jueves, 17 de septiembre de 2009

La degradación panista





La degradación panista
ÁLVARO DELGADO

Con motivo de la publicación de su segundo libro, Volver a empezar. Un llamado a la perseverancia desde la Democracia Cristiana, que comenzará a circular en estos días bajo el sello de Grijalbo, el exdirigente panista Manuel Espino revela en entrevista con Proceso que en 2006 habló con 10 gobernadores priistas para convencerlos de apoyar a Calderón en lugar de respaldar a López Obrador. Y, en el marco del 70 aniversario de ese partido, dice que este es el momento de volver a la doctrina y refundar el PAN terminando con la corrupción, los fraudes electorales y las campañas sucias que practica –en las cuales reconoce haber participado–, al igual que con las “acciones facciosas y segregacionistas” que ha impuesto Felipe Calderón…

Las prácticas de corrupción, impunidad, represión, fraudes electorales, campañas sucias, imposiciones y otros vicios que caracterizan al Partido Acción Nacional (PAN) y sus gobiernos sólo se explican por el abandono del ejercicio congruente de la política y por la consolidación de un pragmatismo extremo, reconoce Manuel Espino.
En el marco de los 70 años de la fundación del PAN, que se cumplen este miércoles 16 tras la peor derrota de su historia, Espino plantea la “refundación” del partido que presidió para cumplir con el objetivo fundamental de generar ciudadanía, más allá de ganar elecciones.
El controvertido exdirigente panista, confrontado con la facción que encabeza Felipe Calderón, irrumpe con un nuevo libro, Volver a empezar. Un llamado a la perseverancia desde la Democracia Cristiana, editado por Grijalbo, en el que plantea retornar a los principios fundacionales del PAN y deponer el pragmatismo.
En amplia entrevista, Espino inclusive distingue entre el “pragmatismo ramplón” de Germán Martínez y Juan Camilo Mouriño –ya fallecido–, que condujo a derrotas, y el que él practicó con gobernadores priistas para hacer ganar a Felipe Calderón en 2006, cuando –acepta– el PAN recurrió a una campaña sucia que polarizó a la sociedad.
“Reconozco que se dio esa campaña y que luego me la atribuyeron cuando eso afectaba al equipo de campaña. Por cuidar a mi candidato y las posibilidades de éxito, acepté culpas que no eran mías”, dice Espino. “No se valen campañas de denostación, de desprestigio, y eso hicimos”.
En una actitud autocrítica para sustentar su llamado a regresar al PAN a sus orígenes –“tengo que corregir mis propios errores dentro de mi trayectoria”–, plantea también la necesidad de reconsiderar el rechazo del PAN a temas como el aborto, las familias no tradicionales, los homosexuales y las lesbianas.
“Me parece que a ratos el PAN ha tenido una actitud injusta e inhumana con esas personas. Podemos no estar a favor del aborto, pero no se justifica condenar a tres años de cárcel a una mujer que aborta”, expresa.
Y agrega que, aun cuando hay mujeres que abortan por haber sido violadas, son expuestas al escarnio y a la persecución en estados gobernados por el PAN: “Yo no estoy de acuerdo con lo que hicieron los panistas en Guanajuato, por ejemplo, porque eso no es humano”.
Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), Espino reprueba, así mismo, los recurrentes ataques de sus correligionarios al Estado laico: “Un mandatario, si es católico o profesa algún credo religioso, no debe andarlo exhibiendo en el desempeño de su función pública, porque genera confusión y debilita al Estado laico, en el que yo creo”.
Allegado a Vicente Fox, quien como presidente de México ostentó su condición de católico militante, como cuando se postró para besar el anillo papal de Karol Wojtyla, Espino califica esa conducta de “grave error personal”.
–No fue sólo personal, dado que era jefe de Estado.
–El Estado no se equivocó, se equivocó el mandatario, la persona, se equivocó Vicente Fox. Y eso fue, de alguna manera, un agravio, aunque sea menor, al Estado. Si recibe al Papa como jefe de Estado debe prevalecer el protocolo del jefe de Estado y, ya en privado, si quiere rezar y besarle la mano es otra cosa.
Resume: “Ese tipo de temas los planteo en el libro, porque percibo un partido entumecido, que no es capaz de reflexionar en sus tesis originales, y trato de sacudir la esclerosis que padecen algunos partidos de la democracia cristiana –incluido el PAN– que, por pereza, comodidad o conveniencia política hacen a un lado las ideas, las tesis doctrinarias”.
–Ahora en el PAN todos hablan de volver a los orígenes…
–Pero hablar de retornar a los orígenes y seguirse comportando como priistas es retórica, igual que hablar de unidad pero autorizar y promover acciones que dividen. Es retórica ofrecer victorias y ni siquiera ocuparse de estrategias exitosas para evitar derrotas.
