jueves, 17 de septiembre de 2009

ESTA EDICIÓN: En 2010 ¿nacerá el Presidente narco? - EN 2010 ¿NACERÁ EL PRESIDENTE NARCO? El calendario electoral del año próximo, todo un océano de p




El PRI utilizó a la democracia para redimirse


CARLOS MONTIEL*


La alternancia de poder PRI-PAN en el 2000, fue una simulación de proceso democrático. El tricolor se perfila para recuperar la presidencia en 2012 con Enrique Peña Nieto. La sociedad exige le devuelvan su partido.

La eufórica jornada electoral del 2000 es referencia obligada para analizar el proceso democrático experimentado en las elecciones del pasado 5 de julio de 2009.

En 2000, la alternancia de poder PRI-PAN libró al primero de un presidencialismo próximo a la autocracia. Laura Quintero en el libro “Los aspirantes” menciona que durante los setenta años que el PRI conservo el poder “parecía haber condicionado a la sociedad para que el relevo sexenal fuese un acto más que tenía la obligación de avalar” . Sin embargo, el partido tricolor, conociendo que la población se encontraba descontenta con su forma de gobierno y exigiría el cambio de poder, astutamente para mantener la supervivencia política usó a la democracia, dejando a un lado a sus aspirantes priistas con mayor fuerza política, Francisco Labastida Ochoa y Roberto Madrazo Pintado, para dar paso al triunfo del guanajuatense, Vicente Fox Quesada.

Ese préstamo de poder, eufemísticamente nombrado -al caso que nos incumbe- democracia, es un hecho especialmente significativo porque exhibió, el “cumplimiento” de su lema “Democracia y justicia Social” - empleado por vez primera cuando en 1946 el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) se convierte en Partido Revolucionario Institucional (PRI) - y por otra parte demostró que están formados para no perder, particularmente porque, a diferencia de otros partidos que se formaron para adquirir el poder, este nació en el poder.

Triunfa Fox, la democracia y el PRI se redime en 2009.

El futuro estaba previsto: el PRI conocía que con el triunfo del PAN en el 2000, correligionarios y opositores, persistirían en calificarlo como un partido que no sabe gobernar. Así, se acerca -la que parece ser la fase final - del gobierno panista. La obtención de recursos y “acariciar” el tan perseguido como anhelado deseo de poder no les librará del golpe que el PRI asestó acertadamente a la sociedad: que esta pudiera ratificar o creer que a los panistas les falta experiencia para gobernar.

Cuando el PAN reside en Los Pinos con el mandato de Vicente Fox, los opositores reaccionaron aludiendo un nuevo encumbramiento de los dueños del capital. Ahora, es también la sociedad quien descalifica su gobierno y demuestra con la derrota del blanquiazul en las elecciones del pasado 5 de julio, tanto en las federales como en la mayoría de los procesos electorales, que exigen les devuelvan su partido.

Con esto, la ciudadanía concuerda que para ella (según los datos arrojados en la pasada campaña electoral) el PRI es la verdadera alternancia.

El proceso democrático, anhelado desde el siglo XX, evitó el paso a la autocracia. A pesar del cambio, algunos opinan que los gobiernos panistas parecen controlarse semejante a las dictaduras -en relación al poder adquisitivo- manteniendo a los ciudadanos ocupados trabajando mucho y -sólo- obteniendo la satisfacción de sus necesidades básicas. Carlos Loret de Mola, quien fungió como legislador y presidente de la Comisión de Vías Generales de Comunicación del Senado (durante el mandato del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz) platicando en cierta ocasión con su hijo, Rafael Loret de Mola -así lo redacta Rafael en el libro “La tempestad que viene. Agendas de mafias y cofradías”- le expresó: “la superación del hombre no está sólo en las realizaciones materiales sino en las del espíritu. Todo gobierno, hasta los más despreciables, provee de obras a sus súbditos, pero no siempre alienta la libertad. Y sin libertad siempre estaremos anclados en el pasado”.

Por el contrario, vemos al presidencialismo priísta reaparecer con un rediseño de su imagen pública y política - por lo menos así lo percibe la población que simpatiza con el partido - y si el tricolor toma los pinos en 2012 los electores avalarán este acto no como una imposición, sino como la alternancia que esperan. Lo cierto, es que si esto ocurre, para que el PAN logre imponerse pasarán varias generaciones para que esto suceda, ¡sí es que se da!

Ante lo errático de la transición democrática

Para 2012, no hay contendiente tanto del lado del PAN como del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que esté a la altura de la imagen pública y política del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto (integrante de los golden boys, jóvenes tecnócratas -expertos en finanzas, manejos gerenciales o administrativos- que llegan con Arturo Montiel). El PRD contendió por primera vez en 1991 y pudo ser un excelente opositor, al sumar dieciocho años de experiencia producto de su escisión priísta. Sin embargo, López Obrador lo ha debilitado al dividirlo, causa que lo encamina a un segundo o tercer nivel en las preferencias electorales para el 2012.

De acuerdo al politólogo y periodista Jenaro Villamil autor del libro “Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto”, la imagen de Enrique Peña se ve afianzada debido a la inversión publicitaria y la compra de espacio en televisión (primordialmente en TELEVISA). Para Jenaro Villamil, “El gobernador mexiquense es el instrumento ideal para defender sus privilegios (el de los dueños de las concesiones mediáticas y de Carlos Salinas de Gortari considerado principal promotor de su candidatura) y acrecentar la influencia ganada ante lo errático de la transición democrática”.

Los “400 compromisos cumplidos” -realizados durante los cuatro primeros años de su administración- le ha inyectado prestigio al partido, tanto que en 2009 Ricardo Aguilar Castillo (líder estatal del PRI) advirtió presumir a Peña Nieto, por ser un gobernador que “prestigia su partido y su sola imagen atraerá votos de los indecisos”.

* El autor es Fundador y Presidente de Analistas Católicos

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