viernes, 30 de octubre de 2009

Las lecciones del BRIC


Por Ramón Alberto Garza
30 Oct 2009


México vuelve a estar de moda en el escenario internacional. Pero no es por una buena razón. El mundo voltea a vernos porque hoy somos el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer.

Las esperanzas de los 90, aquellas que ubicaban a México como el modelo a seguir, como la inminente sexta economía mundial, se desvanecieron en dos sexenios en los que se perdió el piso.

Y mientras en México malgastamos el tiempo discutiendo -o imponiendo- obsoletos paradigmas políticos y económicos, cuatro economías emergentes nos rebasan. Desde el norte y desde el sur. De oriente a occidente. Por la derecha y por la izquierda.

Con mejores estrategias, con proyectos de nación más asertivos, con liderazgos más fuertes y hombres de negocios más creativos y menos egoístas, las sociedades de Brasil, Rusia, India y China fueron asumiendo el liderazgo entre los países emergentes.

Y los resultados están a la vista. Hoy el BRIC contabiliza 15 por ciento del PIB mundial y 40 por ciento de las reservas de oro y divisas. Esas cuatro naciones bajo los reflectores son las responsables de 65 por ciento del crecimiento mundial.

De mantener esa inercia, antes de la mitad del siglo el BRIC será más poderoso que el G6, integrado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia.

Pero vista a la distancia, la fórmula no parece compleja. Primero, porque se trata de cuatro naciones que puntean en extensión territorial.

Rusia es el país del mundo con más territorio. China es el tercero, Brasil es el quinto y la India el séptimo. Y el territorio es sinónimo de riquezas naturales, de potencial agrícola, ganadero, minero y forestal.

Pero también son cuatro de los países con mayor población.

China es la nación más poblada. India es la segunda. Brasil la quinta y Rusia la novena. Y cuando se habla de habitantes, se habla de consumidores, reales o potenciales.

En ninguno de estos rubros México está mal. Es la xxx en extensión territorial y la décima primera en población. De hecho, hasta antes del año 2000, venía aprovechando mejor su territorialidad y su población. Dos factores que sumados a la vecindad geográfica con Estados Unidos lo convertían en una potencia como proveedor y consumidor.

Sin embargo, algo sucedió a partir de 2001, cuando México perdió pisada. De ser una nación muy por encima de las cuatro del BRIC, bajó el ritmo de crecimiento y comenzó a estancarse.

Y mientras las reformas relanzaban a Brasil, Rusia, India y China hacia destinos nunca antes vistos para economías que incluso fueron socialistas y comunistas, México comenzaba a perder su brújula.

Mientras Brasil se reinventaba con una novedosa industria energética apuntalada por el etanol y los nuevos yacimientos petroleros en aguas profundas, México perdía años discutiendo sin éxito una reforma energética.

Hoy Brasil surte al mundo de granos y carne. Sacó ventaja del boom de los commodities. Mientras tanto, México, con territorio suficiente, importa 25 por ciento del maíz, 50 por ciento del trigo, 80 por ciento del arroz, 45 por ciento de la carne de cerdo, 95 por ciento de la soya, y estamos convertidos en el principal importador de leche del mundo.

Y mientras Rusia aprovechaba el boom petrolero, con precios del crudo jamás imaginados, para hacer una reserva, México malgastaba sus excedentes en aumentar su burocracia.

Hoy Rusia está empleando los 600 mil millones de dólares de reservas para amortiguar la crisis financiera, mientras que el gobierno mexicano demanda más impuestos para cubrir los gastos de una burocracia cuyos sueldos crecieron 80 por ciento desde el año 2000, con una economía que apenas repuntó 20 por ciento.

Y mientras la India revaloraba su sistema educativo para exportar talento digital, la política laboral de México se empecinaba en fomentar las maquiladoras para exportar mano de obra barata.

Hoy, 28 por ciento de los hindúes que laboran en servicios aportan 53 por ciento de la riqueza nacional, mientras que en México, 59 por ciento de los mexicanos que laboran en el mismo ramo aportan 61 por ciento del PIB. Una productividad a medias.

