martes, 3 de septiembre de 2013

¿Impulsar la transformación que reclama la gran mayoría o una minoría?


Arturo Huerta González

En su discurso en relación al Primer Informe de Gobierno, el presidente en turno señaló que en los próximos meses se estará decidiendo que historia vamos a escribir los mexicanos en las siguientes décadas, y que “2013 será recordado como un año de grandes transformaciones, donde México se decidió a despegar”. Cabe recordar que el mismo discurso lo pronunció Salinas de Gortari, cuando se le dio autonomía al banco central, cuando se aprobó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, cuando se vendió Telmex, así como la banca, y cuando se liberalizó el sector finannciero, de que tales reformas estructurales nos llevarían al primer mundo.

Tales transformaciones nos han llevado a achicar el tamaño y participación del Estado en la actividad económica, lo que ha aumentado el poder de la cúpula empresarial. Ello no se ha traducido en mayor crecimiento económico, sino por el contrario, ha concentrado la riqueza en manos de unos cuantos, y se ha incrementado el número de pobres.

La política de ampliar la esfera de influencia al sector privado va acorde con la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex) que en su documento “Visión Coparmex: inicio de gobierno”, se pronuncia por aprovechar la coyuntura económica para reestructurar a fondo el aparato gubernamental, para disminuir el tamaño del gobierno federal y de los gobiernos locales, así como los programas improductivos, para que se obtengen más recursos públicos para la inversión productiva, y por otra parte señalan que se debe reorientar “el gasto público hacia la promoción de infraestructura física en lugar del crecimiento burocrático”. El sector empresarial siempre ha demandado reducir el tamaño y participación del Estado en la actividad económica, para así poder incrementar la suya en la economía.

Los gobiernos desde la década de los años 80 han venido impulsando transformaciones y reformas estructurales, que han llevado a la privatización de las empresas públicas, las cuales han sido apropiadas por la cúpula empresarial. Cabe recordar que la banca llegó a ser de la nación, y ahora la banca está en manos del capital internacional, gana lo que quiere, y es disfuncional a la dinámica económica ya que no otorga créditos al sector productivo. Teléfonos de México fue de la nación y su dueño pasó a ser uno de los hombres más ricos del mundo. La minería fue de la nación, y desde hace años pertenece a empresas mineras canadienses que se apropian de la renta del suelo. La industria eléctrica cada vez es más controlada por empresas privadas nacionales e internacionales, al igual que la infraestructura. La industria petrolera se encamina en la misma dirección, con estas transformaciones, que como dijo Peña Nieto, dejarán huella. Tal industria pasará a ser controlada por aquellas empresas transnacionales que estaban en nuestro país antes de la expropiación petrolera.

Estas reformas estructurales y transformaciones impulsadas por los gobiernos que están por el libre mercado, y la mayor participación de la cúpula empresarial, representan retrocesos historicos que nos llevan a perder Proyecto de Nación, del cual nadie habla más, por considerarlo cosas del pasado. Estas transformaciones que siguen impulsando los gobiernos priistas, como panistas, y ahora con los líderes del PRD, llevan al país al pasado del pasado. Regresamos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, donde no se crecía, existía alta concentración de la riqueza y del ingreso, y había una gran cantidad de pobres, situación que desembocó en la Revolución Mexicana de 1910, de la cual ya no hay memoria.

Peña Nieto dice que “las minorías deben respetar a la democracia”. ¿De qué minorías y de cuál democracia está hablando?, si él gano por la compra del voto. Hubo fraude electoral en 1988, como en 2006. De qué democracia habla si en en el Congreso se vota por línea trazada desde el gobierno, el cual no responde a los intereses de las grandes mayorías, sino a los intereses de una minoría: al capital financiero, como la cúpula empresarial que se ha venido apropiando de la riqueza de la nación. Las transformaciones que impulsa no son para apuntalar el desarrollo económico del país, como reiteradamente nos han dicho, y si así fuera, desde cuando seríamos país desarrollado. Tal política es para favorcer a los dueños del dinero, que es a los cuales sirve el Estado.

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