El exdirigente panista aborda en su libro, igualmente, la carencia de líderes con consistencia política, “que al primer revés abandonan el barco y la tripulación”, alegando apego a la cultura de la dimisión. “Es falso y grotesco que en la democracia cristiana haya eso. Queremos dirigentes que, en la adversidad, no se arredren”.
–¿Se refiere a Germán Martínez?
–Sin lugar a dudas. Pero como él hemos tenido muchos otros en estados y municipios. Hemos tenido dirigentes que se prestan al cochupo, que abusan del cargo directivo para poner a sus amigos, compadres y parientes en posiciones de privilegio o para hacerse ellos mismo de una candidatura. Esos no son los líderes que queremos en la democracia cristiana.
Refundación
Volver a empezar es el segundo libro de Espino, quien hace un año publicó también Señal de alerta, donde acusó a los “capos del calderonismo” de pretender apoderarse del control del PAN y de pactar con políticos como Manlio Fabio Beltrones, a quien hizo aparecer en la portada saludando, casi sometiendo, a Felipe Calderón.
A diferencia de Señal de alerta, en Volver a empezar, Espino no hace imputaciones directas a panistas, sino que privilegia las ideas de pensadores de la democracia cristiana, como Carlos Castillo Peraza, quien el pasado miércoles 9 cumplió nueve años de fallecido sin que, al parecer, nadie en el PAN se acordara del aniversario.
En entrevista el jueves 3 de septiembre, un día después de que Calderón encabezó un acto político en Palacio Nacional con motivo de la entrega del Tercer Informe de Gobierno, Manuel Espino manifiesta que el aniversario del PAN y el inicio de la presidencia de César Nava abren la oportunidad para transformar el partido, sobre todo después de la gestión de Germán Martínez.
“Estoy confiado en que Nava va a cerrar en definitiva el triste capítulo”, dice, y advierte que el desempeño de la dirigencia del PAN no se debe medir por los triunfos electorales, sino por la reconciliación interna. “Si eso lo logramos en la presidencia de César, será un gran avance hacia nuestro propio origen”.
–¿Se trata de una refundación?
–Sí, una especie de refundación, sin menospreciar lo que hemos aprendido y logrado durante 70 años. Creo que el 70 aniversario significa una nueva oportunidad para el PAN y los panistas de darnos la mano, haciendo a un lado los agravios, los resentimientos… que los ha habido. Es la mejor ocasión para volver a empezar.
“Ojalá que esa actitud de César, que la veo sincera, se refleje en las acciones, en los hechos y en las decisiones, y ojalá que esa misma actitud permee en el gobierno federal para que terminen las acciones facciosas y segregacionistas que existen, no de manera fortuita, sino por línea, por instrucción, directriz, por orden expresa de la autoridad.”
–¿De Calderón?
–Sin lugar a dudas. Espero que el presidente también sea sensible a la necesidad de retomar el humanismo, el espíritu de solidaridad entre quienes podemos pensar diferente, y reconozcamos que somos parte de un mismo proyecto en beneficio de la nación.
Según Espino, en el PAN y en sus gobiernos hay un problema de congruencia: “Germán llegó a la presidencia del PAN hablando de unidad, y se mantuvo año y medio haciendo, alentando y diciendo cosas que dividían”.
Y añade: “Es un poco lo que ha pasado con el gobierno federal: Desde el primer día, el presidente de México habló de unidad, pero desde el gobierno se han permitido cosas que han agredido a la oposición, que han dificultado la unidad, el acuerdo y el consenso”.
Evoca el mensaje de Calderón en el Palacio Nacional, particularmente el llamado a la unidad y al cambio: “Escuché que es la hora de cambiar, y yo diría: Es la hora de volver a empezar, pero que sea en serio. No podemos seguir convocando a la unidad, pero ser la causa de acciones y de procesos que lastiman la confianza y que dificultan esa unidad”.
Sobre Nava, a cuya candidatura única se opuso y aun se reunió con él la víspera de la elección para mandarlo “olímpicamente al carajo”, Espino aprecia un esfuerzo de inclusión, que ya se tradujo en otra reunión privada y en nombramientos de algunos de quienes fueron colaboradores de Espino, quien dice mantener su “permanente exigencia de congruencia”.
Pragmatismo bueno
El PAN se ha impuesto, continúa, un pragmatismo extremo que mandó “de vacaciones” a la doctrina, como proclamó Vicente Fox.
“¡Se acabaron las vacaciones! No más pragmatismo, no más actitud facciosa. ¡Volvamos a ser lo que siempre fuimos!”, exclama Espino, quien distingue entre el pragmatismo que hubo en las elecciones de Chiapas, donde él repartió propaganda del PRI, y el de los comicios de Yucatán, donde intervino Mouriño.
