viernes, 4 de septiembre de 2009

Calderón gastó en el Informe lo que recortó a la UNAM




México SA
Calderón gastó en el Informe lo que recortó a la UNAM
Faraónicas prestaciones de servidores públicos
Carlos Fernández-Vega

Quebrar una empresa, del tamaño que se imagine, es relativamente fácil. Todo depende de las carencias y excesos de su dueño o de quién esté a cargo de su administración, pero resulta verdaderamente complicado quebrar a un país, como lo ha hecho (uno de sus logros, hay que reconocerlo) Felipe Calderón y su muy buen equipo económico, tal vez uno de los mejores del mundo (según la atinada definición del propio inquilino de Los Pinos en la más reciente cumbre en Davos), quienes en vez de manejar las finanzas nacionales como tales y en beneficio de sus dueños, los mexicanos, lo han hecho como si se tratara de una empresa prestada, lejana.

Como si no se hubiera dado cuenta, como si se tratara de algo imprevisto, de una suerte de rayo letal salido de quién sabe dónde, ahora Felipe Calderón advierte que la situación de las finanzas públicas es verdaderamente preocupante. Lerdo reconocimiento del inquilino de Los Pinos, que se añade al ya famoso shock que de las mismas recientemente reconoció el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, justo cuando aplicaba el segundo tijeretazo del presupuesto de egresos correspondiente a 2009.

Consciente como está de la gravedad del problema, al sorprendido Calderón no se le ocurrió mejor idea que lanzar la susodicha advertencia en pleno acto faraónico disfrazado de mensaje a la nación (al cual, por cierto, muy pocos mexicanos dedicaron tiempo y atención en televisión y radio; 1.7 puntos de rating, según los primeros resultados), el cual, de acuerdo con cifras conservadoras, costó al erario algo así como una tercia de cientos de millones de pesos (espots incluidos), lo que revela el elevadísimo grado de conciencia sobre la gravedad del estado de salud de las finanzas públicas.

Entre frase y frase (la de Calderón y la de Carstens) y en medio de una feroz crisis tardíamente reconocida por quienes debieron ser los primeros en actuar, alrededor de 85 mil millones de pesos fueron recortados del presupuesto de egresos correspondiente al presente año, y aplicaron la tijera justo donde no debían –algo usual en los gobiernos neoliberales mexicanos–, como por ejemplo el sector educativo, al que le borraron alrededor de 3 mil millones de pesos (para dar una idea, costó más el faraónico informe calderonista que el ahorro por el recorte a la UNAM). La justificación de ambos fue no hay dinero, luego entonces es necesario ahorrar y se fueron por los citados 85 mil millones de pesos.

Pues bien, como no hay dinero y la situación de las finanzas públicas es verdaderamente preocupante (Calderón dixit), una cantidad idéntica a la recortada presupuestalmente –85 mil millones de pesos– resulta de lo que los mexicanos pagaron por atender puntualmente las voluminosas, ofensivas, faraónicas prestaciones de los llamados servidores públicos (los sueldos y salarios se contabilizan aparte), en el entendido de que a mayor cargo, mayores beneficios.

Para el primer semestre del año el secretario Carstens anunció –luego de proceder, desde luego, y con la venia del inquilino de Los Pinos– un recorte al gasto público por 35 mil millones de pesos, es decir, el monto prácticamente exacto de lo que a los mexicanos les costó pagar, puntualmente, las prestaciones de los servidores públicos. Ya encarrilado, el doctor catarrito procedió a tijeretear 50 mil millones adicionales dadas las carencias reportadas en el segundo trimestre de 2009, monto por demás coincidente con los poco más de 50 mil millones de pesos que se pagaron, en igual lapso, a la heroica cuan resultona burocracia nacional por concepto de prestaciones.

Así es, la situación de las finanzas públicas es verdaderamente preocupante. En plena crisis, con el citado shock a todo lo que da, 85 mil millones de pesos en prestaciones no sólo es un insulto, sino una verdadera agresión a los mexicanos, y a ese monto falta agregar lo recibido –que no es poco– por los igualmente resultones integrantes de los poderes Legislativo y Judicial, amén de las percepciones de quienes cobran en el Instituto Federal Electoral, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y demás organismos que también manejan los recursos de la nación.

Sólo por prestaciones, donde duerme el señor Calderón gastaron más de un millón de pesos diariamente (incluidos sábados, domingos y días festivos) a lo largo del primer semestre del año, de los que más de 85 por ciento se destinó al pago de las prestaciones de quienes ocupan las primeras posiciones en la nómina. Lo anterior sin considerar otros gastos corrientes, como la sedienta cuan multimillonaria adquisición de agua embotellada, refrescos y bebidas espirituosas; el oneroso mantenimiento de macetas, galletitas y café, entre tantos otros, que sin duda son prioritarios para la nación, al igual que el vergonzoso gasto en propaganda. Y si el recorrido se amplía a las dependencias del Ejecutivo, especialmente las principales oficinas del gabinetazo, las erogaciones son verdaderamente insultantes para quienes pagan al rey y su corte: los mexicanos, a los que ni siquiera tienen la delicadeza de recomendarles que coman pasteles.

México ocupa la última posición en la OCDE en calidad educativa; nuestros niños sufren, y mucho, cada que se presenta la prueba PISA; no levantan en ciencias, lectura y/o matemáticas, pero eso es lo de menos, porque la Secretaría de Educación Pública, con Josefina Vázquez Mota de encargada, se da el lujo de gastar 256 millones de pesos para celebrar el día del maestro 2009, mientras Elba Esther eroga 50 millones para comprar camionetas de lujo y distribuirlas entre sus cuates. ¿Y la capacitación del magisterio? Para eso no hay lana, ergo, nuestros niños sufrirán más y junto a ellos la nación. Y así por el estilo, donde uno apriete.

¿En serio no se dieron cuenta? Entonces, doblemente ineficientes, por llamarle de alguna manera.

Las rebanadas del pastel

Tanto que criticaron al gobierno obeso de los tiempos priístas, tanto que utilizaron ese calificativo para justificar el desmantelamiento del aparato productivo del Estado, la privatización a ultranza, la venta de garaje, y resulta que a la vuelta de la esquina, con ellos a cargo de la tienda, hoy más que nunca el gobierno no sólo es obeso, sino ineficiente y deleznable… El Club de Periodistas de México invita a su 57 Foro Balance a tres años: ¿mitad del camino o final del mandato?. Participan Manuel Bartlett Díaz, Jaime Cárdenas Gracia, Yuri Serbolov, Abraham García Ibarra y este tecleador. Moderan Celeste Sáenz de Miera y José Manuel Orozco Garibay. La cita es a las 18 horas en Filomeno Mata 8, Centro Histórico.

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