Ni qué decir de China. Su diversificación comercial la blindó de caer en una recesión frente a la crisis financiera de Estados Unidos. Mientras que México, subordinado pasivo de los estadounidenses, no sólo corrió con la misma suerte que el vecino. Le fue peor.


Hoy China se abre condicionada. Si se quieren fabricar autos en su territorio, 60 por ciento de sus insumos tienen que ser nacionales. Y los flujos de capital le permiten destinar 40 por ciento de su riqueza nacional a apuntalar la inversión. Y con ello a la creación de empleos. Para qué hablar de México.

Lo cierto es que los miembros del BRIC pueden hoy presumir de soberanía financiera, energética y agrícola. México no tiene ninguna de la tres.

Las decisiones financieras se toman en Nueva York y Madrid. La soberanía energética es negociada por quienes manejan los beneficios de Pemex Internacional y la agrícola va en picada frente a las crecientes importaciones de granos, carnes y lácteos. ¿Podremos revertir las inercias?

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EL SALTO DEL BRIC AL N-11

El BRIC es una familia. Y el economista en jefe de Goldman Sachs, Jim O'Neill, fue su padrino. Los bautizó como los BRIC, acrónimo formado por las iniciales de cada una de esas naciones en ebullición: B(rasil) R(usia) I(ndia) C(hina).

La tesis planteada en 2001 fue que bajo sus condiciones de explosivo crecimiento económico y de población, sumado a sus vastas extensiones territoriales y de recursos naturales, los BRIC serían los países dominantes de la economía mundial para 2035.

De hecho, las expectativas fueron mejorando, y a ocho años de acuñado el término BRIC, el pronóstico de su fecha de dominancia se adelantó para 2027.

Cuando aparecieron los BRIC, México se veía muy por encima de cualquiera de los cuatro. Hasta se le reclamó a O'Neill y a Goldman Sachs que no se le hubiera incluido en la nueva familia, que bien podría llamarse BRIMCK, al incluir la M de México y la K de Korea (en inglés).

Pero la respuesta fue que tanto México como Corea tenían características distintivas que los colocaban en mejor posición para estar por encima de los cuatro emergentes.

La suerte de México, sin embargo, no tuvo el mismo destino. Se modificó radicalmente. Tanto que los reportes de Goldman Sachs reflejaron con el paso de los años algunas confusiones, y también exclusiones.

Primero, O'Neill sugirió que a México -al igual que Corea- no se le había incluido en el BRIC porque lo consideraba más desarrollado.

Más tarde, México dejó de aparecer en las proyecciones de la firma, a pesar de que en los reportes iniciales se hablaba muy bien del potencial económico azteca.

De 2003 a 2004, la economía mexicana repuntó su crecimiento de 1.7 a 4.0 por ciento, por debajo de la brasileña, que se fue de 1.1 por ciento a 5.7 por ciento. Pero aun así, las expectativas para México eran halagadoras.

De hecho, fue en diciembre de 2005 cuando Goldman Sachs publicó su reporte 134 titulado "How Solid are the BRICs?" ("¿Qué tan sólidos son los BRIC?". Ahí establecía las proyecciones para el periodo 2025-2050 y definía a las economías más grandes del mundo.

La sorpresa fue que México aparecía con la perspectiva de convertirse en la sexta economía mundial, sólo detrás de China, Estados Unidos, India, Japón y Brasil, pero por arriba de Rusia, Alemania, Reino Unido y Francia.

El pasmo vino en mayo de 2006, cuando el portal de Goldman Sachs dedicado al BRIC publicó "The BRICs Dream" (El sueño de los BRIC), una presentación interactiva en la voz del creador del concepto, Jim O'Neill.

En ese reporte de 2006, México desapareció del mapa de Goldman Sachs. Ya ni siquiera era considerado entre las 10 economías más grandes del mundo.

En contraparte, en ese reporte 134, Goldman Sachs creó una nueva categoría. El llamado N-11, conocido en inglés como el Next 11.

Era la lista de los 11 países que, después de los del BRIC, había que observar. Ahí estaban Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Corea, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Turquía, Vietnam y, para sorpresa de muchos, México. Sí, el país ejemplo y prodigio de la apertura comercial de los 90.

Y para colmo, dentro de esta lista, somos los que registramos el peor crecimiento de los últimos años.

