el mes de iniciada y con varias bajas por el deterioro de salud de los que la integran. Los que van quedando están dispuestos a luchar hasta sus últimas consecuencias haciendo uso de las garantías individuales proclamadas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, porque también la lucha es por toda la clase trabajadora que merece tener jornadas laborales de ocho horas -"y es que ahora resulta que sino trabajas doce eres un güevón"- comentó irónico Ugal, siempre de buen humor y con el brillo de esperanza en sus ojos.
Al acompañar a los huelguistas del SME el sentimiento que se produce es de orgullo, lo mismo pasa al ver llegar a sus compañeros al campamento, de la mano de sus hijos, para llevarles ánimos, noticias y reseñas de los volanteos y recopilación de firmas que se efectúan por toda la ciudad -"para enseñarles el significado del trabajo honesto"- dice uno a su hijo de 10 años que mira, también con orgullo, a los huelguistas y sobre todo a su papá.
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