En Chiapas, recuerda, el candidato del PAN renunció a favor del candidato del PRI por “una decisión del equipo del presidente electo”, y Espino fue para aclarar que no era una cesión al PRI, sino a favor del candidato. “Era un poquito tratar de salvar algo del PAN”.
Contrasta este caso con el de Yucatán. “¡Yo no fui el que echó a perder la campaña exitosa! Fue Juan Camilo Mouriño, fue Jorge Manzanera Quintana. Íbamos muy bien. Yo estuve un mes permanentemente ahí. Fui al registro del candidato a gobernador de Baja California, y en ese descuido se metieron por la puerta de atrás, cambiaron la estrategia, los métodos, la publicidad, agredieron a la candidata del PRI, y eso le dio la vuelta a la campaña. ¡Ese es pragmatismo ramplón e incongruente con lo que es el PAN, y nos ha hecho perder espacios!”.
En cuanto a las gestiones que hizo ante gobernadores priistas para que movieran sus maquinarias electorales a favor de Calderón en 2006, Espino las define como “un pragmatismo que no agravia principios”, porque buscó el voto útil. “Estaba yo tratando de convencerlos de que era mejor Calderón que Andrés Manuel López Obrador”.
–¿A cambio de qué?
–¡De nada! ¡No hubo negociación! Yo fui a generar una reflexión: “Tu candidato no va a ganar. Escoge: Felipe o El Peje”. Punto. No hubo una negociación de esto a cambio de aquello, jamás la hubo.
En el caso de Mario Marín, de Puebla, envuelto en un escándalo tras violar los derechos humanos de la periodista Lydia Cacho por encargo de Kamel Nacif, dice que su caso se resolvería en el ámbito judicial, no en los espacios del Ejecutivo y el Legislativo.
“Yo le dije: ‘Lo que te pido es que le ayudes a tu estado a tener un presidente de la República que sea el mejor posible, y en este momento el mejor posible es Calderón’. No fui a ofrecerle ni impunidad ni apoyo, absolutamente nada. Lo planteo en el libro: El pragmatismo sin principios, por intereses partidistas, que no atiende al interés superior, es totalmente deleznable.”
Reitera que habló con 10 gobernadores del PRI “porque son los que mueven la maquinaria” electoral, pero no para ofrecerles un acuerdo. “Les hice ver el riesgo que implicaba que ganara López Obrador”.
–¿Por qué riesgo?
–Era mi convicción y quería hacer ganar a mi candidato.
–Eso no se hace de gratis.
–Pues mira, a lo mejor soy muy pendejo, pero yo no cobro por hacer política, no cobro por hacer acuerdos, y como presidente del PAN jamás lo hice.
Admite, eso sí, que en esa campaña y en las subsecuentes se emplearon técnicas de propaganda que polarizan a la sociedad, como lo refiere en su nuevo volumen.
“No se justifica, bajo ninguna circunstancia, que un partido que está en la responsabilidad de gobierno agreda a la oposición, porque eso esteriliza la política. Eso hizo el PAN y eso ha hecho en reiteradas ocasiones”, expone, y asegura que, siendo presidente del partido, manifestó, internamente, su desacuerdo con esa estrategia.
Sin embargo, “tuve que apechugar, pero no estoy obligado a que, sólo porque apechugué siendo el dirigente del partido, lo tenga que seguir haciendo. En el libro también hago un llamado a la congruencia en las campañas. Tenemos que ser los principales promotores de campañas de diálogo, de debate, de propuesta, no de denostación”.
Identificado con el sector más conservador del PAN y aun como miembro de El Yunque –hecho que él niega–, Espino afirma que hay muchos panistas que, estando concientes del alto nivel de pragmatismo que padece el PAN, coinciden en el empeño de regresar al partido al cauce de las ideas, la doctrina, la reflexión y la práctica congruente de la política. En el PAN, advierte, es preciso contrarrestar la corrupción, tema que también analiza en Volver a empezar. “Si ya incurrimos en prácticas inmorales y de corrupción, es hora de cambiar y volver al origen”, enfatiza.
Lo mismo, continúa, debe hacerse ante los actos de defraudación electoral que se producen en el PAN y que quedan en la impunidad, como ocurrió, afirma, en el Comité Ejecutivo Nacional presidido por Germán Martínez. “Las actitudes fraudulentas en mi partido no fueron poquitas, sino muchas, como el intento de fraude contra (Javier) Corral”, especifica.
Y sentencia: “Los que la han hecho la deben pagar. Sería muy lamentable que la inmoralidad se recompense con cargos públicos. Sería muy lamentable que la incongruencia se recompense con candidaturas y posiciones de privilegio. No sería ético, porque alienta la impunidad”.

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