¿Qué hizo que México, considerado como la potencial sexta economía mundial o como una nación por encima de cualquier BRIC, para ser degradado a una lista de los 11 que vienen empujando detrás de los BRIC?

¿Qué lecciones tenemos que aprender de esas cuatro naciones que hoy concentran los reflectores del despegue económico en el clímax de la más severa recesión mundial? Analicemos.

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INDIA. EL EXPORTADOR DE SERVICIOS

Desde 2001, cuando Jim O'Neill, economista del Goldman Sachs, creó el término BRIC, la India ha concretado un dinamismo económico 5.5 veces superior al de la economía mexicana.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la India tendrá este año un crecimiento de 5.4 por ciento, lo que significa que su receta ha servido para blindar al país de la crisis que azotó al mundo con fuerza.

Para concretar el cambio, esta nación tuvo que impactar a sus íconos. Tras su independencia de Gran Bretaña en 1947, movimiento encabezado por Gandhi, y luego del establecimiento del liderazgo de Nehru, tomó el camino de la intervención estatal estableciendo un intrincado sistema de licencias que ahogó a la iniciativa del sector privado.

La India nacionalizó la banca e impuso una política de sustitución de importaciones. Aunque fue cauta con los excesos populistas -la inflación nunca rebasó el 20 por ciento-, tuvo un crecimiento mediocre, insuficiente para combatir la pobreza, su principal problema. Tal camino le costó cuatro décadas de atraso.

Tras tímidos intentos de cambio a principios de los 90, el ministro reformista Manmohan Singh retomó el rumbo: relajó el sistema de licencias, liberalizó el transporte, alentó la inversión extranjera y modernizó el sistema fiscal y financiero.

Todas estas acciones sin duda entrañan una lección para México, que mantiene un esquema impositivo intrincado, trámites que frustran el desarrollo de los negocios, una inversión extranjera a la baja y un sistema bancario caro para el usuario y poco competitivo.

No obstante, la medida que a la postre fue más exitosa, que fue la puntilla para modernizar el sector servicios y que hoy es el eje del crecimiento de esta nación, fue la educación. Ésta es la principal lección para México.

La India es ejemplo de un país subdesarrollado que ha creado tecnología educativa, materia que en México se encuentra en pañales.

La modernización de la economía está anclada al sector servicios y al desarrollo del outsourcing (contratación de servicios a terceros), terreno donde la India ha encontrado su nicho de mercado en el ámbito mundial.

Este país es competitivo mundialmente por contar con mano de obra calificada y barata, y esto es resultado de un sistema creado para producir profesionistas de alta calidad.

Uno de sus pilares es el desarrollo de las Tecnologías de la Información (TI), como la exportación de servicios de call centers, donde operadores de la India enlazan llamadas desde Estados Unidos a cualquier país del mundo para ofrecer servicios.

Como lo explica la revista londinense New Statesman: "Es mucho más probable que los consumidores adquieran una camisa o un DVD hecho en China, pero es muy probable que la orden de adquisición parta de una estructura india. Las dos economías son complementarias. La India exporta servicios y China exporta mercancías; en el sector servicios, los ingenieros hindúes proyectan y realizan componentes altamente complejos que luego son montados por los obreros de las fábricas chinas".

Tal sistema ha creado un moderno sector servicios, que es el motor de crecimiento de la India. Un reflejo de su productividad es que en 2009, 28 por ciento de los trabajadores ubicados en el sector de servicios generaron 53.4 por ciento del PIB.

En el mismo año, pero en México, 59 por ciento de la fuerza laboral ubicada en el ramo de servicios generó 61 por ciento del PIB, lo que significa que, en este ámbito, un trabajador de la India es dos veces más productivo que uno mexicano.

Los resultados de las reformas están a la vista. En 2008, la India se ubicó como la segunda economía de mayor crecimiento del mundo.

El peso del comercio en su economía pasó de 6 por ciento del PIB en 1985 a 24 por ciento en 2009.

Aunque la India continúa sufriendo los estragos de la pobreza -cerca del 80 por ciento de la población vive con un promedio de dos dólares al día-, los índices de pobreza han bajado 10 por ciento desde 1997.


Claro que el país no está exento de problemas. Tiene un alto déficit presupuestal y una elevada deuda, padece el lastre de un sector energético que consume grandes montos de subsidios y arrastra el rezago del sector agrícola, pero ha encontrado su rumbo.

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BRASIL. ENTRE ETANOL Y PETRÓLEO

En el peor año que ha tenido la economía mundial desde la Gran Depresión, Brasil tendrá una caída en su crecimiento de apenas 0.7 por ciento.

La cifra contrasta con el desplome de 7.3 por ciento de México estimado por el FMI y entraña lecciones para este país.

En el bienio 2007 y 2008, luego de las reformas de Lula, quien asumió la Presidencia en 2003, la economía brasileña logró un crecimiento promedio de 5.4 por ciento, sorprendiendo a propios y extraños. En contraste, México tuvo un pobre crecimiento de 2.3 por ciento.

¿Cómo pudo el país de Luiz Inácio Lula da Silva imprimir más vigor a su economía, generar reservas 2.4 veces superiores a las de México, avanzar en la solución del problema de la pobreza -la tasa bajó 11 por ciento en 2007- y revaluar su moneda más de 50 por ciento, ahondando la distancia en tamaño de la economía mexicana, produciendo ya 30 por ciento más que nuestro país?

Por lo menos hay cinco lecciones para México en el comportamiento de esa nación de 184 millones de habitantes.

La primera es de tinte ideológico. Un gobierno de izquierda como el de Lula concretó reformas que ni los gobiernos orientados hacia el centro, como los de Vicente Fox y Felipe Calderón, han logrado implementar.

De lado, implica también una enseñanza para la izquierda mexicana, que navega sin rumbo, con sectores importantes que todavía postulan ideas estatistas incapaces de modernizar al país.

México también tiene que aprender sobre el manejo de Petrobras, la empresa petrolera estatal de Brasil.

Mientras que Pemex se encuentra entrampada, con las reservas a punto de agotarse, sin invertir en exploración durante décadas, con la producción a la baja -esto ha provocado, en parte, la actual crisis fiscal-, el país de Lula ha revigorizado su industria petrolera.

Los esfuerzos de perforación en aguas profundas, que han contado con la participación de empresas privadas, han redituado en hallazgos importantes de yacimientos de crudo. Esto ha transformado a Brasil, que pasó de ser un país importador de petróleo a uno exportador.

La tercera lección es tener la voluntad política, con visión estratégica de largo plazo, para desarrollar industrias con tecnología propia.

Los desarrollos de etanol y el caso de la aeronáutica Embraer son ejemplos de que desde una nación en desarrollo es posible dar lecciones a los países desarrollados.

Una cuarta lección es la diversificación de su comercio exterior. Siempre cautelosos para no caer bajo la sombra de Estados Unidos, los últimos mandatarios brasileños fueron visionarios al empujar su comercio exterior hacia Europa y Asia, particularmente a China.

Una fortalecida y bien desarrollada industria agrícola y ganadera ubica a Brasil como uno de los graneros del mundo. Todos quieren sus granos, todos buscan su carne.

El otro ámbito que entraña contrastes, y en el que México se ve mal a contraluz de Brasil, es el manejo de la deuda.

Aprovechando los ingresos petroleros, el presidente Lula pagó anticipadamente sus compromisos financieros con el FMI.

Y hay más contrastes: el régimen actual ha promovido una serie de reformas para reducir los impuestos e incrementar la inversión en infraestructura, rumbo contrario al de México, que debate hoy un paquete fiscal con tintes recesivos, mientras que Brasil se ha puesto a tono con la estrategia de otros países de aplicar políticas para inyectar liquidez a la economía.

Los resultados económicos han redituado dividendos en imagen, a tal punto que Brasil logró no sólo ser la sede del Mundial de Futbol en 2014, sino también de los Juegos Olímpicos en 2016.

Todo el mundo ve a Brasil como un ejemplo a seguir. Una nación que se perfila como la quinta economía mundial.

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RUSIA. RESERVAS DE CRUDO

Rusia experimenta hoy nuevos rumbos. El país de los zares, el de Pedro y Catalina la Grande, el que instauró el comunismo en la Revolución de 1917, coquetea hoy con el capitalismo.


Es la potencia que invadió Polonia en la Segunda Guerra Mundial, la que trabajó del lado de Hitler, la que fue manejada por la brutalidad por Stalin y Lenin.

Fue la nación que en los 80 sorprendió al mundo con la perestroika y el glasnost de Gorbachov y, más aún, con la desmembración del imperio y su reorganización en la Federación Rusa en 1993.

No es exagerado decir que la Rusia que gobierna Dmitri Medvédev desde 2008 empezó a ensayar desde 1990 el experimento de privatización más grande de toda la historia.

Tan es así, que el ex imperio soviético ha empezado a escribir historias de éxito como una de las naciones BRIC, junto con China, la India y Brasil.

Aunque el FMI estima que la economía rusa se contraerá 7.5 por ciento en 2009, una caída similar a la de México, por una dependencia del petróleo mayor que la de nuestro país, y en general de las materias primas, Rusia ya armó una estrategia que, a decir de los expertos, amortiguó el impacto.

Antes hay que decir que la ex nación zarista y ex comunista es un buen ejemplo de cómo se puede tener arrestos para quemar las naves ideológicas y dar un giro de 180 grados en la conducción económica, abriendo el país a las prácticas del capitalismo para modernizar su economía.

Aunque en el plano político subsiste un sistema semiautoritario no exento de riesgos de inestabilidad y el tejido social sufre las consecuencias del vuelco con la proliferación de las mafias, las políticas económicas están abriendo espacios para mejorar el bienestar, un antídoto eficaz de largo plazo para dar viabilidad al país.

Tras las reformas impulsadas a mediados de los 90, la economía rusa ha tenido un crecimiento promedio anual de 5 por ciento de 2001 a 2009, incluyendo la caída del PIB este año.

¿Cuánto ha crecido México en el mismo lapso, también en promedio?: 1.5 por ciento, índice cercano al estancamiento.

Pero hay una estrategia económica anticrisis que implementó Rusia en 2008. Fue el año en que estalló la recesión internacional que derrumbó los mercados financieros y los precios de los commodities, incluido el petróleo, y enfrió la demanda a lo largo y ancho del planeta.

Una estrategia que si México la hubiese concretado, le habría ahorrado algunas calamidades. Como el pesado paquete fiscal que busca recaudar más de 150 mil millones de pesos de los bolsillos de los mexicanos en momentos en que la nación registra su peor momento en la historia moderna.

Se trata de mantener un fondo de reserva de 200 mil millones de dólares de los ingresos petroleros de la época de jauja de los petroprecios. Y Rusia acumuló 600 mil millones de reservas gracias a los días de prosperidad del crudo.

Eran fondos destinados a ser utilizados cuando se presentara una baja en el precio del petróleo. Y la necesidad se dio. Rusia ahorró en tiempos de vacas gordas para gastarlos en tiempos de vacas flacas.

Estos fondos fueron aplicados a un programa de apoyo para estabilizar la economía, incluyendo un recorte de impuestos de 20 mil millones de dólares.

Adicionalmente, las reservas acumuladas permitieron contar con márgenes financieros para defender el rublo, que está sobrevaluado.

Tal esfuerzo ha consumido parte de las reservas internacionales, que cayeron a 380 mil millones de dólares. Aún así, son 4.1 veces superiores a las de México.

Pero la política de ahorro de divisas ha permitido a Rusia sortear bien el temporal de la crisis internacional.

Y hay avances en otros frentes. El programa económico del presidente Medvédev ha logrado reducir la pobreza y el desempleo.

Hay muchos temas pendientes en este complejo país. Entre otros, combatir la corrupción, mejorar el sistema de justicia y, en general, armar las instituciones que habrían espantado a Lenin y Stalin. Pero se están abriendo vías para reenderezar el rumbo.

Pese a los múltiples problemas, los actuales mandamases de Rusia no tienen dudas sobre cómo jugar en el terreno económico.

Se trata de reducir el rol del Estado en la economía, mejorar la infraestructura, innovar, reformar los sistemas bancario y fiscal, además de modernizar el sistema financiero.

Capitalismo, pues. Y, por cierto, al mejor estilo y con mejores resultados que el que se practica por estos rumbos.


Probablemente, Mao debe estarse revolcando en su tumba, pero los mil 300 millones de chinos están viendo que las novedosas instituciones económicas del capitalismo están mejorando su nivel de vida.

Viniendo desde muy abajo, China -miembro distinguido de los países BRIC- es probablemente el caso más impresionante de resurgimiento económico de todos los tiempos. Y hay un aluvión de cifras que lo demuestran.

Su crecimiento anual promedio en las últimas décadas es cercano a 10 por ciento. Precisamente, ése fue el índice de 2001 a 2009, lapso en el que México logró apenas un ritmo de crecimiento de 1.3 por ciento.

Las medidas de los líderes chinos han logrado que, contra todos los pronósticos, el crecimiento se ubique en 8.5 por ciento en 2009, que es el peor año de la economía mundial.

Y es que China se ha convertido en una gigantesca maquinaria para generar divisas a través de las corrientes de comercio y capital.

En 2008, las exportaciones alcanzaron los mil 435 miles de millones de dólares, cinco veces más que las de México.

Su balanza positiva de comercio exterior -exportaciones menos importaciones- más su balanza de cuentas de capital, también favorable -entradas de créditos e inversión extranjera menos salidas- suman un impresionante 8.6 por ciento del PIB.

La danza de números para Ripley no termina ahí. La inversión como porcentaje del PIB -que es lo mismo que el ahorro-representa 40 por ciento, índice que no concretó ni Japón cuando estuvo de moda como milagro económico allá por los 80, y que tampoco tuvo México cuando fue ejemplo de modelo económico en los 50 y 60.

El impulso fuerte de las reformas se dio a principios de los 90, con Deng Xiaoping, el ideólogo del nuevo capitalismo chino.

Esas reformas estaban centradas en la liberalización de precios, modificaciones al esquema de producción agrícola, promoción de zonas económicas especiales con regímenes fiscales diferentes de los del resto del país.

También apuntaron hacia la descentralización fiscal, mayor autonomía, eficiencia y productividad de las empresas estatales con fuerte énfasis en la rentabilidad, el desarrollo de su sistema financiero y la promoción del ahorro y la inversión.

¿Qué debería copiar México? Las recetas son múltiples y similares en cierta medida a las de los otros miembros del BRIC.

Destacan las agresivas estrategias de promoción de la inversión extranjera, asunto que despierta escozor en estos rumbos del planeta.

Por lo pronto, las recetas económicas Chinas también surtieron efecto para enfrentar la actual recesión. El ex país de Mao no sólo logró crecer en tiempos de crisis, sino ayudar al mundo con un plan anticrisis de 586 mil millones de dólares que se espera contribuya a la recuperación económica internacional.

Esta capacidad se materializa en fondos y reservas soberanas superiores a los 2 trillones de dólares y una inversión extranjera directa de más de 80 mil millones de dólares.

Las palabras que pronunció Deng Xiaoping en 1992, durante la llamada "inspección del sur", una de las zonas que más se había beneficiado de la apertura china, revelan los nuevos tiempos: "La esencia del socialismo es lograr la prosperidad común (...) la clave es el desarrollo económico".

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LOS 10 MANDAMIENTOS DEL MÉXICO QUE YA NO QUEREMOS



I. DEFENDERÁS A ESTADOS UNIDOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS

Si en los 90 el Tratado de Libre Comercio se convirtió casi en la salvación eterna, hoy es el infierno. La no diversificación comercial nos tiene en el penúltimo lugar mundial de crecimiento. Brasil, en cambio, se extendió a Europa y Asia. Su crisis no es tan severa.

II. NO SEPULTARÁS EL NOMBRE DEL PRI EN VANO

En el 2000, el PAN sacó al PRI de Los Pinos. En 2006, el PRI mantuvo al PAN en Los Pinos. Y en 2012, el PRI y el PAN tendrán que aliarse si no quieren quedarse sin Los Pinos. La Presidencia está en Xicoténcatl, y el fantasma del Peje ya ronda los discursos presidenciales. Lo mismo de cada sexenio, mientras monolitos políticos como China y Rusia se reinventan. Aun desde su autoritarismo.

III. HONRARÁS LOS LIDERAZGOS OBSOLETOS Y MEDIOCRES

Sea en la política o en la empresa, México vive una crisis de liderazgo. Hace años que desconocemos en nuestros líderes el instinto de grandeza. Ni siquiera existe quien cuaje los consensos. Peor aún, son los mismos nombres de siempre, en el PRI, en el PAN, en las cúpulas empresariales, en los sindicatos, los que proponen las mismas fórmulas gastadas, con los mismos malos resultados cada sexenio.

¿Verá México a su Obama, a su Bill Gates, a su Lula Da Silva, a su Merkel o a su Bachelet? O viene un cuarto sexenio de Salinas, Beltrones, Diego, Elba Esther y Gamboa. ¿Que de la UNAM, del Tec de Monterrey, del ITAM, de la Ibero o de la Anáhuac no puede salir un nuevo líder?

IV. DEJARÁS QUE GOBIERNEN LOS MONOPOLIOS

Con una economía estructurada sobre privilegios a monopolios y oligopolios, la competitividad difícilmente se dará. Los precios de los bienes y servicios, comparados con los del resto del mundo, serán siempre más altos. Y eso significará una transferencia de riqueza de los que menos tienen a los que más tienen. Eso se traducirá en menos dinero para consumo y, en consecuencia, en menor crecimiento.

V. RENEGARÁS DE CUALQUIER PROYECTO DE NACIÓN

Sexenio tras sexenio, vivimos administrando las crisis. La del 76, la del 82, la del 87, la del 94, la del 01, la del 08. Vivimos siempre en la emergencia, a salto de mata, sin definir la vocación del país. No aprendimos de lo que hizo la India cuando decidió adueñarse de la mentefactura. O de lo que hizo Brasil cuando apoyó la bioenergía con el etanol o la aeronáutica con Embraer.

VI. DEJARÁS QUE TUS RIQUEZAS LAS MANEJEN EXTRANJEROS

Ninguno de los países BRIC vendió la mitad de su territorio.

Ninguno de los países BRIC ha entregado su sistema financiero y de pagos a extranjeros.

Ninguno de los países BRIC descobijó su sector agrícola para terminar importando granos, carne y lácteos.

Ninguno de los países BRIC terminó refinando su petróleo en tierras extranjeras dando a los brokers las ganancias que debían ser nacionales.

VII. NO MALDECIRÁS LA FALTA DEL ESTADO DE DERECHO

Para que una nación alce el vuelo, hace falta respetar el estado de derecho. El derecho a la vida y el respeto a la propiedad. La queja más recurrente de los mexicanos es que el estado de derecho está entregado al mejor postor. Al que puede pagar por su seguridad. Al que puede pagar en el juzgado. Al que tiene las mejores relaciones "allá arriba" para influir o privilegiarse de contratos y licitaciones.

VIII. PERPETUARÁS LA IGNORANCIA

El desarrollo económico no puede estar divorciado del desarrollo educativo. México demanda mentes más entrenadas, innovadoras, con altas metas y elevado espíritu. Pero se insiste en la educación del siglo 19. Se insiste en conservar a los maestros más como carne política que como mentores, inspiradores y guías. La clase media emergente de la India está fincada en una clase bien educada que sabe aprovechar las ventajas competitivas de su país.

IX. BENDECIRÁS LAS PANTALLAS

La otra mitad de la ecuación de la ignorancia no está en la escuela. Está en la casa o en el auto. En la pantalla de un televisor que proyecta conceptos e ideas sobre un inconsciente colectivo que todo lo absorbe, de medios que todo lo adormecen. Desde hace cuatro décadas, la filosofía de Chabelo o la del Chavo del 8 se impone por encima de los libros de texto. La pobreza del espíritu es alimentada.

X. TE SOMETERÁS A TUS MIEDOS

El mejor instrumento de gobierno es el miedo. Crear miedo, sembrar miedo. De ser robado, de ser secuestrado. De que te despojen de tu carro, de que tus hijos no vuelvan el viernes o el sábado por la noche. De ser confundido en un tiroteo callejero, de ésos que todos los días reportan media docena de muertos. Calladito te ves más bonito. El pretexto del crimen organizado lo justifica todo.


Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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